viernes, 20 de marzo de 2020

PRIMERO LA SALUD



No tengo ninguna duda de que si algo nos está enseñando esta  pandemia del Coronavirus  Covid-19 que  padecemos a nivel global es que lo más importante para todos los  seres humanos es la salud. Todo lo demás pasa a un segundo plano. Tal como está sucediendo actualmente  a cuenta del mortífero virus que se ha convertido en el epicentro de la vida del Planeta y  ha hecho que la humanidad  haya entrado  en un estado de miedo y  de pánico de forma generalizada. Y no es para menos por la continua información que  nos llega a cuenta de los estragos letales que está causando esta  pandemia vírica. Sus catastróficas consecuencias  nos ha retrocedido a  la época del Medievo. Si por entonces fue  la peste bubónica quien obligaba a los ciudadanos a permanecer en cuarentena confinados en sus casas para protegerse de  aquella epidemia; algo parecido ocurre a día de hoy por causa del el Coronavirus que obliga un  confinamiento general en sus hogares de los ciudadanos españoles a modo de prevención. Porque desgraciadamente la todopoderosa y omnipresente muerte transita por los mismos derroteros que  lo hace el letal virus. Es como una sombra ubicua que nos acompaña y siempre  está dispuesta a cumplir su fúnebre cometido. Obviamente esta pandemia vírica es un problema de salud global de extrema gravedad. Todos conocemos sobradamente que fue en la ciudad china de Wuhan  donde aparecieron los primeros brotes de infectados, pero que exponencialmente los contagios se ha ido extendiendo de forma masiva por casi todos  los países del mundo. Por desgracia entre los mismos se encuentra España, con el agravante de que se ha convertido en el segundo gran foco  de la pandemia en Europa, tras de Italia, y sus centros sanitarios están colapsados por infectado de este virus.  Una dramática situación que está poniendo seriamente en riesgo nuestra existencia, sin duda. Y el simple hecho de que nuestras vidas corran peligro ha conseguido que los antagonismos y  discrepancias de los políticos  se dieran una tregua y se la envainaran para que  de forma conjunta actúen. Como se ve,  únicamente por el bien de nuestra salud  han hecho una especie de se conjura y  remar  juntos en la misma dirección preventiva.  Seguro que cuando vuelva todo a la normalidad, toquemos madera para que así sea, de nuevo los políticos se volverán a tirarse los trastos a la cabeza con  todo tipo de reproches y acusaciones a cuenta de como se ha gestionado esta pandemia vírica. Todo por sacar  mejor tajada.   Y sino al tiempo. Sabemos sobradamente  como se las gastan nuestro políticos, auténticos maestros en el arte del acoso y derribo con miras al poder.  Pero ahora de momento lo principal, y  a su vez necesario,  es que sigan actuando conjuntamente con sus medidas sanitarias a fin de socorrer a la ciudadanía. Aunque nos resulten incómodas y de autentico sacrificio su medidas de prevención sanitaria. Por cierto,  no se si resultará verídico o no, quienes afirman que este virus mutante del  Covid-19   que a los investigadores, o científicos,  se les fue  de las manos y acabó siendo incontrolable,  razón por la cual deliberadamente se escapó de algún laboratorio con fines lucrativos. Está claro que si ha sido provocada me temo que nunca lo sabremos.  Y puestos a conjeturar,...  ¿por qué esta pandemia vírica no puede ser  consecuencia  del cambio climático?   Lo que das recibes. Esto es el Karma: la venganza de la Naturaleza. Con razón o sin ella, por sospechar que no quede.




 

