jueves, 31 de diciembre de 2020

ADIOS AL 2020


domingo, 13 de diciembre de 2020

ÍDOLOS DIGITALES

Parece ser que cuando  le preguntan a los niños de hoy en día que quieren ser de mayores, hay una gran mayoría que su máxima aspiración es convertirse en youtubers o influencers. Nada de anhelar ser un famoso deportista, astronauta, cantante, arquitecto, doctor, etc. que era a lo que normalmente los niños de mi generación, y otras muchas bastante posterior a la mía,  contestábamos a la hora de preguntarnos que queríamos ser de mayores. Hay que reconocer que  por aquellos lejanos años las redes sociales no existían, la cuales a día de hoy  tienen gran influencia con referencia a las aspiraciones de los niños.  Por entonces, nuestras  pretensiones   para cuando fuéramos mayores se basaban en la  información que recibíamos a través de la Televisión.  Y como normalmente eran deportistas   o personas relacionados con la farándula y la música lo que se nos mostraban a través de este medio, nuestras aspiraciones eran ser como alguno de aquellos famosos sujetos   cuando alcanzáramos la edad adulta. Desde luego que aún se mantienen vigente hoy en día entre los niños  los deseos de lograr alguna de nuestras antiguas y sugerentes aspiraciones profesionales, pero muy a la baja, por el simple hecho de que las nuevas tecnologías  digitales están muy presenten  e influyen  a la hora de decidir una determinada aspiración.  A edades tempranas las respuestas de los niños vienen muy condicionada por la influencia que comienza a tener Internet y el consumo masivo de horas. Y es que los niños son habituales y constantes consumidores de las redes sociales  y conforme avanza la tecnología, la información continuada a la que están expuestos, lo modelos a seguir han cambiado radicalmente, de ahí la razón de el por qué las profesiones relacionadas con las nuevas tecnologías se están imponiendo a las profesiones que han prevalecido de toda la vida y que alguna ya he nombrado arriba. Es evidente que la demanda de contenido y el consumos en las redes sociales estás transformado lo que queremos ser; bueno más bien lo que quieren ser los niños  o los adolescentes, porque  uno  está mayor  para estos trotes.

 


Resulta palmario que cada vez más niños consumen Youtube y la mayoría de los creadores de sus contenidos para nada son celebrities, sino más bien  gente normal y corriente, de ahí lo fácil que es sentirse identificado. Los yotubers se han convertido en la actualidad en sus nuevos ídolos y esto  aparentemente hace  que tanto los famosos futbolistas como  cantantes, su condición de anhelados ídolos,  haya pasado a un segundo plano. Por otra parte,  la facilidad con la que pueden identificarse a mi juicio conlleva su riesgo por  el hecho de que al intentar parecerse a sus ídolos de Internet puede modificar su forma de actuar, sus hábitos de consumo, y llevarles a tener una perfección filtrada  de la realidad. Por esta razón es aconsejable que los padres vigilen a sus hijos  cuando estén  viendo  vídeos en  Youtube  por si pudiera resultar tóxico  su contenido. Esa misma vigilancia debiera estar presente también a la hora en que sus hijos escuchan o leen   la información que vierten los influencers en Internet por que resulta obvio que mayormente se basa en pura estrategia de marketing con fines provechosos, donde todo vale con tal de lucrarse. Los niños al no saber discernir la realidad, son  manipulados y engañados  con mucha facilidad .  Si  la forma de ejercitar su “profesión”  los influencers es la  de  mostrar de continuo su  palmito, los youtubers por regla general digamos que lo hacen de forma algo diferente;  éstos son más dados a mostrar situaciones ridículas o brutales para deleite de sus millones y millones de seguidores. Y además con un vocabulario zafio  que no sobrepasa el centenar de palabras porque  parece ser que es lo que gusta y engancha al personal que consume este tipo de contenido en Youtube. Lo confirma el que cada vez se van sumando miles y miles  más de personas a sus listas de seguidores. Por otra parte,  lo único que se requiere en esta profesión de youtuber es tener una variedad de tacos con que salpicar las absurdas conversaciones y hacer el ridículo en cantidades industriales. Esto te asegura seguir inflando la lista de seguidores y evidentemente  trincar más cantidad de dinero. Así de fácil. Por tanto, ¿que necesidad tenemos, tienen más bien los niños o los adolescentes,  de estrujarse el cerebro estudiando si al final  para ganarse divinamente la vida es  mostrarse como un estúpido supino o hacer el ridículo más espantoso en  Internet?. Como esta sociedad se rige por la oferta y la demanda,  el personal así lo quiere por mucha estulticia que lleve implícito este lucrativo medio de vida.  Menos mal que hubo  niños y adolescentes de mi generación y otras posteriores que hincaron a base de bien los codos estudiando   y por este motivo tenemos hoy en día  la gran  suerte de contar con epidemiólogos, médicos y microbiólogos que al final estoy seguro que todos ellos acabarán por salvar al mundo de esta letal pandemia patógena del Covid-19. ¿Se hacen una idea de que  otra  pandemia patógena  de idéntica magnitud trágica que la actual aparezca dentro de unos años y necesariamente, porque no hay más, tengan que ser los youtubers o influencer quienes tengan que salvar al mundo?.  Si esto ocurre, encomendarse a la Divina Providencia y rezar será la única esperanza que le quedará a la especie humana para su salvación. Con lo cual, me da a mí que los ateos, agnósticos y el resto de no creyentes lo van  llevar crudo.  ¿Alguien lo duda?

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Maltratada


Vídeo-Poema en homenaje y recuerdo a las mujeres asesinadas por causa de la violencia de género. Ahora más que nunca: ¡MALTRATO CERO!

miércoles, 4 de noviembre de 2020

OTRA DE POLÍTICOS

"La permanencia de grupos y personas en espacios de uso público, tanto cerrados como al aire libre, quedará condicionada a que no supere el número máximo de seis personas, salvo que se trate de convivientes" Esta fue la norma aprobada por el ejecutivo que salió publicada en el B. O.E, si no recuerdo mal creo que fue el  día 26 de octubre. Pues bien, resulta que  dos días después de aprobarse esta norma, varios representantes del Gobierno y de los partidos punteros de la oposición se reunieron la noche del 28 de octubre  para celebrar por todo lo alto un evento de postín en el Casino de Madrid. Se trató de un  ágape organizado por un periódico digital para la entrega de los premios habituales que concede cada año y para beber y comer de gañote los allí presentes.  De   entre las 150 personas  reunidas en el ágape de marras se encontraban desde el ministro de Sanidad al jefe de la oposición y la líder de Ciudadanos,  Inés Arrimadas. Vamos que “la cren de la cren” de toda la chusma política que nos gobierna y que nos están obligando y mareando con tropecientas medidas sanitarias todos los días.  Lo que realmente indigna de esta situación es que muchos de los sujetos allí presentes no respetaban las recomendaciones sanitarias porque estaban sin las mascarillas puestas, o en su defecto mal colocadas, y también sin guardar la distancia de seguridad requerida. ¡Que comportamiento vergonzoso e irresponsable de todos estos políticos, la verdad!. Parece que se estuvieran riéndose de nosotros a la puta cara con este comportamiento.  Ya se que es ciencia ficción,  pero yo pienso que  lo políticamente correcto hubiera sido que aquella misma noche hubiera entrado a saco la policía al Casino de Madrid y empezara a poner multas ejemplares a diestro y siniestro a todos aquellos irresponsables y después desalojar el local. Lo mismo que hacen cuando pillan in fragantes a todos esos jóvenes que se reúnen para beber sin control en un lugar concreto sin respetar  recomendación sanitaria alguna . Pero ya indico que es ciencia ficción  porque resultaría  imposible  llevar a cabo tal  desalojo del Casino y aplicar las correspondientes multas por tratarse de individuos con tanto poder político que parece que se encuentran por encima de  las propias normas que ellos mismos imponen, o decretan. Y es que las normas decretadas a raíz de la pandemia patógena son más bien para que sean  respetadas únicamente por  el populacho. Aparentemente no van con los políticos ni tampoco con los poderosos. Parece ser que quienes hacen las normas crean espacios supuestamente “legales” para hacer vida social que la ciudadanía no puede porque no está a su alcance.  




