domingo, 3 de marzo de 2024

ESCRIBIR CARTAS

A veces llegan cartas que te dan la vida/ que te dan la calma”… Esto decía una canción que interpretaba  el popular cantante nacido en Linares (Jaén)   Raphael. La canción   fue escrita por el famoso compositor Manuel Alejandro. Con   pasar de los años también la versionó Julio Iglesias.  Pues bien, el mensaje intrínseco de esta  melodía en la actualidad   aparentemente resulta anacrónico por el hecho de que el escribir cartas prácticamente  ha desaparecido.  No en su totalidad, pero si que ha quedado como algo secundario  el escribirlas. Como también el ir al estanco a comprar sellos y sobres. Quien  lo haga solo  es una rara avis   que pertenece a esa minoría romántica, dispuesta a no dejarse influenciar por el auge de la comunicación digital. Y todo por ser una apasionada a escribir cartas sobre formato de papel. Pero hay que ser conscientes y reconocer    que a día de hoy  el avance de la tecnología ha permitido crear nuevas formas de comunicación a través de redes sociales y sitios web. Por consiguiente,   la comunicación entre las personas desde  la distancia no se hace ya través del correo tradicional, como otrora se venía haciendo, sino por medio de las correspondientes plataformas digitales que se encuentran en Internet de mensaje instantáneo; como por ejemplo: Factbook, Instagran, WaptsApp, Email,  etc. Resulta palmario que esta forma de comunicación es más rápida,  más segura y más cómoda.    Pero  ¿qué quieren que les diga? Que la carta es insustituible por eso a mí  personalmente esta manera de comunicación no  me fascina en demasía.  Admito que suelo utilizarla asiduamente  por comodidad y por  ofrecerme garantías de que llega sin problema a su destino los envíos. Pero, a pesar de sus demoras, de sus controles, su cuestionable seriedad,   yo tengo predilección  por el correo tradicional. Razón por la cual  lo sigo utilizando  muy a menudo. Por muy  anacrónico que pueda resultar  el comunicarme con las personas en la distancia chapada a la antigua. Y es que el escribir cartas sobre el papel tiene implícito  un delicioso romanticismo  que sólo podrán apreciarlo  quienes  aún siguen practicando el  “viejo arte” de  escribir  y enviar  misivas por medio del correo tradicional. Porque nadie me negará que una carta escrita en papel, sobre todo a mano, es más personal y  más íntima,  que cuando se hace a través de una pantalla digital. Las cartas escritas en pantalla digital resultan impersonales, razón por la cual   suelen ser más frías al carecer  del necesario   calor humano; como tampoco permiten  "tocar el corazón" de quien   la escribió de su puño y letra.

 



Es una lástima que en la actualidad apenas  nos llegan cartas a nuestro buzón. Me estoy refiriendo a las cartas que  nos escriben    particularmente otras personas y son remitidas a la dirección de nuestro domicilio, no a esas que inundan  los buzones domiciliarios y que son enviadas  por los bancos, las cuales suelen estar   infladas con las facturas de la luz, el teléfono, el gas, etc. De este tipo de correspondencia estamos hartos de recibir. El mismo hartazgo nos causa las   andanadas de cartas  de promociones publicitarias de todo tipo, y en tiempos de elecciones, el aluvión de cartas con propaganda electoral, las cuales la mayoría sin abrir son arrojadas directamente a la papelera. También  en alguna malhadada ocasión  nos llega  la temida cita  de la Agencia Tributaria que hace que te tiemblen las rodillas en cuanto ves el sobre amarillo del remitente fiscalizador;  lo mismo que el de alguna multa que  provoca temblores parecidos. Lamentablemente tal como arriba indico son éstas las  únicas cartas  que últimamente  nos deja en  nuestro buzón el cartero; o  los empleados de cualquiera de las empresas de mensajería comercial.  El hecho  de  haberse digitalizado la comunicación y  que se hayan reducido los diálogos a la mínima expresión,   ha contribuido a que la comunicación epistolar, siempre tan discursiva y  amena, haya quedado en desnudo. Y es muy necesaria porque la escritura epistolar es un medio de expresión, no solo para comunicar lo que se desea, sino para volcar lo que llevamos dentro.  Prueba evidente de esto último son   los epistolarios  editados a lo largo del tiempo y   que han sido escritos por  ilustres literatos. Un  importante intercambio de misivas personales, escritas  de forma magistral y donde quedan expuestas al lector sus vivencias, críticas, opiniones, etc. y cuya lectura no representa dificultad alguna  y son muy enriquecedoras intelectualmente por su notoria calidad literaria. La verdad es que yo no concibo la idea de    mantener vigente este tipo de escritura conocido como  género  epistolar a través del correo electrónico o la mensajería digital. Me resultaría algo antinatural. Hay que resignarse y aceptar el infortunio de que el   género epistolar desapareció cuando la tecnología y la inmediatez se instalaron en nuestras vidas. Con lo cual,   esa magia que se manifiesta en las cartas escritas se ha ido perdiendo progresivamente.  Me temo que en un futuro lo que hoy se aprecia como algo residual terminará desapareciendo por completo.  Y con ello perderemos el beneficio saludable que nos proporciona el escribir cartas porque hay estudios que afirman que escribirlas en plan de agradecimiento aumenta la sensación de bienestar. Y ya como broche final me parece oportuno citar a una frase lapidaria que guarda relación con este escrito. El enunciado pertenece al  Conde de Lucanor  y  dice lo siguiente: “Enviar una carta es una excelente manera de trasladarse a otra parte sin mover nada, salvo el corazón”. Aconsejo que tomen ejemplo de las sabías  y certeras palabras  de este personaje que pertenece a una obra narrativa de la literatura castellana medieval, todo con el  fin de  que continúe vigente  el antiguo y delicioso arte de escribir cartas.

