viernes, 13 de octubre de 2017

ACERCA DE LAS MODAS

Resulta una evidencia el que vivimos en una sociedad consumista, la cual determina nuestras compras en prendas de vestir y accesorios, pero siempre supeditado por lo que se conoce como la moda: esa costumbre que suele estar vigente y que se sigue de manera transitoria. En la actualidad resulta ser  una tendencia adoptada por una gran parte de la sociedad y que  normalmente está asociada al diseño de ropa y su industria. Quienes no prefieren seguir esos preceptos impuestos por la moda, de alguna manera parecen quedar apartados de la sociedad. No admite duda alguna de que hoy en día usar algo que está al margen de las modas está muy mal visto y además pueden catalogarte como "antigualla". Lo más reseñable en referencia a este asunto, es la forma de vestir que impone el momento actual y que se estila en mucha gente. Por regla general, son los famosos personajes relacionados con el mundo de la farándula quienes implantan las decretadas modas. Lo más común es que si las estrellas del celuloide que exhiben palmito por los pasillos de Hollywood se ponen llamativos vestidos, esta tendencia acabará convirtiéndose en moda.. Por esta razón, millones de mujeres de todo el planeta ansiarán  lucir tan sofisticado vestido. En el caso de los varones, son los futbolistas o los actores el icono a imitar. Es evidente que tenemos un espíritu de manada acojonante. Además de los  personajes famosos y  los deportistas mediáticos que tan influyentes resultan, la moda también está impuesta claramente por todo ese tipo de publicaciones que giran en torno a ella con claros fines lucrativos. Otros que también tienen un protagonismo determinante son los diseñadores por culpa de su imposición de estilos. Y es que todos estos innovadores gurús de la moda acaban marcando tendencias que son seguidas de manera aborregada por la masa.
 
 
A propósito de este asunto del que hablo, quiero comentaros la opinión que tengo  acerca de esa costumbre actual  de llevar los pantalones rotos, normalmente vaqueros, y lo más común es que sean los jóvenes quienes los vistan. Me he fijado que  en algunos casos el grado de rotura llega a tales extremos que casi se le ven por completo desnudas las piernas al  sujeto que los lleva puestos y cuando no parte de los glúteos. Quizá se me tache de retrogrado por  considerar que   el ir vestido de esta forma me parece un obvio ejemplo de la estupidez humana. Por supuesto que cada persona puede ir vestido como le plazca; lo mismo que  tiene todo el derecho de seguir los cánones que imponen las modas cómo  y cuando le de la real gana. Pero esto no es óbice para hacerme la pregunta siguiente:  ¿acaso  lo andrajoso se ha transformado en lo que representa hoy en día   la estética de vestir con  normalidad?   Como digo, estulticia supina esta moda vanguardista; nada original por cierto ya que debido a los movimientos como el Grunge ya se vestía de esta forma a finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado. Por tanto al respecto nada nuevo bajo el sol existe; bueno sí, a no ser que  termine por imponerse la tendencia de ir  por la calle en provocativos  taparrabos . Todo se andará dependiendo del nivel de innovadora estulticia que desarrollemos. Lo que está bien claro es que pagar una determinada cantidad por la compra de unos pantalones rotos me parece una sandez y frivolidad añadida. Por otra parte, llevar puestos unos pantalones andrajosos me resulta como una burla cruel hacia aquellas personas que inevitablemente los llevan rotos al no quedarles más remedio por vivir en una insufrible situación de pobreza extrema. Obviamente en estas personas los agujeros de sus pantalones son el axioma de todas sus miserias y carencias. Por este motivo a veces me indigna ver con que frivolidad  visten y exhiben los vaqueros de marras todas esas personas acomodadas en la sociedad del bienstar. Por cierto, a propósito de los vaqueros, no veáis lo anormales e imbéciles que los diseñadores de la moda se pueden convertir en ocasiones. Creo que fue a principios de la pasada primavera cuando una tienda online ubicada en Norteamérica, sacó al mercado unos vaqueros "premanchados" de fábrica con barro artificial, los cuales se vendía al módico precio de 425 dólares. Obviamente este precio era para los residentes en ese país; en cambio para Europa la broma de mal gusto salía aproximadamente  por 414 euros. ¿ No os parece que  esta majadería  es como para soltar carcajadas a mandíbula batiente y partirse el pecho de risa?. Dicen sus cretinos diseñadores que están fabricados con manchas de barro artificial para dar el efecto de un día de intenso trabajo. Estoy plenamente convencido de que la mayoría que se pongan tan "lujosos" vaqueros no le habrán dado un palo al agua. Sin duda  una palmaria ofensa contra los que desgraciadamente tienen que ensuciarse para trabajar en realidad. Como veo  que son extremadamente vanguardistas estos modistos, igual se les ocurre próximamente diseñar unos vaqueros "premachados" de fábrica con excrementos de vaca o cualquier otro animal al uso.   A este tipo de vaqueros bien podrían ponerles como "versión de lujo". Segurisimo que debido a esa tendencia generalizada que existe en la actualidad al postureo y al esnobismo, el existo comercial  les estaría prácticamente asegurado.


( Como dicen que una imagen vale más que mil palabras,  ustedes mismos juzguen)
 
Hay una famosa frase lapidaria que pertenece al ilustre físico alemán, Albert Einstein, y que dice lo siguiente: "Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo". Estoy totalmente de acuerdo con el enunciado de este celebérrimo físico que supo perfectamente darse cuenta en su día de la sempiterna estulticia humana. Y estoy seguro que le tocó vivir una época donde aún no se había convertido de pleno la estupidez en el modus operandi del ser humano. A día de hoy es su forma de actuar por esa tendencia tan extendida que tiene al exhibicionismo gratuito y a la frivolidad. Y  todo por culpa de la presión social que indica a las personas todo cuanto debe consumir, utilizar o hacer  y que es en definitiva   lo que la tiranía de la moda  impone.

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