domingo, 31 de diciembre de 2023
jueves, 14 de diciembre de 2023
viernes, 8 de diciembre de 2023
REFLEXIONES DISPERSAS (Diciembre)
REFLEXIONES DISPERSAS (Diciembre)
Disfrutar de la vida.
No se ustedes que pensarán al respecto, pero en mi opinión lo que queremos o pretendemos en general los ciudadanos de a pie es ser felices; o tratar de serlo, claro esta. Y si no es viable el ser felices, al menos poder disfrutar de la vida lo mejor posible. ¿Y en que se basa ese disfrute? Pues en algo tan sencillo como el tener una ocupación laboral a poder ser lo más motivadora posible y por supuesto que la misma no posibilite un sustento digno. Parecido sustento si se da el caso de estar jubilado, aunque las motivaciones sean diferentes. Luego el estar rodeados de seres queridos, como pueden ser la familia y los amigos. Y sobre todo que no falte el disfrutar de aficiones culturales o deportivas…Y todo ello que vaya felizmente transcurriendo sin molestar ni menospreciar a nadie. De momento, al menos –toquemos madera- hay espacio y oxigeno para todos. Pero por desgracia los individuos que manejan el cotarro global y mueven los hilos del mundo van por otros derroteros desiguales, haciendo añicos esa sencillez de la que hablo, y poniéndolo todo patas arribar con infames intenciones a través del fanatismo religioso, político e ideológico. Porque todos ellos pretenden estar en posesión de la verdad y la razón absoluta. Esta circunstancia genera mucho odio y violencia. Me temo que desde siempre han prevalecido los intereses sobre los valores y los egoísmos sobre las personas. Razón por la cual así de calamitoso le está yendo a la especie humana en general. Creo que ante este panorama tan hostil que nos imposibilita desde la sencillez tratar de ser felices, creo que necesitamos reivindicar la bondad y la empatía y seguir luchando en las trincheras de la esperanza.
Multitareas.
Tengo la sensación de que necesitamos hacer un montón de cosas, casi todas a la vez, pero por lo general acabamos nada satisfechos con ninguna. Aún así, continuamos erre que erre con el mismo equívoco proceder. Según mi criterio, el hecho de tanta multitarea de debe a que evitamos quedarnos a solas con nosotros mismos para no tener que enfrentarnos al vacío o a nuestros propios conflictos internos, De este modo eludimos revistar nuestra vida porque verdaderamente resulta muy complicado, cuando no triste o muy doloroso, esta circunstancia. Por esta razón seguimos inmersos en las multi actividades dentro de una insatisfacción permanente, todo con el fin de no tener ni tiempo para evaluarnos, ni tan siquiera para preguntarnos por el sentido de nuestra propia vida. Lo que sucede con eso de llenar el tiempo que disponemos con cuantas actividades se nos presentan, tiene su handicap por que desarrollar varias ocupaciones a la vez no se consigue vivirlas en plenitud: normalmente todas ellas se van quedando como a medias y eso finalmente nos va dejando un regusto amargo y una sensación frustrante. Esta negativa circunstancia es la que por lógica nos impide el que vivamos plenamente y de este modo no poder lograr retener el mayor tiempo posible todos esos momentos que provienen de la tan ansiada y necesaria felicidad.
A vueltas con la felicidad.
A veces a se nos olvida que aquí en la tierra estamos de paso y que únicamente somos sus efímeros y frágiles huéspedes. Pero aún así nos empeñamos en acumular riqueza material, aunque sabemos de sobra que el cementerio es el campo de la igualdad, por mucho que los ricachones, como última muestra de opulencia, intenten diferenciarse. Debiéramos siempre tener en cuenta que la verdadera y esencial riqueza se halla en las experiencias personales porque se puede llevar una vida de lujo sin gastar dinero: pasear descalzos por la playa o por el césped, vivir un atardecer con su bella puesta de sol, conservar amistosamente con una persona, practicar la empatía puede convertirse en algo que no tiene precio. Muchas personas cargan con bienes de todo tipo, y sobre todo la necesidad de mostrarlos y el miedo de perderlos. Sentir de continuo ese miedo de perderlos verdaderamente no es vivir, sino más bien un angustioso y constante sin vivir. Hay ahí personas que apenas tienen dinero pero a las que raramente les falta nada; sin embargo hay otras personas que poseen inmersas fortunas en bienes materiales pero que no logran colmar sus carencias, porque la felicidad no se logra a través de una ambición materialista desmesurada. Esta circunstancia le confiere toda credibilidad a esa sentencia lapidaria, cuyo autor se desconoce y que dice lo siguiente: “No es más feliz el que más y el filo el que menos necesita”. En ocasiones no tener nada que perder es una oportunidad para simplificar la vida y ser libres. Pero no somos dados en poner en práctica esta máxima, seguimos erre que erre en nuestro equívoco convencimiento de que la felicidad está basada en las cosas materiales que poseemos. Y no es verdad por el simple hecho de que muchas personas tienen sus vidas resueltas económicamente hablando pero para nada son felices.