martes, 16 de noviembre de 2021

Perros veganos


lunes, 1 de noviembre de 2021

BUROCRACIA


 

Hay un refrán que dice,  y  que supongo conoceréis la mayoría, “las cosas de palacio van despacio”.  Esta sentencia popular normalmente se utiliza para criticar la lentitud de la Administración y a su vez indica la incompetencia de la burocracia en asuntos delicados o de gran relevancia. Para comprobar claramente la ineficacia y el anquilosamiento burocrático del que hablo, sólo es cuestión de llevar a cabo alguna tramitación en alguno de los varios organismos de la Administración pública y ver que el sistema no funciona de manera expeditiva de cara al beneficiario, razón por la cual literalmente acaba por desesperarte tanta incompetencia y  lentitud. Aquello de “vuelva usted mañana” del genial Larra queda sofisticado y adaptado a los nuevos tiempos. Luego también está la complejidad del lenguaje burocrático y los conceptos de la Administración  que dificultan del acceso a la hora de pedir una ayuda, como por ejemplo el ingreso mínimo vital.  Las barreras burocráticas están dificultando las concesiones de ayudas de emergencia social a los ciudadanos que sufren un alto grado de exclusión social. Al respecto, existen en España miles de hogares que no pueden acceder a la alimentación, ni al pago de las facturas de agua, luz, gas, etc. En mi opinión, en el momento de que existan graves urgencias, como es el no poder cubrir las necesidades más básicas, las exigencias burocráticas debieran quedarse en un segundo plano y actuar con urgencia a través de la aplicación de criterios profesionales basados en la empatía, la flexibilidad e inmediata resolución de los problemas.  Es la  medida más eficaz  para que garantice las necesidades básicas a fin de que nadie pueda quedar  socialmente desprotegido. Pero por desgracia tanto la Administración pública como el Gobierno  no aplican estas políticas de empatía, más bien hacen todo lo contrario: promoviendo obstáculos en vez de eliminarlos. Y luego claro está, ambos a jactarse ufanamente de Estado de Derecho y demás   milonga en la misma línea. Cuando todo esto resulta un absoluto abuso de poder.

 


Triste, muy triste, resulta el conocer que miles de familias no puedan llegar a fin de mes, y que su solicitud de ayuda social  pueda perderse en el mar de los requisitos y los formularios a completar, o en los largos y angustiosos tiempos en que las administraciones de turno tardan en aprobar o rechazar esa solicitud. Y en medio de todo este tiempo de angustiosa espera, se va acrecentando  la desesperación de quien no tiene para vivir con un mínimo de dignidad posible. Pero ante tan infame  situación, la burocracia se muestra imperturbable y sigue su curso de formulismo, papeleo, exigencia de todo tipo de requisitos, etc. que no son más que sucesivas trabas que impiden acceder  lo más rápido posible a una necesaria ayuda social. Muchas personas aunque sufren pobreza extrema, y por esta razón  carecen  de lo más indispensable para sobrevivir, desisten de solicitar algún tipo de ayuda social para no tener que verse envuelto en toda esa vergonzosa maraña burocrática que tanto dificultará su solicitud. Muchísimas son las barreras a superar. Y una vez superadas, tampoco garantiza el que sea o no aprobada la solicitud, sobre todo si se cumple a rajatabla con los requisitos exigidos.   No se, pero en ocasiones me da que pensar que tanta absurda exigencia administrativa  es como si hubiera una presunción de que los necesitados se aprovecharan del sistema. Puede que haya  algún espabilado que apoyándose en la picaresca,    se aproveche en parte del sistema. No lo pongo en duda porque los sinvergüenzas  acostumbran a multiplicarse como las setas en otoño y por desgracia surgen por todas partes. Aún así, a mi juicio la causa real por lo que se solicita todo este tipo de ayudas sociales a la Administración pública, es a cuenta  de la situación de     pobreza extrema en que se encuentran  miles de ciudadanos que habitan en este  país; hablo de España por supuesto.  Y es que la presunción  de que los pobres roban más que los ricos al respecto viene a ser un prejuicio moral que nos lleva a complicar hasta más allá del imposible para pedir ayudas y prestaciones sociales. Y luego aparte está lo de los tiempos desatinadamente cortos que te dan para que consigas adjuntar alguna información. Debieran  mostrarse más flexibles al respecto. Poner por ejemplo tiempo ilimitado a personas con pocos recursos a fin de que tengan mayores  posibilidades de incluir el documento requerido.  Preocupa mucho  una Administración pública cuyo su modo de obrar resulta  aparentemente   kafkiano, pero  lo injusto es que resulte ser más con unos ciudadanos que con otros. Porque las sospechas de posible fraude para recibir una prestación social se disparan, por el contrario esto no ocurre cuando hablamos  de paquetes de desgravaciones fiscales para grandes empresas o clases medias. Hay la Administración pública no me cabe la menor duda que muestra una flexibilidad notoria con el fin de que todo sean facilidades para este tipo de beneficiarios. Y es que cuando se vive en un sistema de capitalismo salvaje, las desigualdades son tan palmarias, tan habituales que se vayan dando por sistema, que siempre habrá prioridades cuando de por medio estén las finanzas públicas. Y sobradamente se sabe a quienes afecta de lleno toda esta situación de injusticia. A los de siempre. A los que la maldita burocracia les sigue tratando como si fueran ciudadano de segunda  clase y  que tienen que ir  sorteando  infranqueables muros burocráticos  para lograr sus objetivos.