miércoles, 7 de febrero de 2024

REFLEXIONES DISPERSAS ( Febrero)

REFLEXIONES DISPERSAS (FEBRERO)

 

Plásticos.

 

Ojo al dato que el asunto a tratar  me temo que es muy preocupante. Les cuento. Resulta que 1.800 camiones llenos de plástico se vierten cada día al mar en todo el planeta. Así como lo oyen. Toneladas, y toneladas de un material altamente contaminante como es el plástico   se esparcen sobre las aguas del mar, las cuales  generan una toxicidad de dimensiones bíblicas que afecta, tanto al entorno marino como al homo sapiens. Por el simple hecho de que esa toxicidad es ingerido por la diversa  fauna marina que habita los océanos y luego somos nosotros quien posteriori ingerimos todos esos peces intoxicados, con lo cual,  indirectamente pasa a nuestro organismo la sustancia venenosa generando un sin fin de graves patologías.  Un círculo viciado de consecuencias letales, sin duda. Luego está el paisaje marino donde, por causa del  indiscriminado vertido de plástico, los agentes meteorológicos y corrientes,  se forman una especie de islas flotantes de tamaño descomunal que amenazan con erradicar buena parte de la vida marina y a su vez contribuyen con el cambio climático.  Que tristeza, y que impotencia, genera  ver como tanto mal nacido  sin miramiento alguno  tratan al mar lo mismo que si fuera un vertedero donde depositar todo tipo de residuos  contaminantes. El mar, principal fuente de vida, que por mezquinos intereses basados en la codicia y el lucro, lo están convirtiendo en  basureros, y el ambiente marino se ve incapaz de digerirlo ya que se necesitan decena de años para lograrlo. Sino tomamos verdadera conciencia, y  no se crean políticas que se comprometan seriamente a poner remedio a esta problemática, el “Apocalipsis”  que sufrirá el mar   será una triste realidad. Lamentablemente en ese mismo cataclismo naufragará  toda la Humanidad. Y sino al tiempo.





 

Propósitos.

 

Esos propósitos más comunes de apuntarse a un gimnasio, hacer footing, comenzar una dieta, dejar de fumar, aprender o mejorar algún idioma, etc. etc. y que generalmente se ponen en marcha a principios del año nuevo con las mejores intenciones, muy a pesar nuestro, tienden a caer en saco roto, sino se tiene la suficiente   voluntad para iniciarlos; o también por la falta de coherencia con la realidad del día a día o la falta de planificación.  El caso es que tal  como digo se abandonan por carecer de un plan sólido que facilite lograrlos. Para esta circunstancia ya hay fecha no oficial para celebrar el “Día del abandono de los propósitos de año nuevo”.  (Somos  un país o una Sociedad que nos va la marcha en cantidades industriales  con esto de la celebración de los  Días para todo lo que se nos pone a tiro.) Tengo entendido que es a finales de enero, o principios de febrero,  cuando se va a celebrar ese funesto día; por tanto como estamos en supuesta fecha, o mes indicado,  me temo que otra nueva intentona  que va a terminar  en fracaso, tal como viene siendo habitual para una gran mayoría de personas  por carecer de  constancia y de motivación para conseguir el objetivo. Y es que para cumplir los propósitos de año nuevo hace falta centrarse, concretar y ser bastante realista. De no ser así, mejor que ni te lo plantees para no hacer   el mayor de los ridículos  a cuenta de que,  una vez comenzados   en un breve tiempo transcurrido los abandonas. Estoy convencido de que  el frustrante  hecho  de carecer de confianza de uno mismo, termina por generar una sensación  muy deprimente. Y es obvio que  para nada estamos dispuestos a vivir tan desalentadora  experiencia.