La ciudadanía por desgracia resulta ser la plebe, dispuesta siempre a acatar órdenes impuestas. Y por costumbre obedecer porque quienes las imponen, ya se encargar de generar miedo y temor para que dócilmente sean obedecidas. En este país es habitual que los políticos exijan a los demás lo que luego ellos no se aplican a sí mismo. Entonces, ¿ cómo hacer pedagogía a la población si donde dices digo , digo Diego? ¿Cómo pretendes como político que se supone que eres que tu figura sea creíble si tú mismo te saltas las normativas a las primeras de cambio? Tal como ha sucedido con el polémico asunto del Casino de Madrid. No se, igual vuestro deleznable comportamiento fue por causa de que hasta vosotros mismos os habéis hartado de las restricciones y obligaciones que impone la  pandemia. Todo puede suceder. El hartazgo al final acaba generando situaciones de este índole y por mucho que pertenezcáis a la élite social, no os halláis libre de tan angustioso hartazgo, tal como prácticamente la totalidad de los ciudadanos de este país lo estamos. Por que aquí nadie es inmune mentalmente a la que está cayendo.

 Al día siguiente de celebrarse el ágape, en los medios de comunicación apareció publicada esta noticia, así como imágenes de los políticos más relevantes  asistiendo al mismo. Teniendo en cuenta que nos encontramos en medio de la segunda ola de coronavirus  y en unos días en los que se recomienda que se extremen las precauciones, este comportamiento irresponsable de algunos políticos como era lógico no pasó desapercibido en las redes sociales, con la cual hubo indignación generalizada.  Por esta razón “les cayó la del pulpo”. ¡Vaya ejemplo que da la chusma política; qué vergüenza! Dice un refrán que la mujer del Cesar debe serlo, no parecerlo. Para nada comulgan con el refrán la mayoría de políticos. Mucho bla, bla, bla, para luego hacer lo que les sale de los cataplines en todos lo ámbitos. Lo irritante de todo este asunto es que son estos señores  a los que votamos. Por tanto son los que nos merecemos. Por ende, luego no nos quejemos si al país le va de culo y cuesta abajo y además sin frenos. Como era de esperar, tras el aluvión de toda esa  indignación generalizada  que se hizo palmariamente notar en las redes sociales, tuvo que salir de seguido a la palestra pública,  con cierto apuro y rostro compungido,  la portavoz del ejecutivo, María Jesús Montero, para disculpar a los suyos, y pidiéndoles autorreflexión a fin limitar su presencia en eventos de este tipo porque según la ministra portavoz  son el referente de la sociedad. Pues vaya desgracia la nuestra, porque ¿con referentes de esta catadura  cómo vamos a salir de este mal endémico que nos ha caído encima? Para echarse a llorar y no encontrar   jamás consuelo alguno. En fin; qué menos que el pedir disculpas por la evidente irresponsabilidad de sus colegas políticos. Pero como dice el tópico: “el mal ya está hecho y que allá cada uno cargue con sus consecuencias”. A mi juicio, estas adecuadas disculpas no dejan de ser preventiva estrategia al ver peligrar sus privilegios. Desde luego que a la mayoría de políticos  a ser oportunistas no les gana ni dios


martes, 20 de octubre de 2020

LAS CANCIONES NOS SALVAN

Estoy plenamente convencido de que la música es intangible y muy poderosa su función, lo mismo consigue hacer cosas a gran escala como pueden ser los conciertos benéficos, o simplemente te puede ayudar a superar una mala situación personal.   Tiene a su vez una gran  capacidad de conmover dependiendo claro está  de las circunstancias que la rodean, como por ejemplo dónde o cuando se la escucha y por supuesto en  compañía de quién  se la escucha.   Lo que resulta bastante palmario es que la música regula nuestras emociones,  que  estimule o calme, estará subordinada a  la situación mental que se viva en los momentos  que llega a nuestros oídos. Parece ser que muchas investigaciones han demostrado que la música tiene un efecto positivo sobre nuestra conducta afectando a nuestro estado de ánimo. Desde luego que para calmar comportamientos o situaciones agresivas la música que suena, digamos que en tono relajante, resulta muy   efectiva y  por ende genera efectos positivos, con lo cual no me extraña  que afecte el estado anímico, en este caso para bien.  De ahí mi total acuerdo con las  investigaciones  y sus conclusiones finales. Y cuando  hablamos, o nombramos la palabra    música,  lógicamente nos estamos refiriendo a las canciones que son la esencia de la misma y  estoy seguro que  también  la mayoría de ellas  forman parte intrínseca  de nuestra existencia.  Por norma general también  acaban convirtiéndose en “la banda sonora de nuestra vida”, por  la simple razón de que  a veces nos traen recuerdos y  otras nos hacen soñar. Y es que las canciones muchas de ellas resultan altamente motivadoras.  Tienen el poder suficiente de darnos un subidón de autoestima y confianza de manera instantánea.  Y qué decir de esa canción  que repentina escuchas y  es justamente la que necesitabas oír en ese momento, con  lo cual  su mensaje es un extra en forma de “chute de positivismo”  que has logrado y ello felizmente pueda que  te haga sentir  menos solo, o más comprendido; o tal vez  más motivado. Y venirte arriba. Supongo que a todos nos gustaría escuchar cada mañana una de esas canciones que sirven para que muchos de los obstáculos de la vida resulten más salvables y de esta forma concebir, o ver,  la propia existencia desde una perspectiva más optimista. Lo maravilloso  es que las canciones   siempre están ahí y dispuestas a poner en marcha de inmediato su magia, y a veces, su  terapéutica  función en el preciso momento que las necesitemos. Y esto equivale lo  mismo para subirnos el estado de  ánimo con su optimista y alentador mensaje, como también  para hacer que  descaigamos  en un estado de melancolía total si es lo que realmente en ese momento necesitamos.  Lo que resulta  bastante axiomático es que las canciones de una u otra forma acaban por salvarnos la vida.



Resulta palmario el  que  una canción sin ningún  problema  te puede llevar directamente a una emoción de un momento concreto. Y refugiarte  en ella por imperativo de las circunstancias. Esto es lo que ocurrió con la célebre y popularizada  canción de “Resistiré”, compuesta e interpretada   a principio de la década de los ochenta del pasado siglo por el "Dúo Dinámico".  Esta canción  más que un placer por escucharla, fue una necesidad en el contexto del duro y angustioso confinamiento que sufrimos meses atrás a cuenta de la Covid-19.   Aparentemente a lo largo de todo el país generó una especie de entereza  colectiva    para  resistir a la pandemia patógena cuando a diario puntualmente a las ocho de la tarde sonaba en la mayoría de los balcones.  Por aquellos inquietantes días  escuchar el  mensaje que lleva  implícito   esta canción era recibir fuerza e ilusión suficientes para seguir resistiendo.  Durante el angustioso confinamiento, fue versionada por distintos intérpretes que la subieron a las redes sociales y se hizo viral.  Todo un himno atemporal resulta esta  canción que para nada hay que considerarla  pesimista ya  que se trata de un canto para soportar la adversidad.  También nos lanza un aviso a fin de recordarnos que tras los momentos de la tormenta, llega la calma. No hay duda de que es una canción que celebra el regreso a la vida. Por tal motivo debiéramos tenerla siempre muy  presente cuando nos  venga mal dadas, es garantía de superar adversidades y de generar confianza a fin de reforzar la autoestima.  