 Y volviendo al tema de la salud, ratifico que es lo primordial,  y en este caso por encima del la economía del país. No genera duda alguna, el  que debido al periodo de cuarentena impuesto por el Gobierno como medida preventiva, ha cesado casi en su  totalidad  toda la actividad  laboral.  No tengo ni la más duda de que esta situación crítica   causará un impacto negativo en todos los sectores de la sociedad, por ende    lastrará  la economía del país   que tardará mucho tiempo en recuperarse. Por esta causa,  a través de  Internet pululan voces discrepantes contrarias al estado de alerta y sus medidas sanitarias por que ponen en jaque la futura economía del país. Normal que surjan estos voceros divergentes en la red.  El desbocado capitalismo de Occidente prioriza la economía por encima de la salud, porque  ni entiende ni se preocupa de los efectos negativos que originan las pandemias, sino de beneficio bursátil. Pienso que es un absoluto error estar supeditados a la economía y relegar la salud global de los ciudadanos.  Si la salud falla, es una obviedad quela economía se resquebraja, porque son los propios  ciudadanos de a pie  quienes hacen posible que ésta  alcance su mayor apogeo.  Con lo cual, necesariamente  deben coexistir ambas en perfectas condiciones y como si de una  simbiosis se tratara, asociarse para que todo fluya con normalidad y en óptimas condiciones. Pero para lograr este punto, es condición sine qua non que a los ciudadanos prioritariamente se les salvaguarde la salud.   A mi juicio es una axioma el que la salud resulta lo más valioso que tenemos. Lo más importante que ninguna otra cosa. Por mucho que nos creamos, o pensemos, que tener salud es lo más normal. Lo que resulta palmario es que cuando la perdemos, o corremos el riesgo de ponerla en jaque, como ocurre en estos difíciles momentos por causa de la ubicuidad  del Coronavirus, nos damos perfectamente cuenta del valor intrínseco que ésta tiene. Y es que no admite ninguna duda de que cualquier placer de la vida se disfruta mejor con buena salud.  Resulta de perogrullo el que   para gozar de óptima salud se hace indispensable mantener buenos hábitos de vida, como el  hacer ejercicio y por supuesto que llevar una alimentación equilibrada. Y sobre todo, y muy importante, intentar ser feliz porque esto obviamente ayuda en los propósitos y en especial lo que requiere a la salud mental , es sabido que como ésta se encuentre  desequilibrada acaba afectando de manera negativa a toda  la salud en general. Por esta razón    siempre deberíamos estar prevenidos, o en alerta, ante  cualquier  síntoma que aparezca de esta patología cognitiva a fin de buscar  remedios eficaces  para su control. Porque el estado de tu vida en definitiva no es más que un reflejo del estado de tu mente.  Aprovecho ahora para sacar a colación, porque viene perfectamente al caso, una frase categórica del ilustre filósofo alemán,  Arthur Schopenhauer, que dice lo siguiente: Tanto prevalece la salud por sobretodos los bienes exteriores que probablemente un mendigo sano sea más feliz que un rey enfermo”. Estoy totalmente de acuerdo con este enunciado que manifiesta con obviedad la importancia de la salud que tiene en nuestras vidas. ¿ De que te sirve poseer una enorme fortuna de dinero si te falla la  salud para disfrutarla?  Por tanto, resulta muchísimo más importante que cualquier riqueza o cosa material. En conclusión: sin nos falta la salud,   no somos  absolutamente nada. ¿Alguien lo duda?  







miércoles, 11 de marzo de 2020

XVI Aniversario de los atentados del 11 Marzo de 2004 , Madrid






Hoy se cumplen 16 años del atentado terrorista en Madrid (11, Marzo, 2004) llevado a cabo por una célula terrorista del tipo yihadista donde murieron 198 personas. Como homenaje y recuerdo a las víctimas de esta execrable matanza en su décimo sexto aniversario dejo publicado este vídeo-poema.

 

( 11 de Marzo de 2020)










viernes, 6 de marzo de 2020

LA INMEDIATEZ


La inmediatez es un fenómeno que lamentablemente se ha instalado en nuestra actual cultura, o sistema de vida. Esa necesidad imperiosa de tenerlo todo, o conseguirlo, sin espera alguna es evidente que resulta a día de hoy uno de los males predominantes de la sociedad occidental, pero paradójicamente se rinde un culto desmesurado a la inmediata satisfacción de los deseos.  Es obvio que las cosas bien hechas llevan su tiempo, su proceso.  Pero por desgracia no las dedicamos el tiempo necesario.  Además las grandes e importantes cosas de la vida, a mi juicio, se van construyendo poco a poco. Con la paciencia necesaria y la requerida persistencia, y por supuesto que siempre con actitud positiva. No se porqué de forma generalizada nos ha entrado esa maldita manía de “lo quiero pronto; pero yá”. Se trata del cortoplacismo predominante  de esta sociedad vertiginosa que nos ha convertido, no se si esclavos o adictos de las urgencias. Todo aparentemente rezuma prisa y aceleración. Es evidente que la prisa resulta mala consejera, de ahí el motivo  por lo cual nos perdemos muchas de las cosas esenciales en la vida. No se puede, o no se debe más bien, vivir en un estado de permanente prisa, porque tarde o temprano acabará por pasarnos factura, tanto a nivel físico como psicológico. Creo que por esta razón hay que adaptarse a un estilo de vida más calmado. Donde la pausa y la paciencia imperen.  Todo con el fin de evitar esos momentos de agobiante estrés, los cuales acostumbran a   generar nocivas consecuencias en nuestro estilo de vida. De lo que no tengo duda alguna   es que la cultura de la inmediatez ha dejado a un lado la reflexión y el espíritu crítico. En mi opinión, subjetiva por supuesto, esta circunstancia aparentemente nos convierte en acelerados y embrutecidos  autómatas inmersos en una sinergia de vivir por y para las prisas. Resulta axiomático que esta forma de vida acaba siendo, no ya estresante, sino agotadora. Con el agravante de que la actividad frenética pone en riesgo nuestra salud mental.  Me preocupa mucho esta sociedad que está  a rebosar de   adictos a que todo se obtenga a corto plazo.  Como también  al querer percibir cualquier recompensa  de manera inmediata.  Este hecho a priori la única compensación que se acaba obteniendo es la insatisfacción más deprimente.