 

Dar.

 

El egoísmo, el individualismo, la indiferencia…esos defectos podríamos considerarlos como nuestros mayores enemigos. Por esta razón debemos practicar más la empatía y menos aislarnos  en nuestro ego narcisista. No me cabe la menor duda de que nos sentiríamos  mucho mejor con nosotros  si nos preocupamos los unos de los otros y no dejamos que  la indiferencia sea quien actúe. También ayuda a sentirnos mejor con nosotros el hecho de no mostrarnos  cicateros a la hora de dar lo mejor de nosotros a los demás.  Porque  estoy convencido de que la vida va de eso: dar y recibir. Una reciprocidad que consiste en que cuando  recibimos de los demás, les correspondamos  de igual forma con el propósito de   tener una mejor convivencia. Pero está claro que a veces no siempre recibes lo que das y eso te decepciona. No te preocupes, ni sufras por ello, porque tú  das todo lo que eres y eso al final es lo  que importa; además  dar sin esperar recibir nada a cambio te ennoblece interiormente. Otra cosa que también     debes tener siempre   claro es que si entregas odio, nunca  esperes recibir amor.  La vida es muy sabia, y hace que todo cuanto demos, lo recibamos de igual forma, como si se tratara de un infalible Karma.  Y es que  esperar otra cosa sería de  necios; o de egoístas que sólo piensan en si mismo, sin importar lastimar los sentimientos de los demás.

 

martes, 16 de enero de 2024

LA SALUD

Resulta un axioma que el ser humano anhela conseguir disfrutar el mayor tiempo posible de momentos de felicidad. Para este fin, existen unos factores muy importantes  que posibilitan lograr tan ansiado objetivo. Uno de ellos  se trata del dinero. Hay quienes están convencidos de que disponer de una gran fortuna de bienes materiales es el camino más fácil para llegar a la felicidad. Lo desconozco   porque no me he visto en esa tesitura. Aunque echando mano del refrán ya dice que “el dinero no da la felicidad, pero ayuda”.  Resulta obvia esa ayuda porque  sobrevivir en precarias condiciones económicas ahuyenta a la felicidad.  Aún así, yo personalmente no considero que el dinero, por mucho que te posibilite disfrutar plenamente de los placeres de la vida,  sea lo prioritario para sentirse feliz. Como tampoco considero que el Amor en su pleno estado de reciprocidad pudiera serlo, por mucho que esta situación amatoria resulte el no va más con relación a la felicidad. Es obvio que  tanto el amor propio, como el amor en pareja,  nos anima a cuidarnos, lo mismo física como emocionalmente, y nos ayuda a protegernos de influencias externas que podrían mermar nuestra autoestima. Sentirnos bien con nosotros mismos y con tu pareja nos permite tener más confianza y tomar decisiones más saludables, tanto en nuestra vida personal como profesional. Con lo cual, el amor  adquiere una preferencia vital    a la hora de conseguir el mayor tiempo posible  los momentos  de  felicidad deseada. Pero aún con toda su palmaria transcendencia, tampoco conceptúo al amor como factor esencial  para conseguir  el anhelado objetivo. Para mí personalmente, la prioridad absoluta para este fin se la adjudico a la Salud: tenerla  en perfectas condiciones, sin que afecte de manera negativa  la calidad de vida, es hay donde a mi juicio radica el poder disfrutar   en su plenitud de los placeres de la vida .  Esta es la premisa para tratar de ser feliz: la salud en buen estado, tanto la física como la mental, porque si una de ambas anda renqueante,  las probabilidades disminuyen en buena medida. Y es que “sin salud no existe la felicidad” tal como asegura Javier Sábada, quien fuera catedrático de Ética y Filosofía de la Religión  en la Universidad autónoma de Madrid. 