Otra cosa de la que quiero hablar con relación al tema en  cuestión tiene como referencia la música reivindicativa la cual está unida normalmente a una circunstancia concreta y dura y por esta razón nos llega doblemente. Me estoy refiriendo a la canción como arma de protesta y que a lo largo del tiempo a dado paso al  fenómeno musical conocido como “Canción protesta”. Era así como se conocía allá por la década de los sesenta y setenta del siglo pasado la canción de autor que versaba sobre la situación social y política, en especial de habla hispana, porque concretamente la mayoría de los países que tenían en común el susodicho habla, incluyendo España, sufrían por aquellas décadas autoritarias y crueles dictaduras. Un "arma"  que había por entonces  para luchar contra toda aquella infame y extendida tiranía  era el uso de la canción protesta como denuncia, entre otras reivindicaciones. Obviamente a día de hoy ya no se canta este tipo de canciones como se hacía antes, aún así,  continúan en la actualidad vigentes  y siguen protestando contra el orden instalado desde una voz personal sus intérpretes. Por lo tanto en el presente siglo XXI, los cambios tecnológicos y el modo de consumir música han transformado el canon establecido de lo que se supone debe ser esencialmente una canción protesta, pero su concepto intrínseco sigue imperante por que las injusticias sociales y políticas persisten.  Por esta necesaria razón la música y sus respectivas "canciones combativas" no deben faltar nunca a fin de que prosigan denunciando las  injusticias cometidas a cuenta de  los excesos y abusos del poder establecido, o también reivindicando causas justas, todo con el  propósito de crear conciencia en el ser humano.  

 

Este es el vídeo oficial donde aparece la canción "Resistiré" y que está versionada por varios intérpretes.



 

 

jueves, 8 de octubre de 2020

CANCIÓN SIN MIEDO. Vivir Quintana

 



CUANDO VIOLAN O MATAN A UNA MUJER, AGREDEN A TODAS.

 

Esta canción que pretende el que no se olvide a las mujeres muertas por fenicidios, también es a su vez como un himno al dolor, un clamor a la justicia y un grito que sale desde las entrañas del miedo y del silencio. Por que Ellas, todas las Mujeres que habitan este planeta, se quieren vivas. Es así como nos lo hacen saber con este mensaje de amor y de dolor de quienes lo viven y lo sufren en carne propia. Una canción que es también un grito de justicia y denuncia contra todos esos malnacidos canallas que son: violadores, depredadores, pedófilos, fenicidas…que las violan, las golpean, las asesinan, hacen desaparecer sus cuerpos…Es el rugir del amor en plenitud, la rabia, el coraje que se han concentrado en un mismo grito hecho canción para decir alto y claro ¡BASTA YA!. Porque cuando agreden a una Mujer, agreden a todas. Y todas responden. Al final les han crecido alas y pretenden volar en busca de libertad, de justicia….Ellas se quieren vivas; yo comparto sus ganas de quererse vivas y también deseo que cada noche cuando vuelvan de camino a casa, no tengan que ser por obligación o necesidad valientes, sino LIBRES…. Escuchen la canción cuyo título es “Vivir sin miedo” e interpretada por la cantante mexicana Viviana Montserrat Quintana Rodríguez, conocida como “Vivir Quintana” y cada uno de vosotros hagan y sientan como propio su mensaje.

 

 





viernes, 25 de septiembre de 2020

TELETRABAJAR


Debido a la pandemia  del Covid-19 han aparecido nuevas maneras de trabajar, una de ellas es el denominado  Teletrabajo. En   España ya se ha hecho una modalidad. Muchas personas a partir del duro confinamiento vivido lo descubrieron por vez primera, a pesar de que este método  de trabajo no era nuevo. Para nada  me considero un experto en este asunto de latente de actualidad por mor de la pandemia.  Como tampoco ejerzo   actividad  laboral alguna a través del Teletrabajo,   por ende  a base de información recogida puedo hablaros de este asunto relacionado con la innovación basada en el uso global de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación.  Ello me permite hablaros sobre este asunto.  A su vez poder  dar  mi opinión  sobre los entresijos que muestra  esta novedosa modalidad laboral   que  ha venido para quedarse, máxime cuando el Consejo de Ministros acaba de aprobar un decreto  ley para regular el Teletrabajo con lo cual su importancia no se debe minimizarse. Por supuesto que se quedará, si bien no en las condiciones  que se ha desarrollado durante este periodo excepcional como es la crisis  del Coronavirus. Por consiguiente una vez que hayamos superado  el escenario del la Covid 19, y en una supuesta situación de normalidad,   resulta axiomático que  su perspectiva se presenta a largo plazo.  Y es de  seguro que seguirán también promulgándose nueva leyes que permitan estimular una producción más flexible. Lo que está claro que hay muchas personas que están encantadas con teletrabajar. Personalmente no es que dude de muchas de sus ventajas, pero creo que no estamos reflexionando sobre los inconvenientes y desventajas que también tiene el teletrabajo. Aunque es de recibo el reconocer que posee una serie de ventajas tanto para los empleados como para la empresa en general. 



Lo que parece  a primera vista es que de este innovador método de trabajo los que mayor ventaja se cobran son los empresarios -¿alguien lo duda?-  porque les supone menos costes  y hasta un mayor aumento de producción. En cambio las ventajas en que supuestamente pueden verse  favorecidos los empleados  quizá  radiquen  en la flexibilidad del horario y reducción de su estrés. Aunque bueno, esto último me resulta muy cuestionable. Discrepo acerca si realmente  puede quedarse reducido el  estrés del trabajador ejerciendo su labor desde casa. Puede que al no estar  en continuo contacto físico  con alguna de las  personas que ostentan  cargos relevantes en la empresa,  evite acumular estrés. Pero tengo mis dudas acerca de si se  podrá o no acumular estrés  cuando  no se dispone de  una casa lo suficientemente espaciosa para tener un sitio propio  y que se adapte a estas condiciones a fin de  teletrabajar con la tranquilidad necesaria , y  no tener que verte molestado a menudo,  especialmente por  los niños que ya sabemos todos  lo pesados  y agobiantes que acaban resultando en estos casos y sobre todo si  llevan un tiempo largo encerrados en casa.  Otro inconveniente que veo en  esta situación es que no existe una línea de separación entre la vida personal y la laboral,  por mucho que nos quieran vender que facilita la conciliación entre la vida familiar y profesional. En cambio lo que encuentro beneficioso para la sociedad, o más bien para el medio ambiente, es que este método de trabajo reduce los desplazamientos de coches y con ello se reduce la contaminación y obviamente al descongestionarse las vías de circulación hay menos accidentes de circulación. Y es obvio que todas las medidas que se lleven acabo con el fin  de contaminar  lo menor posible la capa de ozono, va en beneficio de nuestra salud.

