Por
el impacto mediático a nivel global que causó la noticia, la cual fue trending topic durante unos cuantos días
en los medios de comunicación, todos conocemos sobradamente que a mediados de abril del año en curso, por un accidente fortuito, se declaró un incendio de dimensiones gigantescas en Notre Dame, la celebre catedral de París y las llamas
arrasaron una gran parte de su antiquísima arquitectura. Esta catedral es sin duda un monumento extraordinario, símbolo enorme de la
historia humana y europea y a su vez
patrimonio cultural de la humanidad. También acoge cierto
romanticismo literario a cuenta de estar vinculada a “ Quasimodo”, el jorobado de Notre
Dame, personaje principal de la obra Nuestra
Señora de París, del
escritor francés Víctor Hugo, y que tanto juego ha dado para los directores y guionistas del cine y el teatro.
Y dadas unas breves pinceladas sobre lo que representa este emblemático y
antiguo edificio, lo que en verdad
quiero comentar es el hecho de que mientras aún
las llamas consumían Notre Dame
las grandes fortunas ya empezaban a desenfundar sus carteras en forma de
donativos para la reconstrucción de susodicho edificio. Según la información
que he leído al respecto, sobre los 800
millones de euros son los que se llevan recaudados hasta el momento para su
reconstrucción, que es una cifra mucho más elevada que lo recaudado en favor de los desastres naturales o crisis humanitarias en los últimos años. Como se ve a consecuencia de sucesos de
este calado que se convierten el epicentro mundial de la noticia por la transcendencia
del mismo, salen de sus lujosas madrigueras toda esta calaña de
multimillonarios con el único propósito de montar una altruista operación de
marketing y a su vez protagonizan todo un
magnífico golpe de efecto a costa del erario público francés, por que según tengo entendido en Francia las donaciones caritativas se benefician de una deducción de
impuestos. Aunque al parecer un grupo nutrido de estos benefactores ha dejado
claro que no se acogerán a ningún tipo de ventaja fiscal. Mentira. Es simple y llanamente postureo y gesto cara
a la galería de todos estos ricachones podridos de dinero.
Claro que se acogerán, de ello no tengo ni la menor duda.
Lo
que deja bien claro este interesado altruismo,
es que cuando hay voluntad y compromiso tanto por parte de los políticos
como por quines poseen grandes fortunas de dinero, se puede
erradicar o paliar en gran parte la grandes tragedias que asolan el mundo; como
por ejemplo las muchas hambrunas que devastan al planeta. Por desgracia para solucionar esta
terrible problemática humana no hay dinero, en cambio para sucesos como del que hablo a toneladas ha
llegado. Una lástima y una gran iniquidad. A mí personalmente me importa más bien a la baja las piedras antiquísimas o
históricas y las impresionantes y bellas gárgolas que adornan la
catedral de Notre Dame; lo que verdaderamente para mí resulta de vital importancia son las
tragedias humanas y la devastación del medio ambiente que se sufrimos en estos momentos. Cierto que resulta una auténtica desgracia y gran pérdida cultural que el
fuego devorara parte de ese simbólico monumento parisino, pero yo preferiría
que las cuantiosas donaciones que han
aportado todos esos empresarios multimillonarios, la Administración y algún que otro
particular, fueran destinadas primero ha solucionar la problemática social citada antes
que la reconstrucción de Notre Dame.
Porque la catedral puede esperar el tiempo que haga falta para ser reconstruida, en cambio las vidas humanas
que corren el riesgo de morir, en especial la de los niños, no espera ni lo más
mínimo. De ahí la razón por el que alrededor de 8500 niños mueran de hambre
cada día, o que unas 160 personas
arriesgando literalmente sus vidas, llegan cada día en pateras a España huyendo
del hambre y el horror. Claro que esto puede sonar a pura demagogia, o
populismo que tan de moda está en la actualidad. Pero ante la cruda y dura realidad que nos
rodea y avasalla, a veces tanto la demagogia como el populismo sin aviesas
intenciones o espurios intereses, son necesarios aplicarlos para sensibilizar y concienciar a toda esa masa alienada o indiferentes a esta problemática de grandes dimensiones.
Me indigna y repatea hasta la
bisectriz, tal como diría el maestro Arturo Pérez-Reverte, tanta
hipocresía y tanto postureo altruista
por parte de todos estos sujetos que firman a troche y moche cheques sin
despeinarse. En especial cuando las tragedias humanas acontecen en Europa,
sobre todo en París, por el glamour y la transcendencia a nivel global que
representa esta ciudad. ¿Por qué no
salieron de sus lujosas madrigueras toda estos individuos podridos de dinero para
desenfundar también sus carteras cuando todas aquellas legiones de desdichados refugiados deambulaban por las calles y
carreteras de media Europa arrastrando sus miserias y sus temores? Es obvio de que en esas circunstancias no se podría dar el espectacular
golpe de efecto como en Notre Dame. Dejad
ya de tanto postureo y tanta filantrópica hipocresía y ustedes que tienen el
poder económico mundial y que tan influyentes sois para los políticos en la
actualidad, preocúpense por un futuro
mejor para todos sin distinción alguna y
sobre todo por salvar al planeta de
progresivo desastre que le estamos causando los humanos. Porque igual
cuando nos queramos dar cuenta de todo el daño que le infligimos al planeta,
estamos a punto de irnos todos al garete. Hay más necesidades en el mundo que son más urgentes
que la catedral de Paris, que no
deja de ser únicamente un edificio y como tal puede
esperar. Lo mismo que esperan su reconstrucción numerosos monumentos históricos y antiguos
que han sido bombardeados durantes los
conflictos bélicos acaecidos en Palestina, Siria,
Irack, Yemen... Quizá la arquitectura o el valor artístico y lo que representan
en sí estos edificios no tengan la misma transcendencia
histórica que la catedral de Paris, pero
según mi criterio tienen el mismo derecho a ser reconstruidos. Máxime si ha
sido la destructora mano del hombre
quien provoco su cataclismo. Pero hasta
ahora creo que nadie ha movido un dedo
para hacerlo. Es evidente que en estos países las donaciones de los
multimillonarios no posibilitan montar una espectacular operación de marketing
como la llevada a cabo en la capital francesa. Por otra parte, y como conclusión, sin tanta importancia histórica y cultural para el Vaticano tiene Notre Dame, siendo ésta una organización con un gran caudal monetario, ¿por qué su postura es "llamarse andana" a la hora de aportar dinero para su reconstrucción? La pregunta ahí queda. Cada uno que la responda como quiera.