jueves, 21 de septiembre de 2023

Poema


martes, 5 de septiembre de 2023

MALA PRAXIS

 

El pasado 31 de agosto apareció en los medios de información digital la luctuosa noticia del   fallecimiento de la actriz y presentadora de televisión Silvina Luna, constaba de 43 años de edad. Esta joven  de nacionalidad argentina, en el momento de su óbito sufría  insuficiencia renal a consecuencia de una mala praxis en una operación estética que se realizó allá por el año 2011. La operación en sí se trató de un aumento de glúteos que por negligencia  del cirujano plástico   le causó un largo sufrimiento y que ha acabado con su muerte  en la fecha señalada. Por cierto, en esa lejana intervención  le aplicaron metacrilato, un material plástico que habitualmente se emplea para reforzar prótesis de huesos y de dientes, pero que por aplicarse en cantidades mayores a las recomendadas acabó filtrándose mortalmente al torrente sanguíneo de esta mujer. El cirujano de marras, y responsable de su muerte,  es un tal Aníbal Lotocki: un sujeto que ya había sido denunciado por otros famosos por su  reiterada negligencia.  En febrero de 2022 fue  condenado a cuatro años de prisión y cinco de inhabilitación para ejercer la medicina al ser acusado por alguna de sus víctimas afectadas de lesiones graves.  Me perece vergonzoso e indignante que no le hayan inhabilitado de por vida para ejercer su profesión   a este “carnicero” por los gravísimos  casos originados por su  mala praxis. La sombra de toda sospecha está detrás de esta condena por el hecho de haber   sido castigado únicamente por un periodo muy corto de tiempo. Estoy  convencido de que  al terminar tal supuesto castigo volverá  a ejercer su profesión como si tal  y seguirá poniendo en riesgo la vida y la salud  de cuanta desdichada  pase por sus manos. Son hechos que muestran la  "impunidad de quien tuvo y tiene el poder de manipular cuerpos en el sistema médico", por la presumible protección que cuenta en los tribunales. Pero al margen de la impunidad que ante la justicia que goza este cruel cirujano, o la tristeza que supone el largo drama vivido por esta joven y su  posterior fallecimiento,  lo que me resulta bastante  absurdo es el hecho de  entrar en un quirófano para llevar a cabo  una operación relacionada con los arreglos estéticos a nuestro cuerpo buscando la supuesta "perfección física", claro está.   Si  se hace de  imperiosa necesidad la entrada por el bien de nuestra salud, no hay objeción alguna; pero en cambio,  hacerlo por algo tan frívolo  como es el de una intervención  por estética me parece de una gran estupidez. Supongo que habrá quienes defiendan la tesis de que una intervención de este calibre se hace con el fin de  que la persona  logre quitarse  complejos físicos a fin de  sentirse más a gusto su cuerpo.  Podría resultar perfectamente  válido su razonamiento,  pero  seguirá sin convencerme y  continuaré  pensando que se trata  de una estulticia supina  el poner  en riesgo nuestra vida y nuestra salud por algo tan superficial e innecesario. 







¿ No les parece que lo más conveniente sería el que hubiera  menos implantes estéticos y más cerebros con la finalidad  de pensar y reflexionar más ?:   un poco menos aparentar y mucho más ser seguro que nos vendría mejor a todos porque iría  en beneficio de nuestro estado mental. Resulta  de vital importancia, y de necesidad,  aceptarse uno mismo tal como es  y sobre todo tener mucho amor propio. También evitar en lo posible  confundirnos con egos narcisistas que con toda probabilidad acabarán trayéndonos  por la calle de la amargura. Seamos conscientes de que la perfección no existe  y que el bisturí del cirujano o las pócimas milagrosas que nos vende la industria de la cosmética  no van a lograr jamás redimirnos de nuestras supuestas “miserias físicas". Aquellos desdichados que traten enconadamente buscar la perfección con cuanto medio estético  disponga a su alcance nunca serán felices. Hay que saber envejecer con dignidad y con toda  naturalidad,  por muy difícil y desolador que resulte este proceso. Cuando alguien vive a través de la valoración de su físico por parte de desconocidos, como fue el caso de la susodicha actriz y presentadora, surgen estos traumas mentales  de no aceptarte tal como eres sino como quieren que sean. Y claro, llegando a este punto, suele ocurrir lo que no queremos que pase:  es obvio que  si juegas con fuego lo normal es que te quemes. Lo lamentable es que puedas terminar convirtiéndote en ceniza.  Y mí personalmente más allá de catalogar de una frivolité ilógica este tipo de intervenciones, me da mucha pena y  tristeza que mueran jóvenes como Silvina Luna y otras tantas víctimas más   en manos de estos “carniceros de la estética”. Pero hay que reconocer  que en el asesinato de esta joven argentina también participó el heteropatriarcado que maneja el sistema capitalista de la belleza “ideal” que toda mujer debe tener. Un sistema que desde décadas viene diciendo, o más bien imponiendo, como tienen que ser físicamente las mujeres para lograr tener éxito en todos los aspectos de la vida. Lamentablemente son bombardeadas de continuo con los estereotipos y cánones de belleza que el  sistema impone y las presionan a responder a ellos, y quienes no logran satisfacer sus expectativas son discriminadas. Por esta razón  someten sus cuerpos a una serie de prácticas invasivas que evidentemente ponen en riesgo su salud y su vida. La presión social que existe en este momento hacia las mujeres  había que considerarla como “violencia estética”  por la  palmaria  agresión que sufren por causa de la estereotipación de la belleza. Es difícil nadar contracorriente en una cultura y sociedad  donde todo parece girar en torno a la sobre valoración del aspecto físico y la obsesión por las dietas. Resulta un axioma el que la industria de la cosmética y del mundo fitness contribuyen a mantener disgustadas a las mujeres con sus cuerpos de manera interesada. Lo que debemos tener bien claro es que cada persona es un mundo, como lo es su físico y su mente. No podemos caer en la trampa de compararnos con los demás. Tendemos a ser exigentes con nosotros mismos, por tal motivo corremos el riesgo de acabar odiando a aquello que somos. Así que menos angustiarse o estresarse por nuestro físico, seguro que en algún momento lograremos que alguien nos encuentre físicamente hermosos. Sólo  es cuestión de considerar que somos  una belleza sin descubrir esperando que nos miren unos ojos correctos.