Desde luego que  el teletrabajar desde el propio hogar  tiene sus pros y sus contras.  Ya de por sí en no salir de casa supone una manera distinta de relacionarse con los compañeros y esto de alguna manera modifica nuestra conducta en aspectos que habrá quienes lo consideran menores, pero si lo analizamos profundamente para nada lo son. Es necesario "interactuar" con los demás en persona para cuidarse mentalmente. No puedes estar encerrado todo el  puñetero día en casa, además con  con el riesgo de que no desconectes del ordenador y acabes trabajando más horas de las debidas . Uno de  los inconveniente que veo en lo de trabajar desde casa es la reducida  movilidad que esto conlleva el eliminar los desplazamientos de los trabajadores   hacia los lugares  donde desarrollan su actividad laboral. Por tanto este hecho genera  a  los "teletrabajadores"   problemas de salud, en especial los dolores de espalda.  Otra cosa que resulta indiscutible es que la modalidad del trabajo no presencial  presenta perceptibles riesgos y posibles efectos negativos para la productividad y para la garantía de los derechos de los trabajadores. Por otra parte, hay algo que me resulta bastante palmario con relación al  el Teletrabajo y que va a tener consecuencias negativas para la economía de las pequeñas empresas  que se “reatroalimentan” a través del trabajo presencial de los empleados en sus correspondientes centros de trabajo.  Me estoy refiriendo al hecho de la no salida  de casa los trabajadores,   provoca en cadena el  cierre de  las pequeñas empresas: bares que sirven sus cafés o sus menús para los trabajadores; peluquerías   o   boutiques…si no sales de casa, entonces  ¿para qué leches  arreglarte el pelo o para qué comprarse nuevo vestido si no vas a relacionarte con   los de compis de la oficina o del taller? Y así un suma y sigue de pequeñas empresas de nuestro tejido productivo que se verán abocadas al cierre;  o a sobrevivir envueltas  en interminables  penurias económicas. Por tanto, no es oro todo lo que reluce a cuenta del Teletrabajo.  Está claro que a cuenta de evitar que se concentren muchas personas en un lugar por temor al contagio,  ha surgido de forma contundente el teletrabajo. Y naturalmente lo primero es la salud. Faltaría más. Pero claro está, lo de teletrabajar  hace que nuestra vida esté vinculada a una pantalla de continuo. Y lo normal es que esta circunstancia  acabe generando efectos no indeseables en todos nosotros. Creo que Geroge Orwell ya hablaba  en su obra “1984” de  ese futuro que se vislumbraba a través de la omnipresencia de los ordenadores. Sintiéndolo mucho, esa visionaria pesadilla de los ordenadores ya la tenemos aquí.

lunes, 31 de agosto de 2020

A VUELTAS CON LAS MASCARILLAS

La crisis que se ha originado a cuenta de la pandemia del Covid-19 y su denominada nueva normalidad ha supuestos muchos cambios para la población española. Uno de esos sustanciosos cambios es la obligación por orden ministerial de llevar mascarillas en la vía pública como medida preventiva de contagio.  Razón por la cual    los ciudadanos españoles  nos tapamos boca y nariz con este elemento de prevención y de higiene. A mi personalmente me    resulta una incomodidad supina tener que llevar la mascarilla  encima la mayor parte del día. Pero no queda más remedio que cumplir la norma bien por responsabilidad o por temor a ser multado  por cualquier agente del orden público si   te ven en la vía pública sin ella puesta. El caso es que por una u otra razón mayoritariamente todos llevamos la mascarilla del miedo colocada en su sitio.  Historicamente   durante siglos las mascarillas han sido un símbolo de secreto, necesarias para amenazar cuando las portaban los antiguos bandoleros, o para esconder la cara agujereada del leproso y por supuesto que era la excusa perfecta para “pecar” durante carnavales o cualquier otra fiesta al uso. En cambio hoy en día todos vamos tapados con la máscara del miedo, pero no como a símbolo secreto, sino como una medida de protección contra la amenaza letal que representa la pandemia. Por esta causa se ha convertido  en un gesto cotidiano al llevarla encima todo el santo día; como   también ha dado pie   al nacimiento de un lucrativo negocio. La obligatoriedad de uso hace que la demanda de este elemento no deje de subir convirtiéndolo en una vía de negocio por la que cada vez apuestan más empresas. Lógico cuando han visto lo rentable que resulta. Ya dice el refrán que “aquí el que no corre, vuela”. Un claro ejemplo de este fructífero negocio guarda relación con las farmacias ya  que durante el pasado mes de mayo, según un informe de la consultora de salud HMR, vendieron 42,5 millones de unidades de mascarillas de todo tipo, lo que supone un negocio de más de 100 millones de euros. Y así suma y sigue porque desgraciadamente la pandemia no tiene indicios de que desaparezca a muy corto plazo. A estos datos hay que añadir las ventas que se han realizado más allá de las farmacias a través de tiendas, supermercados e incluso plataformas digitales como Amazon. Como se ve todos se han apuntado al carro de este nuevo comercio   por los pingues beneficios que genera. Lo que me resulta hasta cierto punto  inverosímil es  el hecho de que hace tan solo medio año, al comienzo de la crisis sanitaria,  el conseguir una mascarilla era auténtica tarea de titanes,  en  cambio ahora en cualquier establecimiento comercial puedes comprarla sin problema alguno    tanto en una farmacia, lugar más más lógico para su venta,  como  en una ferretería. Esto se debe a la fuerte demanda -con la llegada de la pandemia se disparó hasta en un 10.000%- de estos elementos que obligaron a muchas empresas a reorientar su actividad, al principio por la necesidad de material para los sanitarios y ahora por la  rentabilidad de su comercialización.  No hay duda de que la capacidad de hacer de necesidad virtud es habitual en nuestras sociedades de mercado. Razón por lo cual, hay muchos empresarios, pequeños y mayores, que continúan empeñados en aprovechar la ocasión.


 
 
Como bien sabéis,  al principio la inmensa mayoría de las máscaras eran normalmente iguales. Tenían ese aspecto hospitalario cuando tenían sentido y eran exclusivamente de uso para los profesionales de la sanidad. Pero progresivamente fueron dejando ese aire aparentemente igualitario y, aparte de su utilidad intrínseca, sirven, como todo el resto en esta sociedad de mercado tan excluyente, hasta cierto punto para mostrar las diferencias. Supongo que quien más o quien menos se habrá dado cuenta que la industria de la Moda, con sus famosos modistos en cabeza, aprovechando la coyuntura, se ha lanzado a diseñar lo más fashion en cuanto a mascarillas. Inventando sus propios códigos y sofisticadas colecciones, de tal color o tal diseño, así como material o dibujo. Desde luego que existen actualmente una industria dispuesta a convencernos de que esta o aquella otra son justo lo que estábamos buscando para la ocasión. Eso sí, al estar confeccionadas con tan sofisticado diseño, su precio oscila entre 80 y 100 euros cada ejemplar. Así como lo oyen: 100 eurazos de nada cada una. La cadena de supermercados Lidl, por ejemplo, sacó a la venta una colección con diseños de Agatha Ruiz de la Prada que se agotó en un solo día. Pero según tengo entendido   de lo recaudado donó 250.000€ a Save the Children para proyectos sociales. Me parece loable que  haya habido por medio un gesto solidario, pero aún así, no deja de resultarme absurdo   que por el simple hecho de ser diseñadas por tan afamada y aristócrata modista se agotaran en un solo día todos los cubre bocas puestos a la venta.  Por otra parte, comentaros que la industria de la moda ha incorporado las mascarillas sanitarias a sus desfiles, tanto como medida preventiva como convirtiéndolas en un nuevo complemento, con diseños atrevidos, lujosos o acordes a los estilismos presentados en las pasarelas. Me parece disparatado  que este producto higiénico sea exhibido en las pasarelas; como también exhibido por los famosos influencers en las redes sociales,  potenciándolo  como una moda insana y   apostando por tener la mejor foto en su “feed” de Instagran. Según mi criterio,  con tan descabellada  actitud están frivolizando este serio asunto de las mascarillas contra el Coronavirus.  Los influencers en vez de crear conciencia sobre como realmente se debería utilizar este producto lo que están haciendo es un “ postureo exhibicionista”    muy preocupante al potenciar su uso estético en detrimento del práctico.  ¿Esto del exhibicionismo vía Instagrán  forma parte de la nueva normalidad o se debe más bien  a que la estulticia del ser humano es infinita?. Hay dejo la pregunta.  

