jueves, 7 de octubre de 2021

REFLEXIONES DISPERSAS


Se tú mismo.

 

Vivimos en una sociedad donde imperan los juicios de valor por lo cual es importante reivindicar quienes somos y actuar con autenticidad. Para este fin será necesario conocerse bien y nunca tener miedo a investigar nuestro interior. Tristemente se vive demasiado condicionado por los juicios de la gente. Parece que son quienes imponen como debes ser y como debes actuar para acabar comportándote de la forma que los demás creen que debieras hacerlo. No es conveniente ser así porque esta manera de comportarse es como si quisiéramos ser quienes no somos. Y no me cabe la menor duda de que la forma más profunda de desesperación es la de quien decide ser alguien diferente solo por imposición de los demás. La falta de autenticidad suele  provocar el  que las personas estén descentradas y no encuentren satisfechas con su propia vida porque no actúan a base a sus intrínsecos valores. Por tanto convendría que tratases siempre de ser tú mismo, sin doblez alguno. Lo más integro posible, con tus imperfecciones y con tus virtudes. Y sobre todo, sigue intentando crecer interiormente sin darle la más mínima importancia a la opinión de los demás cuando su juicio de valores se aleja de cualquier forma de actuar con autenticidad.



Vergonzoso

 

Resulta que un currante, trabajador para que nos entendamos, dándole por ejemplo al martillo, al volante, a la paleta al pincel, al soplete, al fonendoscopio…y a lo que haga falta y la necesidad obligue, viene a ganar al año, siempre aproximadamente, mil arriba o mil abajo sobre unos 30.000 euros. Como su vida laboral viene a ser unos 40 años, siempre que el físico aguante y no reviente en el intento, llegará a ganar sobre 1.200.00 euros durante toda su fatigosa vida laboral. En cambio un pelotero, pongamos futbolista que es lo más políticamente correcto nombrar, de clase media que resulta ser la mayoría de los que juegan  en la primera división de la  liga española  trinca la susodicha cantidad en un solo año. Así como lo oyen. Los peloteros de clase alta, como son los Messi, Ronaldo y algún que otro con parecido pedigrí, vienen a trincar un pastizal de dinero al año que ahora mismo desconozco cuantas futuras generaciones de trabajadores dentro del entorno particular de cada uno tendrían que sucederse para que pudieran llegar a ganar tan obscenas cantidades de   dinero. ¡Cómo para no ciscarse en todo lo que se menea conociendo esta desvergüenza tan vejatoria e insultante hacia los explotados y sufridos trabajadores! Obviamente mucha culpa de que esto suceda recae en los propios trabajadores porque la gran mayoría desde su incondicional adocenamiento “continua alimentando a ese codicioso monstruo del pan y circo y que se camufla dentro del futbol”. Por tanto, mientras nada cambie y el circo prosiga, no queda otra que “ajo y agua” (a joderse y aguantarse) ¡Que porca miseria la nuestra!

 

Destino inevitable.

 

El inquietante problema que se nos presenta a los que llegamos a una edad considerada, y en especial a los alcanzan una edad longeva, es que en apariencia somos una especie de supervivientes por el simple hecho de que van desapareciendo físicamente de nuestra vida los conocidos, los amigos, familiares, los amados…y nos vamos quedando solos como un árbol envejecido y frágil que ha carcomido el tiempo, y además en medio de un paisaje desértico sin esperanza, ni futuro. De continuo asediados por las ausencias que cada día nos irán golpeando el corazón para que abramos las puertas  de la nostalgia y nos adentremos a un espacio que está reservado al dolor y el recuerdo. Y llevando sobre las espaldas a todos nuestros muertos que guardamos  en el sepulcro del alma; así de esta manera nos acompañarán siempre. Tratando de que el pulso de sus vidas aún siga latiendo dentro de nosotros porque somos conscientes de que es muy difícil y traumático aceptar la muerte de los otros, si cabe más que la nuestra propia. Quizás el único consuelo que a este respecto nos quede es que nunca se muere del todo mientras alguien nos siga nombrando. Lo que resulta obvio es que la muerte es inevitable, desde el momento en que nacemos somos conscientes que estamos destinados a ello.    De lo único que se está seguro en la  vida es que nuestro tiempo en la tierra está contado. Lo que sucede es que cada uno se aferra a sus creencias para sobrepasar mejor la llegada de tan fatídico e ineluctable momento.

 

Por si acaso.

 

Puede que por pura decepción te hayas rendido y ya nada hermoso esperar que logre ofrecerte el amor y por esta razón te resignes a vivir el resto de tus días en la soledad más completa. Pero recuerda que también puede que de forma inesperada surja el milagro de que aparezca una persona especial que te cambia por dentro y felizmente lo renueva todo y te salva la vida. Por este motivo convendría seguir teniendo fe en el amor. Por si los milagros existen.