 

Por otra parte,    lo mismo que yo que da prioridad a la salud por encima del dinero y el amor, hay un 49% por ciento de la población de este país que está de acuerdo conmigo por creer que disfrutar de  buena salud es lo más importante para tener una vida feliz.  Aunque supongo que el resto de la población no estará muy de acuerdo con mi escalafón de prioridades. Normal. Ya  dice el refrán, “para gusto se han hecho los colores”.  Y sabemos sobradamente  lo atinado que suelen resultar las paremias.    Por consiguiente,   tampoco es cuestión de discrepar, ni objetar nada al respecto. Allá cada uno, y cada cual, con sus prioridades vitales. Es de suponer que dependiendo de la edad que cuente cada persona, así resultarán sus preferencias. Si es mayor quizás le de más transcendencia a la salud, en cambio si resulta ser joven probablemente, el amor por razones obvias,  y ya si está en medio, pongamos en la etapa de la madurez, seguramente el dinero que le garantice tranquilidad económica . Únicamente se trata de suposiciones nada empíricas, las cuales dudo   si estarán muy de acorde con la realidad.  Pero lo que resulta de  una realidad palmaria es que yo seguiré reafirmándome en la idea de priorizar la salud, porque si la disfrutamos en buenas condiciones, todo  lo demás  vendrá por añadidura. Como también me ratifico en que no nos hará sentirnos muy felices el ser inmensamente ricos, o  afortunados en el amor, si nuestra deteriorada salud   nos resta calidad de vida.  Porque estar sano es sentir bienestar y capacidad de vivir una vida autónoma y contar con tu cuerpo en perfectas condiciones para todo lo que vaya sucediendo en tu día a día. Las emociones, sentimientos y estados de ánimo positivos siempre se han relacionado con una salud óptima. Si ésta nos falla,  el estado anímico se viene literalmente abajo  y arrastra consigo  la falta de motivación y progresivamente se va instalando   dentro de nosotros la desidia total. Y es que cuando se sufre una dolencia o patología de cualquier índole, nos condiciona de tal forma que no tenemos humor para nada. Con lo cual, palabras como: ilusión, felicidad, optimismo…pueden resultar hasta ofensivas.  Por esta razón se hace  indispensable  el crear un reto permanente  que consista en   mantener la  salud en buenas condiciones.  Lo  fundamental de ese reto tiene que estar vinculado a la siguiente pregunta: ¿cómo es nuestro estilo de vida? De   resultar poco,   o nada saludable, sugeriría   alejarse lo más posible  de todo cuanto atente contra la salud.  Aunque también es de recibo reconocer que por mucho que procures alejarte,  la salud  se va deteriorando a causa del inevitable y doloroso proceso de envejecimiento que paulatinamente vamos sufriendo. Y hay que aceptarlo,  por tratarse de una condición  inherente al ser humano.  Por otra parte, hay  quienes  alardean de  no  privarse de nada,  y lo paradójico    es que en apariencia disfrutan de una salud envidiable. Pero es evidente que al final, tarde o temprano, todo acaba encajando y los desequilibrios que se han  ido cometiendo en el organismo acaban pasando factura. Y de esta manera, dar al traste con ese completo estado de bienestar físico, psicológico y también social que proporciona una inmejorable salud. Lo que me resulta palmario es que   todos aspiramos a lo mismo, a vivir más, tener mejor calidad de vida y más felicidad. Y  si no es a través de  una buena salud,  el mayor capital que poseemos, me temo que se hará  utópico el lograrlo.

 

domingo, 31 de diciembre de 2023

REFLEXIONES FIN DE AÑO


jueves, 14 de diciembre de 2023

¿NOCHE DE PAZ?


viernes, 8 de diciembre de 2023

REFLEXIONES DISPERSAS (Diciembre)

REFLEXIONES DISPERSAS (Diciembre)

 

Disfrutar de la vida.