martes, 28 de julio de 2020

Banda original de los náufragos del amor




Resulta obvio el que la mayoría de nosotros tenemos la banda original de nuestras vidas, la cual pertenece a una determinada canción y que solemos acudir a ella cuando por circunstancias de la vida, normalmente funestas, necesitamos escucharla con el único propósito de aliviar el momento, o la crítica situación personal que se vive. Pero también hay otras canciones que no se trata de la banda original de nuestra vida, , sino melodías circunstanciales que por causa de un momento delicado en que se vive, o en su defecto se sufre, necesitamos escuchar.. Y desde luego la canción que suena en este vídeo para mí oírla ahora me resulta bastante oportuna. Se trata de la canción “El hombre del piano” que interpreta con esa voz cristalina y penetrante que la caracteriza, Ana Belén. Canción que nos habla de la nostalgia de un perdedor; pero también puede ser la nostalgia de tantos otros perdedores, lacerados por del desamor, que para olvidar su fracaso buscan refugio durante las infinitas y tristes noches del sábado, dentro de ese ambiente tóxico y viciado de los bares. Envueltos en el humo del tabaco, el alcohol, mujeres que mercadean con su cuerpo… Sin duda, una canción cuyo mensaje viene a decirnos que amar es importante, vivir no. Por eso puede ser perfectamente la banda original de los eternos perdedores y de los náufragos del amor que necesitan escucharla como si de una tabla de salvación setratara. Por que para ellos está escrito y cantado eso de:
“Toca otra vez viejo perdedor
haces que me sienta bien,
es tan triste la noche
que tu canción sabe a derrota y a miel”





miércoles, 8 de julio de 2020

ANCIANOS ABANDONADOS



 

 

No hay duda de que a  uno de los colectivos que más afectó la pandemia del Covid-19 cuando estuvo en su momento más crítico fue al de los ancianos. Los castigó con mucha crueldad porque resultaron  ser los más débiles, los más vulnerables, los más indefensos.  En España el coronavirus se cebó  especialmente con ellos, la mayoría de los mismos aislados en residencias, donde  la pandemia ha sido unos de los grandes focos de contagio y muerte . Quizá esto ocurriera por falta de medios para hacer frente al Covid-19 y otras veces  por  de la desinformación de los trabajadores acerca de su riesgo  letal. Lo único que se con certeza es que alrededor de 20.000 ancianos han fallecido de los aproximadamente 28.000 en total de muertos que ha habido en España a cuenta de los ataques de virus mortal. Resulta a todas luces escalofriante  esta cifra de ancianos fallecidos. Esta sociedad los arrinconó y en apariencia estaba dispuesta ha convertirlos en el precio razonable de coronavirus. Ya hubo más de algún despreciable sujeto, caso del vicegobernador de Texas  Dan Patrick, que tuvo la desfachatez de decir públicamente que había que dejar morir a los abuelos para salvar la economía.  Y lo justificó diciendo que no se podía perder el país por estar asintiendo a un colapso económico. Vamos, que  su deseo era anteponer  la economía por encima de la vida de los ancianos. Y lo triste del caso es que no fue exclusivamente este individuo quien salió a la palestra para dar pábulo a lo comentado, por desgracia  hubo otras más voces con peso relevante dentro  la política  y de las finanzas a nivel global   con parecida  opinión. Para mí que estaban  convencidos de que había que excluirlos, o recluirlos en esos “mataderos modernos” como en mi opinión son la residencias, para que el resto de la población se pudiera sentir libre y la economía pueda recuperarse.  Me parece lamentable e indignante  a más no poder que se priorice la economía de un país  por encima de las vidas de los ancianos. Y sobre todo en España, que todo lo que tenemos actualmente en cuestión de bienestar, se lo debemos excluidamente a ellos, que tras la posguerra lucharon por sobrevivir, se dejaron la piel en el intento, tuvieron hasta que emigrar, a fin  de sacar  sus familias adelante y lo han dado todo en la última crisis económica que aún nos lastra. Nuestros abuelos fueron quienes contribuyeron a  levantar este país, entregándonoslo mucho mejor que como se lo habían encontrado y  nosotros, que somos  la sociedad en general,  les hemos  fallado porque  durante las semanas más críticas de la pandemia fueron totalmente discriminados y se les dejó morir solos y en silencio, además sin poder recibir visitas ni asistencia médica y algunos ni consuelo espiritual. Si la justicia deja que este horror pase sin que los culpables paguen las consecuencias tendremos motivos amplios de avergonzarnos de la España en que vivimos. Porque merecen todo el respeto del mundo no ya solo por su condición de mayores, sino porque fueron ellos los arrimaron el hombro para  levantar este atribulado país tal como ya he indicado.  Resulta un axioma el que nuestra sociedad está deshumanizada y muestra poca sensibilidad con el bienestar de nuestros mayores. Aunque eso sí, presume de ser  muy solidaria y empática, pero a mi juicio prima el egoísmo puro y duro.  Y la sociedad tiene el deber de ser solidaria y proteger mucho mejor a los ancianos. Y por desgracias sabemos sobradamente que no es así.  Esta pandemia  nos lo ha puesto delante de los ojos para que veamos in situ  como la ética y la empatía hacia ellos brilla por su ausencia. Resultó verdaderamente  trágico, y por supuesto infame,  cuando por falta de medios para hacer frente al Covid-19, como fueron UCI , el  personal sanitario y los    Epis,  el triaje de los hospitales tenía que tomar la decisión de a quien salvar antes. Y antes tan terrible decisión, se hacia ostensible que la vida de una persona mayor valía menos que la de un joven.
 







 
Deberíamos de encarar una reflexión profunda sobre ¿qué es lo que estamos haciendo con nuestros mayores o   por qué han sufrido una muerte ignominiosa mieles de ancianos durante la pandemia?.  Y esa reflexión, no ya en el ámbito social, sino desde algo más cercano e íntimo como es el entorno  familiar. Porque  que a mí me ha dejado un poco descolocado, y  me repatea los higadillos,  tanta  “lágrima de cocodrilo”  de los familiares de las víctimas fallecidas  en la residencias por la escasa, o más bien nula,  calidad humana de los las personas responsables de proteger y cuidar a los ancianos, como son los  gerentes o dueños de las residencias  y  también  por mala praxis al respecto  de los políticos gubernamentales  y de las autonomías.  Y digo esto, porque si tanto amor  e indignación exteriorizas públicamente hacia a tus    progenitores fallecidos en las dramáticas circunstancias coravavíricas, ¿ por qué narices los recluiste   en una residencia para quitártelos de en medio como si de un estorbo se tratara? Hay casos extremos, como enfermedades crónicas que es  tanto lo que  se deterioran el organismo o cerebro de una   persona anciana  que     no queda más  alternativa que ingresarlos porque recibirá mejores cuidados y atenciones por parte de profesionales de la medicina. Pero cuando nuestros abuelos están en plenas facultades y son ingresados en una residencia,  en el momento que  ocurren situaciones trágicas como las vividas tiempo atrás a cuenta de la pandemia patógena  a mí  que no me vengan con su fariseísmo  en actitud lacrimosa porque no me conmueve para nada. Lo que está bastante claro es que solemos    quitamos a los mayores de encima con las excusas más variadas, y la  más común es el no tener tiempo para nada porque el ritmo vertiginoso de la sociedad actual literalmente nos absorbe y no deja tiempo para estar con ellos. Y claro, en esta situación para quienes viven en un estrés  permanente,  las personas mayores son un estorbo y hasta cierto punto invisibles para su propia familia. Por eso se enfrentan la mayoría de veces a la terrible soledad de sus últimos años de  vida encerrados en esa especie de “aparcamayores” que no son otra cosa que las frías y lúgubres residencias, aguardando la visita de nietos, hijos, como si de una propina se tratará. Se hace de imperiosa necesidad un cambio de modelo en lo que respecta a las residencias, para que dejen de ser un “aparcamayores”.  Y desde luego, ese cambio debe también ser  extensible a los familiares de las personas ancianas,  y a la sociedad en general, porque aunque la vejez nos de miedo, también es sabiduría. Lo que nunca deberíamos es olvidar es su entrega con nosotros y su amor  inconcidional  que siempre nos lo otorgaron cuando lo necesitábamos. Y está es la cruel  gratitud que reciben por su dedicacación y cuidado hacia nosotros: el abandonarlos  a su suerte en estos morideros modernos llamados residencia de la tercera edad. Pero como atinadamente dicen el refrán: "con la vara que mides serás medido". Por tanto, ojo al dato.








