jueves, 15 de diciembre de 2022

UN POCO HARTO

Qué pasa que el Messi este de las narices, que últimamente se le encuentra hasta en la sopa, es un premio Nobel de investigación, de Biología, de Química o algo parecido?...¿ O es que va a ser el esperado héroe divino, por el Messías digo, que va a salvar a la humanidad de sus miserias o su infortunio?....Estoy hasta las narices de darle tanta publicidad a este individuo ególatra, defraudador fiscal y avaricioso a más no poder (del Barsa se marchó porque no le pagaban lo queexigía el desagradecido después de estar trincando millones de euros del club durante un montón de años)...que lo único que sabe es darle patada a un balón con cierta habilidad, y en cuanto a inteligencia justito, justito. Y menos mal que al narcisista y prepotente Ronaldo su carrera de pelotero va yendo de culo y cuesta abajo, sino más de lo mismo. Menudo lavado de cerebro que tenemos con el condenado futbol, ni la pandemia vírica consiguió que dejáramos de darle preferencia a individuos que el único bien que hacen para la Humanidad es darle patadas a un balón, y mira que nos puso cruelmente delante de la muerte el virus, pero ni con esa aprendemos. Relegamos a un segundo plano a los científicos, biólogos, investigadores, doctores, etc..y toda persona que resulta necesaria e imprescindibles en beneficio de la Humanidad, y ponemos en primer plano, hasta encumbrarles en los altares de la celebridad, a los Messi, Ronaldo, Neymar, Mbappé, y demás sujetos de este pelaje. ¡Qué tristeza, que fracaso de la Humanidad! Aunque eso sí, un triunfo para los dirigentes políticos, porque que el poder establecido, o sea los gobernantes, saben que mientras el populacho siga disfrutando con el fútbol, que discuta, que se pelee, que se distraiga... será una forma perfecta para tenerlos anestesiados o aborregados, y de esta manera volverse acríticos así no protestan por los abusos y excesos del poder. Desde luego que iba bien atinado el filósofo alemán Karl Max cuando dijo aquello de que el futbol era el opio del pueblo. Y bien que lo saben los políticos, porque muy astutos ellos están al tanto de que el futbol es una poderosa arma de distracción y saben utilizarla cuando les conviene.  Un claro ejemplo es el pueblo argentino, que está padeciendo una inflación por las nubes y esto hace que la mayoría de los ciudadanos argentinos están viendo como se reduce bajo mínimos su poder adquisitivo. Por esta circunstancia, bajo mi punto de vista,  están más  para salir todos a la calle, no para celebrar las victorias patrióticas futboleras del país, sino para liarla parda contra sus políticos y que arda hasta la Bombonera, o la plaza del Obelisco entera, por el fragor de las protestas. Pero no es así porque el futbol a la mayoría de argentinos por esa pasión exacerbada que profesan por este “deporte-negocio” les tiene absorbido el cerebro. Saber que la situación económica del país está dentro de en una precariedad preocupante a cuenta de la inflación y que cientos, o miles, de aficionados argentinos se han endeudado por más de diez años por el hecho de pedir créditos a los bancos para ir a ver el fútbol a Qatar, me resulta muy preocupante e indignante y a su vez habla de comportamiento inconsciente de una masa forofa que no ven sus ojos otra realidad más importante que todo lo que se menea alrededor del fútbol. Y me da pena, por el afecto que tengo a Argentina, pero su foromismo y su pasión visceral por el fútbol es algo que me desborda y rompe mis esquemas. Por eso me cabrea.








 

 Lo mismo me irrita ese aspecto  bastante negativo del fútbol por que a través de él se consigue desviar la atención de asuntos que son primordiales. Muchas personas acuden a manifestarse de forma más multitudinaria para protestar contra la dirección deportiva de su equipo, que para reclamar nuevos derechos laborales o para salvar la sanidad. Desde el Imperio Romano se ha empleado la máxima “pan y circo”, eso es lo que constituye el fútbol moderno. No quiere decir esto que aquella persona que consuma este deporte deba abandonarlo, seguramente si mi equipo favorito  gana un título me alegre como el que más y hasta igual me da el punto de ir  a celebrarlo, pero sí debe haber prioridades y creo que es más necesario acudir a manifestaciones en defensa de derechos sociales que a las multitudinarias celebraciones de los eventos deportivos. Pero oye, que nadie se moleste, aquí   no pasa nada, y a vivir que son dos días, y por supuesto a seguir venerando el futbol, a sus practicantes, que eso es lo que quieren los políticos, los de cualquier parte del mundo. Por desgracia así nos quieren, y así nos tienen: acríticos y tristemente calladitos porque nuestro silencio es su poder. ¡Y que viva el futbol, y olé!

miércoles, 7 de diciembre de 2022

REFLEXIONES DISPERSAS (IV)


 

¿Dónde está la crisis?

