La familia no se elige como suele hacerse con los amigos, más bien es una imposición que te obliga a formar parte de ella. Pero resulta obvio que si creas unos lazos afectivos con hermanos y padres son prácticamente irrompibles de por vida. Aunque también es de recibo el reconocer que las relaciones entre familiares no siempre son perfectas. Puede que entre sus miembros se encuentre alguna persona tóxica que te cause más daño que un amigo o un conocido. Si se da esta circunstancia, lo más conveniente para lograr estabilidad mental y emocional, sería mantener cierta distancia de él aunque este hecho suponga distanciarte de tu familia por un tiempo indefinido. También puede darse el caso de que por cualquier motivo surjan determinadas desavenencias familiares que estropeen la relación. Pero aún con sus controversias y su toxicidad, lo normal es que se consiga construir un fuerte y entrañable vínculo familiar siempre que seamos capaces de mantener una buena armonía y un respetuoso diálogo capaz de solventar cualquier discrepancia dentro del ámbito familiar. Si es así, estoy seguro que nuestra familia serán ese tipo de personas con las que se puede contar pase lo que pase. No hay duda de que ira sufriendo transformaciones conforme a los cambios de la sociedad, pero aún así, siempre estarán ahí, y dependiendo de la necesitad que urja, te ayudarán en los momentos más críticos que surjan en tu vida. Convencido estoy de que nunca nos fallarán si hemos creado una fuerte conexión con ellos. A mi juicio los lazos con sanguíneos por regla general generan protección y apoyo entre los miembros de la familia.
Como ya comento, la familia siempre está ahí receptiva cuando todo el mundo te da la espalda y no tienes a nadie más con quien contar. En infinidad de ocasiones con su apoyo y ayuda incondicional abriéndote las puertas cuando ves y sientes que todos te las cierran. Recibiéndote con generosidad una vez que todo lo hemos perdido y nadie te ofrece algo por nada. Es algo habitual que con el paso del tiempo van desapareciendo progresivamente los amigos y al final lo único que te queda es la familia para buscar a través de ella, bien el consuelo o el afecto que necesitas. Con lo cual esta circunstancia me da a entender que de poco sirve el que a los amigos se escogen por elección propia si éstos desaparecen y muchos de ellos acaban olvidándote. En cambio la familia siempre permanece inalterable en todos los momentos y situaciones, sin importar que te distancies físicamente o que el tiempo transcurra. La sucesión de tiempo no tiene la fuerza suficiente de fragmentar los lazos consanguíneos que se originan con relación a la génesis de nuestras vidas. Aunque lamentablemente si que hay algo que puede hacer correr el riesgo de quebrarse los intrínsecos vínculos familiares y acabar convirtiéndolos en pequeñas moléculas de polvo dispersos en el aire de la enemistad. Me estoy refiriendo al tema de las herencias y de como hacer posible el que, familias que siempre han convivido en perfecta y feliz armonía, como acaba resquebrajándose esa convivencia en el momento de fallecer los progenitores, todo a cuenta de las polémicas y enfrentamientos que se originan entre hermanos a la hora de la repartición de los bienes materiales que les legó sus padres. Es muy triste y lamentable comprobar que es muy habitual que se den estos desagradables episodios. A mi personalmente me resulta deprimente que la relación fraternal entre hermanos se haga añicos y que se crea una perdurable inquina entre ellos por culpa del ese vil materialismo que está fuera de toda ética y actúa sin escrúpulo alguno. Sobre todo si se entrometen en el asunto de la repartición hereditaria personas ajenas al vínculo familiar, pongamos cuñados, porque éstos son las que acostumbrar a meter más cizaña todo afín de salir mejor beneficiado. Por suerte aún sigue habiendo personas que se posicionan más a favor de la concordia fraternal y huyen de todo enfrentamiento aunque eso suponga quedar más desfavorecido a la hora de heredar. Es obvio que al respecto cada actúa en consecuencia a su particular escala de valores dándoles la prioridad que más crea conveniente.
Lo que está claro es que cuando hablamos del núcleo familiar nos referimos a la familia conviviente formada por los padres y sus hijos. Estos últimos entre ellos están unidos por un vínculo consanguíneo muy sólido. Y es que la relación entre hermanos llega a convertirse en única e irreemplazable que acostumbra a ir fortaleciéndose con el paso de los años, las experiencias personales vividas y esa especie de complejidad forjada son un factor determinante que se haga más consistente la relación fraternal. La relación con los padres dentro del concepto familiar resulta palmario que es muy diferente a la que se tiene con los hermanos, a pesar que sea el mismo nexo sanguíneo que los vincule. Pero es evidente que la generosidad infinita y el amor incondicional que los padres muestran hacia sus hijos están muy por encima del afecto fraternal que se da entre hermanos. Lo que me queda bien claro es que la madre desde el principio cuida de nosotros hasta el final de sus días; el padre de por vida nos protegerá siempre. Por esta razón la deuda de gratitud y amor que tenemos con ellos debería resultar eterna. Por desgracia no siempre es así. Y es que una vez los hijos va creando su proyecto de vida alejado de la compañía de los padres, de forma paulatina se va reduciendo casi a la mínima expresión esa deuda de gratitud. Así que todo el esfuerzo, sacrificio y amor que han tenido para nosotros progresivamente se va difuminando y en apariencia va quedando en nada. Pero a pesar de todo, como familia que son y a la que pertenecemos, ellos siempre estarán ahí, esperando para apoyarte o ayudarte de forma desinteresada cuando te vengan mal dadas.