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martes, 9 de junio de 2020

POLÍTICOS Y PANDEMIA



Es obvio  que los españoles, durante los momentos más críticos de la pandemia, hemos demostrado una disciplina social tan férrea y tan a rajatabla, que incluso a nosotros nos ha sorprendido. Pienso que la inmensa mayoría  hemos cumplido con mucho rigor uno de los confinamientos más duros que ha habido en Europa. Con lo cual esto indica que los ciudadanos de a pie sí hemos estado a la altura de las circunstancias; en cambio dudo  que los políticos lo hayan estado. Puede que al  principio  de la crisis sanitaria todos los partidos se acogieron al sentido común y dejaron en un segundo plano el sentir disgregado a fin de hacer frente de forma conjunta contra la pandemia.   Esta circunstancia , a mí personalmente, me    pareció que estaban  tirando juntos del mismo carro con la finalidad  de  proteger la vida de los ciudadanos españoles. Pero esa  unión,  un tanto forzada y artificiosa,   ha ido  progresivamente desquebrajándose y cada partido ha estado  haciendo su particular e interesada guerra, no se si  de guerrillas o a campo abierto,  pero  lo que palmariamente no  ha sido en contra del letal Coronavirus que seguía, y aún sigue,  matando indiscriminadamente, sino más bien por intereses partidistas en su afán de continuar con el acoso y derribo contra el ejecutivo gubernamental. La   oposición  ha visto al actual  Gobierno visiblemente desgastado y ha aprovechado el momento. Me resulta descorazonador esa crispación permanente en que parece haberse instalado en la actualidad la política y Democracia  española por  esa actitud de revanchismo por parte de la oposición y el ejecutivo. Resucitando ambos "adversarios"  rencores o fantasmas guerracivilistas y  a la más mínima echándose  en cara los muertos de uno u otro bando que hubo durante la remota contienda fratricida. Sin duda  son varias las  reyertas cainitas  que afloran hoy en día  en el Congreso de los Diputados cada vez que los políticos de diferente índole se reúnen para tratar cualquier asunto, en especial el de la crisis sanitaria, por que tiende a terminar  en un enfrenamiento tóxico o revanchista causado por sus reiterados   discursos incendiarios.  Lamentablemente a los políticos españoles desde siempre se les ha dado muy bien la inquina sectaria o partidista. Con estas guisas  la credibilidad del actual   Gobierno que carece de una mayoría sólida está quedando en entredicho  por estar enfrascado  en sus continuas  trifulcas gerracivilista con la oposición y también por esa especie de   "sainete  engañoso" que me han parecido resultar sus reiteradas prorrogas  del estado de alarma, con el agravante de que  las últimas  para conseguir llevarlas a cabo ha tenido  que pactar hasta con el mismo diablo  cuando  les hizo falta.    Por supuesto que de la oposición  tengo parecido concepto  por tanto "pirómano" manifestando sus ideas opuestas al Gobierno.  Desde luego que  dignidad no  tiene ninguna  toda esta chusma política. Ahora cuando más necesitamos serenidad de los políticos únicamente recibimos crispación.


 
 
Resulta palmario que    a estas  alturas  de la pandemia generada por el Covid-19 ya podemos tener con claridad una perspectiva de cómo han gestionado los líderes políticos la crisis sanitaria que les vino de la noche a la mañana  encima. Nadie podrá negarme que ha estado lleno de sombras y luces su gestión. Pero tampoco vamos a llevarnos a engaño hoy en día porque no creo que ningún Gobierno podría haber gestionado de manera intachable esta crisis. Su gestión se ha tratado más o menos de un experimento y como tal,  hay que equivocarse cantidad de veces para acertar con alguna, digo yo.   Creo que al principio no tenían ni capacidad ni conocimiento de la gravedad del asunto por eso  no les quedó más remedio que derivar responsabilidades a expertos científicos, como por ejemplo al hierático médico epidemiólogo,    Fernando simón Soria,  director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. Él ha sido quien se ha comido gran parte de este "marrón sanitario" a través de sus continuas comparecencias en Televisión.  Puntualmente nos ha estado informando de los estragos causados por el Coronavirus y las medidas preventivas a tener en cuenta para evitar contagios  y a su vez  ha  servido  para salvar el culo al ejecutivo gubernamental. Por otra  parte, "mentiras oficiales e interesadas", ha habido muchas. Empezando por los fallecidos a casusa  del Coronavirus-19.   Supuestamente de manera indigna y sibilina el Gobierno parece ser que  oculta la cifras reales de muertos.   Otra de las mentiras  apareció al comienzo de la emergencia sanitaria cuando hubo escasez de mascarillas. Como nos mintieron  de manera malvada diciendo que no eran necesarias, luego una vez que ya no hubo problemas de abastecimiento de mascarillas en todo el país, ya se impuso por ley  obligación de usarla en sitios concretos como medida de prevención de contagios. Uno  de los episodios vergonzosos e indignantes que  se dio durante estas crisis sanitaria fue, cuando los primeros días su inicio,  a falta de los equipos de protección individual en algunos hospitales fueron los propios sanitarios quienes tuvieron que fabricar sus equipos de protección con bolsas de basura. Una lastimosa falta de prevención política que a alguien tendrá que responder por ello en su momento. El resultado de toda esta mala praxis y desidia por parte del ejecutivo ha originado el que se hayan abierto varios frentes judiciales a cuenta de la infravaloración del riesgo, las compras millonarias del material sanitario a empresas chinas, la gestión de las residencias por parte de Pablo Iglesias y la "obstrucción a la Justicia por parte de altos cargos del Interior. Pero me temo que  los responsables de todos estos desaciertos se van a ir de rositas porque ya se sabe sobradamente en que manos está la Justicia en España. Para que surtiera efecto las correspondientes penas judiciales se debiera ir a los Tribunales de Justicia de la Comunicad Económica Europea,  pero como no se va acudir,  todas estas denuncias y querellas contra Pedro Sánchez, sus ministros y otros cargos de la Administración General por la gestión de la crisis sanitaria del Coronavirus, quedarán en agua de borrajas. Todas estas acusaciones obviamente están impuestas por los partidos principales  de la oposición,  El Pepé y Vox, que durante la emergencia sanitaria ambos han estado compitiendo para tratar de desgastar al Gobierno. Les ha traído al pairo los muertos y los contagios. A priorizado su interés por arribar a la poltrona del poder por encima del compromiso y acción conjunta a fin de  salir cuanto antes de la crisis sanitaria que tanto dolor y sufrimiento han causado. Pero a estos advenedizos y mediocres líderes políticos actuales parece que les falta compromiso serio con los ciudadanos, sus votantes, y les sobra su ansia arribista. Porque más que para servir están ahí para servirse.  Estoy convencido de que aquellos viejos líderes, la mayoría fallecidos, que estuvieron presentes cuando se estrenó la Democracia en España, de haberse visto inmersos en tan dramáticas circunstancias hubieran llevado con más dignidad y decoro la situación. Les sobraría  arrojo político para enfrentarse  a la crisis sanitaria y salir social y económicamente  lo más indemnes posibles de la pandemia. A pesar de que sus ideales estaban en las antípodas unos de otros, como líderes políticos eran consistentes porque estaban forjados en las duras batallas vividas y peleadas en carne propia durante los convulsos años de la Transición española. Tengo mis dudas acerca de  si estos políticos, que por razones obvias no vivieron tan compulsos años, su liderazgo tendrá la misma fortaleza. Aunque más bien creo que les debilita su ansiado arribismo y la codicia de medrar cuanto antes con visas de alcanzar la poltrona del poder, o tratar de perpetuarse sobre ella. Por esta razón generan de continuo crispación política. Y no me parece lo más políticamente correcto en la crítica situación que vivimos dejarse llevar por incendiarios radicalismos que surge tanto por parte del Gobierno como de la Oposición. No es hora de abrir trincheras, ni divisiones sino de buscar puntos de encuentro. El país y la ciudadanía lo necesita con urgencia para superar los efectos del Covid-19.