 


No se ustedes que pensarán al respecto, pero en mi opinión lo que queremos o pretendemos en general los ciudadanos de a pie es ser felices; o tratar de serlo, claro esta. Y si no es viable el ser felices, al menos poder disfrutar de la vida lo mejor posible. ¿Y en que se basa ese disfrute? Pues en algo tan sencillo como el tener una ocupación laboral a poder ser lo más motivadora posible y por supuesto que la misma no posibilite un sustento digno. Parecido sustento si se da el caso de estar jubilado, aunque las motivaciones  sean diferentes.   Luego el estar rodeados de seres queridos, como pueden ser la familia y los amigos. Y sobre todo que no falte el disfrutar de aficiones culturales o deportivas…Y todo ello que vaya felizmente transcurriendo sin molestar  ni menospreciar a nadie. De momento, al menos –toquemos madera- hay espacio y oxigeno para todos. Pero por desgracia los individuos que manejan el cotarro global  y mueven los  hilos del mundo van por otros derroteros desiguales, haciendo añicos esa sencillez de la que hablo, y poniéndolo todo patas arribar con infames  intenciones a través del fanatismo religioso, político e ideológico. Porque todos ellos pretenden estar en posesión de la verdad y la razón absoluta. Esta circunstancia  genera mucho odio y violencia.  Me temo que desde siempre han prevalecido los intereses sobre los valores y los egoísmos sobre las personas. Razón por la cual así de calamitoso le está yendo a la especie humana en general. Creo que ante este panorama tan hostil  que nos imposibilita desde la sencillez tratar de ser felices, creo que necesitamos reivindicar la bondad y la empatía y seguir luchando en las trincheras de la esperanza.

 







 

Multitareas.

 

Tengo la sensación de que necesitamos hacer un montón de cosas, casi todas a la vez, pero por lo general acabamos nada satisfechos con ninguna. Aún así, continuamos erre que erre con el mismo equívoco proceder. Según mi criterio,  el hecho de  tanta multitarea de debe a que evitamos quedarnos a solas con nosotros mismos para no  tener que enfrentarnos al vacío o a nuestros propios conflictos internos, De este  modo eludimos  revistar nuestra vida porque  verdaderamente resulta muy complicado, cuando no triste o muy doloroso, esta circunstancia. Por esta  razón  seguimos inmersos en  las multi actividades dentro de una insatisfacción permanente, todo con el fin de no tener ni tiempo para evaluarnos, ni tan siquiera para preguntarnos por el sentido de nuestra propia vida.  Lo que sucede con eso de llenar el tiempo que disponemos con cuantas actividades se nos presentan, tiene su handicap por que  desarrollar varias ocupaciones a la vez  no se consigue  vivirlas  en plenitud: normalmente todas ellas se van quedando como a medias y eso finalmente nos va dejando un regusto amargo y una sensación  frustrante.  Esta negativa circunstancia  es la que por lógica  nos  impide el  que  vivamos plenamente  y de este modo no   poder lograr  retener el  mayor tiempo posible todos esos momentos que provienen  de  la tan ansiada y necesaria felicidad. 

 

A vueltas con la felicidad.

 

A veces a se nos olvida que aquí en la tierra estamos de paso y que únicamente somos sus efímeros y frágiles huéspedes. Pero  aún así nos empeñamos en acumular riqueza material, aunque sabemos de sobra que el cementerio es el campo de la igualdad, por mucho que los ricachones, como última muestra de opulencia, intenten diferenciarse. Debiéramos siempre tener en cuenta que la verdadera y esencial riqueza se halla en las experiencias personales porque se puede llevar una vida de lujo sin gastar dinero: pasear descalzos por la playa  o por el césped, vivir un atardecer con su bella puesta de sol, conservar amistosamente con una persona, practicar la empatía puede convertirse en algo que no tiene precio. Muchas personas cargan con bienes de todo tipo, y sobre todo la necesidad de mostrarlos  y el miedo de perderlos.  Sentir  de continuo ese miedo de perderlos verdaderamente no es vivir, sino más bien un angustioso y constante sin vivir. Hay  ahí personas  que apenas tienen dinero pero a las que raramente les falta nada; sin embargo hay otras personas que poseen inmersas fortunas en bienes materiales pero que no logran colmar sus carencias, porque la felicidad  no se logra a través de una ambición materialista desmesurada. Esta circunstancia le confiere toda credibilidad a esa sentencia lapidaria, cuyo   autor se desconoce y que dice lo siguiente:  “No es más feliz el que más y el filo el que menos necesita”. En ocasiones  no tener nada que perder es una oportunidad para simplificar la vida y ser libres. Pero no somos dados en poner en práctica esta máxima, seguimos erre que erre en nuestro equívoco convencimiento de que la felicidad está basada en las cosas materiales que poseemos. Y no es verdad por el simple hecho de que muchas personas tienen  sus vidas resueltas económicamente  hablando pero para nada son felices.

 

martes, 28 de noviembre de 2023

Humanitarios