 

 

Gran parte de culpa de este apremiante culto a la inmediatez  pienso que es por causa  de la tecnología, cuyo poder omnímodo resulta palmario. Los avances tecnológicos  han acabado por distorsionar la realidad  e influenciar nuestras vidas. Razón por la cual  de manera inconsciente  parece que todo lo queremos conseguir en cuestión de minutos, porque así es el funcionamiento de las nuevas tecnologías: todo al instante. Porque no me negarán  ustedes que, a través de Internet,  la rapidez con que nos podemos comunicar con otras personas que están físicamente a miles de kilómetros alejadas de nosotros es casi de ipso facto.  Por tanto la tecnología actual es la herramienta perfecta   para beneficio de este sistema capitalista occidental del cortoplacismo. Dentro del mismo  todo gira en torno a la urgencia,  “a la vida express”: una  auténtica vorágine de lo inmediato, sin duda. Por otra parte, comentaros que   hasta se han inventado, o elaborado- ¡vete tú a saber!- la llamada comida rápida para personas con ritmo de vida acelerada.  Me parto de risa tía Felisa, cuando oigo nombrar todo cuando está vinculado  al concepto de la comida rápida. Un estilo de alimentación para consumir rápidamente en los establecimientos especializado, o en plena calle si la urgencia es apremiante. Está claro   que se trata de comida basura: una bomba repleta de componentes perjudiciales  que originan graves consecuencias para la salud física como para la mental. Pero la obligación y la urgencia mandan.  No da lugar al deleite gastronómico tan apremiante circunstancia. Por lo cual, "un tente en pie" rapidito y funcionar lo antes posible.

Según mi criterio, el culto de la inmediatez de algún modo va ligado al ritmo que nos marcan las redes sociales y también los medios de comunicación, donde lo instantáneo es su leit motive y su modus operandi. Es como si nos dieran a entender que la vida van tan deprisa que no hay tiempo para nada, por eso de alguna manera nos obligan, o quizá imponen, la condición de quererlo todo al instante, de resolverlo de inmediato,  por temor a que nos falte el tiempo necesario. Vivir en la era de la inmediatez, como por desgracia a día de hoy vive la mayoría de personas, ha hecho que seamos cada vez más impacientes. Hemos perdido esa sugestiva capacidad de esperar. Parece que anduviéramos en un sin vivir de continuo y sometidos a la impaciencia. Para nada disfrutamos de lo que se hace porque la prisa nos hostiga a fin de no dar tregua al vertiginoso ritmo de nuestras vidas. No hay duda de que este hecho obstaculiza la reflexión antes de tomar decisiones y a la verdadera resolución de los problemas. Resulta una auténtica pena el que esta sociedad de forma mayoritaria esté contagiada por las prisas, los deseos de cumplimiento inmediato y de que las novedades sustituyan sin cesar a otras novedades, por que ya se cataloga de antigualla lo sucedido o  elaborado  ayer mismo. También el  que haya eliminado en gran parte de su “manual” la calma a fin de que sepamos disfrutar del placer de la espera, me parece  descorazonador y preocupante. Porque estoy convencido de que las  prisas y la impaciencia vierten sus pequeñas dosis tóxicas en nuestra mente. Está claro que ante una sociedad que no sabe vivir de forma pausada y con tanta velocidad sin fijarse la mayoría de veces en todo cuanto nos rodea, lo mejor, o más conveniente, es vivir a nuestro ritmo. Que seamos nosotros quienes marcamos las pautas y la velocidad con la que queremos que transcurra nuestra existencia. Siempre teniendo en cuenta al resto de la humanidad, claro está. Pero sin que nada ni nadie nos ponga en la tesitura de correr más de lo debido.

 
prueba