 

jueves, 21 de mayo de 2020

SOLIDARIOS


 
Me llama poderosamente la atención la frase siguiente:  “Juntos somos fuertes, casi invencibles; en cambio,  solos somos frágiles y resulta muy  fácil  derrotarnos.” Cuanta razón tiene el enunciado de tan lapidaria frase. Es una obviedad el que de forma colectiva somos como un muro infranqueable que posee una fortaleza descomunal a fin de enfrentarse a cualquier adversidad y garantizarnos la victoria; en cambio nuestra individualidad  hace que seamos  manifiestamente débiles y de extrema fragilidad, con lo cual nuestra derrota está asegurada. Tal  circunstancia se ha hecho palmaria  durante la actual crisis sanitaria del Covid-19. El hecho de aunar fuerzas tanto físicas como psicológicas, aparentemente, estamos  logrado poner a raya la pandemia vírica. Aunque somos conscientes   de que no ha desaparecido ; que sigue estando   de forma permanente  su amenaza vigilando para contagiar indiscriminadamente. Desconozco   si este invisible virus tiene la malsana intención de   quedarse entre nosotros  hasta que descubran   la ansiada vacuna que acabe por erradicarlo; o que sin más se vaya de nuestras vidas de la forma tal como llegó, sin avisar. Aunque bueno,  lo de sin avisar ahora que lo pienso no es cierto del todo. A cuenta de lo que estaba ocurriendo en  China creo que  ya estábamos “viendo las orejas al lobo”. Pero claro, nos pillaba bastante lejos el susodicho país. Además,   nuestra arrogancia y displicencia  derivada de la sociedad del bienestar, nos hizo creer que hasta aquí  no iba a llegar el letal virus. ¡Y vaya que sí hizo acto de presencia  y además  puso  patas arriba nuestro  acomodado estilo de vida y a su vez  causando un sufrimiento gigantesco!. Estoy convencido de que si la Organización Mundial de la Salud se hubiera preocupado en avisar a tiempo, ofreciendo protocolos de actuación,    se hubiera ahorrado muchas muertes y sufrimientos. Pero lamentablemente no lo hizo y ahí están palmariamente las trágicas  consecuencias a nivel  global.  En fin; que   ojala hayamos tomado buena nota de todo este esfuerzo  compartido, porque sin una actitud colectiva y solidaria peligra nuestra supervivencia. Hemos visto y experimentado que somos muy frágiles y vulnerables. Por ende, tengamos siempre muy presente que en la lucha por  vivir, nunca sobreviven los más fuertes, esos que acostumbran a estar de continuo su existencia envuelta    en conflictos y prepotencia, sino quienes apuestan por apoyarse o ayudarse mutuamente. Esto según tengo entendido era la enseñanza que ponían en práctica   los viejos anarquistas. Quizá  la clave   para afrontar  cualquier otra próxima  pandemia de índole parecido al Covid-19  y que trate de poner   en jaque nuestra supervivencia, es poner en práctica esas enseñanzas que otrora pusieron en marcha aquellos viejos anarquistas que cito.



 
 
Lo que no me cabe la menor duda es  que, desde la responsabilidad individual, deberíamos tratar de cuidarnos a nosotros mismos porque es la única manera de cuidar a los demás, creo yo. Algo así como la ley del Karma: lo que das recibes; en este caso para bien. Desde luego que recibir y además de ser un acto generoso cargado de empatía, nos hace sentir más saludables y por supuesto que también más felices. Como os habréis dado cuenta  estoy hablando  de solidaridad,  ese acto de apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles.  Como por ejemplo esta situación  dramática  que vivimos en la actualidad a cuenta de ese “mal bicho vírico” que nos está trayendo a mal vivir y nos pone delante de la muerte con toda su crudeza. Por esta razón se ha hecho de imperiosa necesidad apelar a la solidaridad encendiendo la llama de la fraternidad.  A la respuesta de las instituciones oficiales,  se ha unido  una  red solidaria de voluntariado  a lo largo y ancho del país que sirve de gran ayuda, en especial  para aquellos colectivos más vulnerables que están sufriendo en estos momentos y que son nuestros mayores. También a principio de la pandemia,  por todo el país surgió casi  de ipso facto la mayor  ola de solidaridad de la Historia a nivel de empresas. Todas ellas  estuvieron en primera línea y con el único objetivo de salvar la población brindando su apoyo  incondicional al sistema de salud pública por  que los primeros días de esta crisis  sanitaria se encontró literalmente desbordado y a falta  de los equipos de protección individual ( Epis)  para los sanitarios.  Estoy convencido de no haber surgido  tan gigantesca ola  altruista, el caos y el drama que se hubiera formado dentro del sistema salud pública hubiera sido de dimensiones descomunales. Pero como es habitual en el momento que surgen los grandes desastres de la humanidad, la predisposición solidaria de los ciudadanos  de corazón noble y las empresas altruistas  siempre están ahí para echar una mano y hacer más llevadero el dolor y el sufrimiento que genera  cualquier tragedia  humana. Como también los gestos solidarios  nos confirman que individualmente somos una gota de agua, pero cuando actuamos juntos nos convertimos en un inmenso océano que nos salva de cuanto infortunio se nos ponga por delante. Porque sólo mediante el cuidado y la ayuda mutua se puede luchar y es a través de esa lucha es como  podremos  cuidamos de forma  colectiva. Por tanto, sigamos reivindicando la solidaridad. Su concepto debe continuar entrando hasta lo más profundo de nosotros mismos. Aunque  pase esta etapa tan crítica que nos ha tocado vivir, o en su defecto sufrir- tarde o temprano quedará atrás esta horrible pesadilla-  apostemos por   que  esté presente lo más posible la solidaridad en nuestras vidas para hacer más llevadero todo ese ingente  drama humano  que  existe actualmente  a nivel planetario   y  que la crisis sanitaria del Covid-19 hace que   nos estemos olvidado de él. Me estoy refiriendo al  “Coronahambre”   que  mata tanto, o  si cabe más,  que el  maldito Coronavirus. Y por desgracia, a pesar de que la  “pandemia del  hambre” lleva más de un siglo  matando a millones personas en el Planeta, ni los lobbies farmacéuticos ni el de los laboratorios, como tampoco los gobiernos de   los países que engloban las principales economías del mundo se han preocupado de sacar una vacuna que logre acabar con ella.  Por lo que se ve hasta ahora,  ni tienen, ni tendrán creo yo,  el más mínimo interés en un futuro  descubrirla. Con lo cual, seguiremos en esa dolorosa espiral que hace que el sufrimiento de unas personas venga provocado por la insaciable codicia de otras.
  