 

No se, pero  igual uno es un pringado que ha llegado tarde  a la fiesta y no se entera de que va esto.  ¿O quizá  estoy  sobradamente enterado de que  la situación económica del país para la mayoría de españolitos de a pie les va de culo, además sin frenos y cuesta bajo?. Más bien lo segundo. No es para menos porque la inflación está por la nubes y se nos ha agarrado al cuello y no quiere soltar bocado, y ahí estamos, asfixiados por las facturas: que si el gas, que si la electricidad, que si la gasolina, que si no se puede llenar en condiciones el carro de la compra por los precios abusivos porque el dinero no da para más, por mucho malabarismo que se haga de auténtico tiburón financiero, justito, justito para llegar a final de mes (cuando llega por más que lo estires). Vamos que una ruina total, pero hete aquí que todo lo expuesto no se si es pura invención mía, o de los medios de manipulación, perdón de información, por que barrunten lo que barrunten, en este país, hablo de España,  se vive como dios; o sea que a todo lujo. Por tanto resulta una auténtica falacia todo lo que te cuenten de que la inflación nos está haciendo la vida imposible. Y sino me creen, compruébelo ustedes mismos con el ejemplo claro de estos días  con  este súper puente, o más bien acueducto, de la Constitución y la Inmaculada, con las carreteras con atascos monumentales, las estaciones de autobuses, de trenes y aeropuertos abarrotadísimos de gente que se larga para disfrutar de las zonas turísticas. Los hoteles, casas rurales, estaciones de esquí... toditos repletos. Lo mismo que los restaurantes que hay que pedir mesas con semanas de antelación.  Y no me meto con los días venideros donde esa vorágine de consumismo compulsivo y despilfarro sin control van a ser el denominador común. ¿Crisis, dónde está la crisis?...¿Y la inflación, agarra por el cuello hasta la asfixia o es tan solo un suave mordisco? Personalmente intuyo que aquí mucha gente se toma literalmente al pie de la letra eso de “A vivir que son dos días y que salga el sol por Antequera”. Lo jodido es cuando salga y le de por calentar de forma tórrida a ver que hijo, o hija, de madre, tiene los suficientes bemoles para soportarlo si de continuo, y sin reflexión alguna, ha estado despilfarrando dinero a troche y moche. Pues eso.







Metaverso

 

La palabra metaverso actualmente está muy de actualidad. Ha invadido nuestro espacio físico y real. Lo preocupante es que ha venido para quedarse y ha empezado a poner en jaque nuestra sencilla forma de vivir de siempre: el espacio virtual que engloba  la tecnología tarde o temprano acabará por absorberla por completo. Cuando este hecho ocurra, ya podremos asistir a conciertos  virtuales, viajes, interactuar con usuarios, disfrutar, ir de compras. Prácticamente todo lo que hacemos a diario. Incluso trabajar. Desde luego que el metaverso va a resultar una auténtica revolución digital en todos los ámbitos. Pero hay un pero, porque existe un problema peliagudo o peligro si quedas enganchando de forma adictiva al metaverso.  Si esto sucede ,  podrías desdibujar la línea de lo que es la realidad y lo que es fantasía, como también deteriorar las relaciones sociales. Este contratiempo ciertamente no va a ser un hándicap porque me temo que dentro de aproximadamente diez años la mayoría de personas y  marcas, van, o vamos, a estar dentro del metaverso. Cuando este distópico sea una realidad, y los avatares dirijan nuestra propia vida, desaparecerá  ese especial momento de disfrutar en soledad la lectura de un libro editado en formato de papel que desprende ese olor tan particular y sensación hipnótica, tan característico en el. Es evidente que nos augura un futuro diferente, con un universo alternativo que no tengo duda que tratará de imitar, tal vez a la perfección, de las sensaciones, olores y demás experiencias posibles, puede que las mejore. Pero no nos engañemos porque al final todo quedará en una ilusión, una parodia del universo original y palpable, menos magnífico, menos rimbombante, pero real. A mí particularmente no me seduce para nada la idea del metaverso y sus inseparables avatares que son una metáfora del mundo real. Yo quiero y apuesto por vivir mi propia vida lo más cercana a la realidad. Me niego a que un avatar me represente y viva mi propia vida como si se tratara de un impostor valiéndose de mi identidad virtual.


 

 

Optimismo.

 

En estos tiempos tan propensos a la negatividad es necesario que permanezcan siempre las puertas de  nuestra vida abiertas  para que  a través de ellas se adentre el  optimismo y así tener la oportunidad de conservar los sueños, las ilusiones, las esperanzas… porque obviamente nunca sabremos cuando nos harán falta.  Aunque al resto del mundo no le guste, o te critique, que nada te importe.  Tú simplemente  déjate guiar por el corazón y nunca dejes  pasar una oportunidad que tú creas que podrá hacerte sentir feliz. Y también  escribe en  el alma, con la tinta de la alegría, que cada nuevo amanecer es el mejor del año. Todo es cuestión de que creas en ti y   confíes que eres  capaz de lograr todo aquello que te propones,  ya verás como así   en su momento todo puede ser posible. Si no sabes como comenzar a dar el primer paso hacia el optimismo, empieza por sonreír. Personalmente  no tengo  la menor duda acerca de que sonreír  debe ser  la premisa con que iniciemos ese reto cuyo propósito ha de ser siempre   conseguir que el mayor tiempo posible  estemos en brazos de la felicidad.