domingo, 26 de junio de 2022

Los humanos...


lunes, 20 de junio de 2022

OBESIDAD INFANTIL


Resulta que cuatro de cada diez niños españoles son obesos y un 20% de niños entre seis y nueve años sufren de sobrepeso. Son datos pero que muy preocupantes. En un futuro se le presenta al país  un problema de salud muy peliagudo de difícil solución  si  la gran mayoría de niños continúan   instalados en la indolencia, negándose a poner  el cuerpo en movimiento por estar enganchados al Smarphone o cualquier otro artilugio digital, impidiéndoles quemar grasas a fin de controlar la obesidad. Y si a su desgana de activar el cuerpo  le añadimos su abundante ingesta de comida basura, la problemática de la obesidad infantil se irá cronificando en el tiempo para mayor desgracia. Para que no termine convirtiéndose  en  un mal endémico   parece ser que el Gobierno ha tomado cartas en el asunto y acaba de anunciar   un ambicioso y estratégico plan contra la obesidad infantil. A ver si es verdad y ponen cuanto antes en marcha el susodicho plan, porque España tiene un grave problema que resolver. Y supongo que este problema  de difícil resolución afectará también a todos los  países del mundo occidental. Creo que particularmente a los países mediterráneos. Existen múltiples factores que pueden coadyuvar al sobrepeso de los menores.  Uno de ellos es el sedentarismo como ya indico arriba. Otro de gran calado,  y también nombrado, es  la ingesta de alimentos nada convenientes por su toxicidad. Ambos factores   contribuyen a que esta epidemia que azota al mundo occidental siga cronificándose configurando un perjudicial hábito de vida para el niño.

 


 
( Televisión y comida basura, combinación perfecta para cronificar la obesidad infantil)

Con referencia a la deglución de alimentos basura,  a veces se da la casualidad que es por voluntad propia su abundante ingesta, pero en cambio otras, debido a la precaria economía familiar no queda más remedio que adquirir alimentos nada saludables. Por desgracia la obesidad infantil afecta el doble a las familias de resaltada pobreza debido a una dieta deficiente por falta de  recursos económicos. Al parecer dentro de ese plan estratégico del  Gobierno para luchar contra la obesidad infantil se haya la propuesta de garantizar la oferta de comedores escolares  en  los institutos y colegios durante todas las etapas educativas.   De llevarla a cabo esta iniciativa, aseguraría menús equilibrados a los niños a fin de subsanar las dietas deficientes. También dentro del plan se contempla el fomento de las becas comedor para los niños en situación de pobreza extrema. Son necesarias, o urgentes, el que ambas iniciativas puedan realizarse porque es la forma perfecta para hacer frente a la vulnerabilidad de la infancia en riesgo de exclusión social. Por otra parte,   me resulta lamentable, y particularmente inquietante, que estén expuestos a un riesgo de salud de manera más acusada los que viven en entornos frágiles. Por que ciertamente el riesgo de salud que corren los afectados de obesidad infantil es palmaria. A edad temprana pueden sufrir enfermedades vinculadas a las personas adultas, como son: diabetes, enfermedad vascular y ciertos tipos de cáncer. Con un elevada mortalidad por este gravísimo problema de salud. Un nuevo factor  que alerta sobre como  la desigualdad social puede  seguir condicionando el desarrollo desde la misma niñez.

 

Es evidente que la indolencia activa en el  niño les genera un peso inadecuado. Porque todos conocemos sobradamente que el ejercicio físico es una  solución muy propicia para solventar esta problemática. Pero claro, siempre que el niño esté predispuesto a  practicar la actividad física y deje de lado   su preocupante “adicción” a los artilugios digitales. Desde luego que no es nada fácil, pero puede ser posible.  Recuerdo que en los   ya remotos años  de mi infancia,  rara vez se veía a un niño afectado de obesidad.  Normal: quemábamos grasas a destajo por estar todo el santo día en la calle moviéndonos de forma desenfrenada  practicando toda  aquella variedad de juegos tradicionales que por  entonces se ejercitaban. Y es que por suerte  no había cachivache digital alguno que nos condenara a la indolencia activa, como hoy en día. Por supuesto que tampoco nos atiborrábamos con la comida basura.  Aunque ciertamente tampoco es que la economía doméstica  nadara en la abundancia, pero este hándicap no   impedía el  que existiera un equilibrio nutricional que garantizara una dieta eficiente. El caso es que ahí estábamos por entonces todos y todas,  mas bien flacos, por que a base de practicar el ejercicio físico   a tope poníamos a  raya la obesidad infantil. Efectivamente que hoy son otros tiempos. Que todo evoluciona. No hay duda de que las fórmulas de ocio han cambiado con el paso de los años, y esto no ha hecho más que reducir la práctica del ejercicio físico de los niños. Los padres son conscientes sobre la importancia del ejercicio físico para la salud de sus hijos y la mayoría considera que los juegos de su infancia eran más saludables que las fórmulas de entretenimiento de los niños de hoy en día. Yo también lo considero porque  ni comparación tienen, en lo que respecta a la salud, aquellos juegos tradicionales de antes como eran:   la comba, el escondite, ell pilla-pilla, o los partidos de futbol en plena calle, etc. a los juegos digitales que   desarrollan la mayoría de  los niños en la actualidad  a través de pantallas y dispositivos tecnológicos.  Los juegos tradicionales siempre fueron saludable ejercicio físico, en cambio los digitales  acaban derivando en graves problemas de salud debido a los efectos negativos del sedentarismo.