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lunes, 4 de mayo de 2020

COTIDIANIDAD

 
 
Estamos tan acostumbrados a que ciertas cosas las demos por hecho que forman parte de nosotros, que ni cuenta nos damos  de lo importante y valioso que supone el tenerlas. Máxime si se trata de esos momentos   cotidianos, que transcurren en nuestra vida con su inherente monotonía. En este caso el valor que le otorgamos en prácticamente nulo. Y qué equivocado estamos. A veces nos damos cuenta que teníamos en nuestra vida algo importante, pero únicamente lo valoramos una vez que lo hemos perdido. Entonces sucede que reaccionamos en poco tiempo, pero lamentablemente ya no hay vuelta atras. Según mi criterio es probable que esa costumbre de estar habituados a algo en concreto, hace que ni nos preocupemos en pensar el valor intrínseco que tienen  y hasta se nos hace difícil la idea de no disponer de todo ello cuando realmente nos apetezca. Lo que está claro es que a menudo cuando  por alguna nefasta circunstancia lo perdemos, nos damos cuenta de que   no supimos  valorarlo  en el momento presente  y   como norma  habitual acabamos por apreciarlo demasiado tarde.  Que este hecho genera una sensación desagradable y frustrante, no tengo la menor duda.  No se si por estúpidos, o por arrogantes, una mezcla de ambas seguro, el caso es que  no prestamos el interés necesario  en conocer el valor que representa  la cotidianidad en nuestras vidas y como los humanos acostumbramos a  pecar de soberbia, nos creemos que lo tendremos siempre a nuestro alcance y por esta razón lo descuidamos. Y luego pasa lo que nos pasa: que nos encontramos angustiosos y necesitamos  cuanto antes  volver a sentir esa cotidianidad que  la hemos perdido; o nos la han suprimido por imperativo legal como está sucediendo en estos momentos a cuenta de la pandemia vírica generada por el letal  Covid-19. Como bien sabéis  a mediado de marzo para luchar contra esta pandemia vírica el gobierno decretó el “Estado de Alarma”  y con ello el mundo se paró. Esto supuso el tener que estar confinados  dentro de los hogares y  la vida aparentemente comenzó a transcurrir a través de los cristales.   La imposición por cuarentena  supuso la restricción de movilidad  y con ello inesperadamente hizo que desaparecieran   todos esos momentos cotidianos que forman parte de la normalidad. Si antes   nos parecían de lo más  insignificante,      cuando nos hemos visto  a falta de ellos,  nos ha entró verdadera  angustia y necesitábamos  cuantos antes  recuperarlos  porque verdaderamente, aunque tarde,  nos dimos cuenta del  valor intrínseco que tienen en  nuestra vida.


 
 
Supongo que en este tiempo de confinamiento, el cual ahora después de varias semanas empieza a relajarse y resulta un poco más flexible que el de días atrás,  al menos nos han permitido el poder  respirar un poco “aire de libertad” proveniente de los espacios abiertos. A lo que iba,  durante el duro confinamiento  estoy convencido que la mayoría de ustedes habrá echado en falta la cotidianidad. La falta de esas cosas que aparentemente son  muy simples, pero que resultan de  necesidad vital como: dar un paseo tranquilo por el campo, por la playa. Tomarse una consumición en  animosa  compañía. Esas manifestaciones de cariño de familiares y amigos. Ir  al cine, o ver un espectáculo musical, cultural, deportivo;  o cualquier otro  que te plazca sin que nadie ni nada te lo impidan.  O simplemente sentarte en un banco del parque en plan  contemplativo escuchando el melódico  trinar de los pájaros y tranquilamente dejar que pasen las horas, sin más.  En definitiva salir de casa cuando te de la real gana sin restricción de movilidad alguna.  Todas esas cosas  simples y cotidianas que forman parte de la normalidad y que las hemos tenido siempre  a nuestro alcance   sin suponernos  dificultad alguna para obtenerlas. Quizá por tenerlas con tantísima facilidad a nuestro alcance nunca  hemos nos ha preocupado la más mínimo en   darles la importancias que se merecen. Entonces, cuando de repente nos hemos vimos   privado de todas ellas, de forma generalizada  conocimos el valor extraordinario  que representan en nuestras vidas.  Vamos a ver si  somos capaces de salir mentalmente lo más fuertes posible de nuestra resilencia  y una vez que hayamos recuperado progresivamente la normalidad tras las graduales fases  de desescalada del desconfinamiento  que tiene prevista llevar a cabo  el Gobierto  para este fin,  en adelante  tengamos siempre muy presente el valor  transcendente que tienen en nuestra vida los gestos cotidianos. Porque yo no se ustedes  lo que   con imperiosa necesidad deseaban  lograr en los momentos duros que hemos pasado  durante el confinamiento,  cuando las privaciones y restricciones estaban en su punto más culminante y generaban muchísima   angustia . Yo sólo deseaba   volver a vivir la normalidad simple y llanamente. Esa normalidad habitual  que hemos conocido desde siempre. Porque tengo mis dudas o incertidumbres  sobre vivir la  “nueva normalidad” de la que tanto se jactan en vociferar los políticos afines al poder. Y la verdad, a mí   me entra yuyo sólo en pensar que la nueva normalidad se va a basar en vivir con la psicosis  metida en el cuerpo. Yo  quiero seguir como   antes:  respirando sin miedo a que en el aire quede suspendido  algún maldito virus y en especial sin sufrir todo tipo de limitaciones.   Porque que quieren que les diga,  hay situaciones en la vida  en que es necesario priorizar  el vivir la normalidad, con toda su santa y tediosa rutina  por encima de la posibilidad de  disponer de una gran fortuna de bienes materiales. Lo que está bien claro es que esta pandemia vírica nos ha hecho apreciar más las pequeñas cosas que van conformando nuestra vida y que  tuvimos que renunciar a ellas por imperativo legal.  Ya se que el renunciar obligatoriamente a ellas  fue, sigue siendo aún, por el bien de la salud y  en beneficio de nuestra vida. Es compresible, pero esto no quita que  causa  ansiedad y  pesadumbre sentirse  privado de todas ellas.  Por esta razón el deber que tenemos los humanos ahora en adelante  es el de apreciar el valor extraordinario  que se merecen esas pequeñas  cosas cotidianas   que siempre están ahí, y por  desgracia dejamos que pasen  con más pena que gloria, y que  las vamos sepultando en el trajín de la vida, o descuidándolas por querer lograr otras metas que nos creemos son de mayor relevancia y  nos posibilitarán el ser  mas felices. Craso error, porque a mi juicio,  yo creo que la felicidad  no significa tener aquello que uno quiere, sino reconocer y apreciar lo que se tiene, como son los gestos cotidianos de cada día.  
 
 
 

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