jueves, 6 de junio de 2019

HIJOS DE LA DERROTA

 
 
Según un último estudio realizado por la Asociación Humanitaria Cáritas,  en España hay aproximadamente unas 40.000 personas sin hogar, de las cuales alrededor de 30.000 personas sin techo duermen en la calle. ¿ No os parece un contrasentido, y una gran iniquidad,  el que haya en este país  esa cifra de personas sin hogar, en cabio hay alrededor de 3,4 millones de viviendas vacías en España?   Son datos que a mí personalmente me parecen   espeluznantes por  esa dramática dimensión humana  que representa sobrevivir y dormir a la intemperie en plena calle. Yo no se ustedes, pero a mí me suele invadir una sensación de profunda tristeza y desaliento cuando veo a personas que llevan todas sus míseras  pertenencias en uno de esos carros del supermercado ;  o que durante  la noche están  durmiendo a la intemperie. Sobre todo en invierno cuando el frío y la humedad de las gélidas temperaturas nocturnas  penetran  hasta lo huesos y con ello el morir de hipotermia es una triste realidad que se suele dar a menudo entre las personas que viven en esta situación de desamparo. Aparte del  serio riesgo  para su vida que conlleva sobrevivir en estas trágicas condiciones, porque resulta palmario que quienes se encuentran en   situación de desamparo son más  vulnerables  a   los peligros y riesgos  de la calle. La mayoría conocemos sobradamente sucesos que  debido a la  indefensión en que se encuentran, lo han pagado con su propia vida. En muchos casos en estos homicidios están envueltos niñatos que,  por repugnante y perversa diversión, se dedican a agredir a indigentes que duermen en la calle, o dentro de los  cajeros de un banco. Actos  repudiables   como puede ser el quemarles vivos, o matarlos a golpes; cuando no, cometer todo tipo de acciones vejatorias y grabarlas para luego subirlas a You Tube. Está claro que estos malnacidos   consideran  a sus víctimas como si fueran escoria humana que no tienen  derecho a la vida.  Si estuviera en mis manos el poder de la ley,  a estos despreciables asesinos les aplicaría el mayor correctivo penal que se pueda imponer en estos casos y que apechuguen con las consecuencias jurídicas. Haber si es posible conseguir que se enmienden de una puñetera vez. Pero dudo mucho que lo consigan porque me temo que  lleven en los genes tan perversa conducta. Lo lamentable de todo esto, es que no es únicamente al  horror y al miedo que causan estos  niñatos  a los que tienen que  enfrentarse  quienes duermen en la calle, sino que también al desprecio al que se ven sometidos por  parte de  la sociedad en general que los condena a una marginal invisibilidad y a su vez los estigmatiza y acostumbra a identificarlos como alcohólicos o drogadictos. Creo que tal identificación a mi juicio es errónea, porque me parece que no suele ser el alcohol ni la la droga quienes  les ha llevado a sobrevivir en la calle, más bien  es la dramática condición en que viven la causante de   que inevitablemente les haya conducido  a ser adictos al alcohol y las drogas, y supongo que  con el  único propósito  de olvidar y  evadirse de las infinitas penurias que asedian al submundo donde sobreviven.  El que se pongan todas la medidas paliativas o  protectoras, habida y por haber, en forma de albergues municipales o comedores sociales, o se reclamen planes públicos para combatir   la imperante problemática de los sin techo, en mi opinión   el haber llegado a esta vergonzosa situación es un ostensible fracaso colectivo de esta sociedad que nos empuja a ser  egoístas y faltos de empatía.


 
 
Estoy convencido que detrás de  todas estas personas que se hallan   condenados a infravivir en la calle,  la mayoría de ellas ocultan   tras de sí   una dolorosa y diferente historia personal que les ha abocado a infravivir de tan trágica manera. Gente que de la noche a la mañana seguramente se les trucó la vida por culpa de cualquier circunstancia negativa y por esta   razón    ahora  su existencia se encuentra de forma permanente tocando fondo, o en su defecto  naufragando a la deriva en las aguas  inhumanas de  esta sociedad que los ha condenado a la invisibilidad y  la marginación más absoluta. Pero cuidado, nunca las  vayamos a tener todas consigo  quienes estamos al margen de  tan dramática situación.   Nos puede venir de imprevisto su misma mala racha  e irse al garete nuestra placentera vida y vernos también de la noche a la mañana tan excluidos de la sociedad del bienestar  como lo están  ellos  y nos toque también conocer por experiencia propia los horrores que se sufren cuando se sobrevive en la calle .  Estoy seguro que muchas de estas personas   podrían contarnos  que también  gozaron  en su momento de las comodidades, y demás privilegios,   que  proporciona el estado del bienestar , pero que debido a una fortuita y   mala racha se les   truncó todo su futuro. Esta  situación que aludo,    se dio   con mucha frecuencia durante los años de la acentuada crisis que no hace mucho tiempo asoló a este atribulado país y la mayoría de veces   la culpa radicaba  en   la   gran estulticia  como fue el de vivir por encima de nuestras posibilidades.  Por tanto, lo más juicioso es vivir siempre a acorde con lo permitido económicamente. No hay duda de que será la mejor manera de estar medianamente protegidos  en caso de que nos  vengan maldadas. Me temo que toda prevención es poca en la actualidad por que  según tengo entendido, tanto en España como en Europa, el fenómeno de los sin hogar ha aumentado un 20% durante la última década de recesión económica.  Y desgraciadamente esta recesión  es muy cambiante, como insistente, por depender del tipo de interés, de crédito o inflación. Con lo cual el riesgo siempre estará presente.  Por otra parte, cuando veo este panorama social tan peliagudo a cuenta de la dificultad que hoy día tienen   los jóvenes, y no  menos jóvenes,    para  poder adquirir una vivienda y a esto le  añadimos   la problemática   de los sin techo, sufriendo    sus particulares penurias, me repatea hasta el hígado ese articulo 47 de la constitución que dice que todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna y adecuada. Autentica falacia y pantomima lo que recoge este artículo por  resultar palmario el que  no existe protección constitucional alguna para tanto desdichado en busca de un hogar o carente de él. Habría que exigirles con urgencia a los poderes públicos el cumplimiento de los compromisos legalmente contraídos. En relación a este asunto resultan del todo inoperantes por que como se ve para nada cumplen los requisitos establecidos en ese artículo correspondiente a la Carta Magna.  Tampoco durante los debates y discursos en la última campaña electoral, o las anteriores ,  los candidatos de los diferentes partidos,  han tenido  en cuenta a los sin techo. Por lo cual,   queda bien patente que para los políticos  las personas sin hogar también  se hacen invisibles.     No es de extrañar que por esta  razón a la mayoría de estas personas abandonadas a su suerte en el mar del desprecio y la ignominia  se les haya olvidado que aún  pueden vivir con esperanza y dignidad.
 
 

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