lunes, 23 de octubre de 2017

FELICIDAD

 
  
Que todo el mundo sin excepción aspira a ser feliz  como uno  de sus objetivos prioritarios resulta incuestionable. Pero las preocupaciones, la tristeza, la soledad, el miedo, la enfermedad, etc; así como  la situación social y económica que  en estos críticos  momentos    estamos viviendo de forma global,  en nada ayudan a lograr ese objetivo. Yo aseguraría que más bien   promueve la infelicidad. Hecho este breve preámbulo, ahora yo me pregunto,  ¿pero realmente qué es la felicidad?  Así de simple es la pregunta, pero a mi criterio    su respuesta    resultar bastante  mucha más compleja y difícil. Según mi propia opinión,  la felicidad podría ser algo así como un estado de ánimo optimista, alegre, placentero…que se produce en la persona cuando ésta cree haber conseguido de manera satisfactoria los objetivos deseados. Es evidente que tan sólo es una apreciación personal que a modo de síntesis  defino el concepto de felicidad.  Verdaderamente definirla es tarea ardua porque resulta una de las explicaciones más complicadas y difíciles; lo mismo que tratar de sintetizar su concepto en sí porque es muy amplio y profundo en significados. Está claro que la felicidad incluye esencialmente la alegría, pero quizá de manera contradictoria no excluye al dolor.  Tratar de analizar con mayor  enjundia este tema sobre que el dolor  forma parte también de la felicidad sería un complejo asunto que supongo nos haría adentrarnos  en disquisiciones relacionadas con  la Psicología.  Como  me considero profano en este complicado tema, será mejor dejarlo para los entendidos en las enseñanzas Freudianas. Por consiguiente, para no cometer alguna osada incoherencia, obviaré  cualquier comentario al respecto.




 

Lo que si conviene tener muy claro es  el que  la felicidad  absoluta,  no existe. Empeñarse en conseguir  que  de  manera   incondicional    esté  permanente  con nosotros, sería una obcecación inútil. Conformémonos por tanto con su presencia transitoria y  así de esta manera   tratar de vivir grandes o pequeños momentos satisfactorios  día a día. Por regla general la felicidad tiende a aparecer y desaparecer de forma constante en nuestro modo y manera de vivir.  Las circunstancia de la vida, tanto las negativas como las positivas, son quienes   forman el rasgo existencial del ser humano y esto hace improbable que sea continua  su permanencia por palmarias razones. Lo que realmente existe es una controversia  muy generalizada sobre el modo de cómo se ha de  buscar la felicidad,  si es a través de acumular posesiones materiales; como por ejemplo disponer de una enorme fortuna de dinero, o por el contrario guiar esa busca hacia esa riqueza  que posee en su interior de cada persona. Una cuestión que siempre acarrea discusiones entre partidarios de una y otra tendencia. Estoy seguro que todos conoceréis sobradamente ese refrán popular que dice “no es más feliz el que más tiene sino el que meno necesita”.  Por muy certera que resulte  esta  máxima lapidaria,  son muchas las  personas que para nada están de acuerdo con esta  cuestión porque no les acaba de convencer la aserción de tan atinada sentencia. Es evidente que el dinero es un vínculo para aspirar a ser felices. Negarlo sería mentir  porque  hay duda    que nos  ayuda- y mucho-  a vivir con mayor continuidad esos momentos felices. Pero a mi juicio, a la postre resultaría craso error si basáramos únicamente la busca de la felicidad a través del dinero. Desde el punto de vista de la Psicología,  la riqueza interior de las personas, y los valores esenciales  que manifiesta esta consubstancial  riqueza, contribuirán   a prolongar la permanencia de la felicidad. Como ya he comentado resulta muy rebatible el tema por el simple hecho de que cada sujeto tiene su propia visión al respecto y estará convencido  que su propia elección a de ser  la más acertada  y por consiguiente será su mejor manera de lograrla. Es un axioma que la combinación de ambas riquezas es garantía de conseguir el mayor la permanencia de la felicidad el mayor  tiempo posible. Pero por desgracia siempre surgen impedimentos de todo tipo durante el transcurso de nuestra vida que acaban impidiendo ser dueños de una u otra fortuna. Y así  nos vamos conformando  con pequeñas dosis de felicidad que vamos  apurando lentamente.

Después de todo, y bajo mi modesta opinión, para ser feliz sólo es necesario estar siempre  receptivo a cuanto nos ofrece de manera positiva la vida. Recibir sus dádivas con optimismo y alegría y tratar de disfrutarlas   en un constante Carpe Diem. Lo que sí debiéramos   evitar a toda costa, es tener una visión catastrófica del futuro que acabe anulando tus ganas de seguir  buscando cualquier forma de felicidad y haga que te resignes.  No hay que     darle excesiva importancia a todos esos  serios problemas que acostumbra también a   proporcionarnos  la existencia.  Sin obsesionarnos, ni angustiarnos,  sólo intentar darles la importancia que justamente se merecen. Y claro está, tratar de buscar  las  soluciones que mejor  estén al alcance de nuestras posibilidades. Desde luego que se puede calificar de auténtica  perogrullada esto de  que a más importancia le demos a los problemas, menos tiempo de felicidad nos tocará vivir durante nuestra efímera existencia.  Estoy seguro de que cada persona sabrá encontrar  los supuestos caminos que le lleven hasta esa meta donde podrá  conseguir ser feliz. Muchos son los libros que se han publicado para ayudarnos a lograr ese objetivo. Confieso que nunca he leído libro alguno con esta temática, por tanto desconozco su eficacia, así  que no se hasta cuánto sirven de autoayuda la lectura  de los mismos.  De lo que sí estoy plenamente convencido, es que ser feliz es otra forma más de resistir.



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