jueves, 8 de abril de 2021

LA FAMILIA

 La familia no se elige como  suele hacerse  con los amigos, más bien es una imposición  que  te obliga a formar parte de ella. Pero resulta obvio  que si creas unos lazos afectivos con hermanos  y padres son prácticamente irrompibles de por vida. Aunque también es de recibo el reconocer que las relaciones entre familiares no siempre son perfectas. Puede que entre sus miembros se encuentre alguna persona tóxica que te cause más daño que un amigo o un conocido. Si se da esta circunstancia,  lo más conveniente para lograr estabilidad mental y emocional, sería mantener cierta distancia de él aunque este hecho  suponga distanciarte  de tu familia por un tiempo indefinido. También puede darse el caso de que  por cualquier motivo surjan determinadas  desavenencias familiares  que estropeen la relación. Pero aún con sus  controversias y su toxicidad,  lo normal es que se consiga  construir un fuerte   y entrañable vínculo familiar  siempre que  seamos capaces de mantener una buena armonía y un respetuoso  diálogo capaz  de solventar cualquier discrepancia dentro del ámbito familiar. Si es así, estoy seguro que nuestra familia  serán ese tipo de personas con las que se puede  contar pase lo que pase.  No hay duda de que ira sufriendo transformaciones conforme a los cambios de la sociedad, pero aún así,  siempre estarán ahí, y dependiendo de la necesitad que  urja, te  ayudarán en los momentos más críticos que surjan en tu vida. Convencido estoy de que  nunca nos fallarán si  hemos creado una fuerte conexión con ellos. A mi juicio los lazos con sanguíneos   por  regla general  generan protección y apoyo entre los miembros de la familia.

 


Como ya comento, la familia siempre está ahí  receptiva cuando todo el mundo te da la espalda y no tienes a nadie más con quien contar. En infinidad de ocasiones   con su apoyo y ayuda incondicional abriéndote las puertas cuando ves y sientes que todos te las cierran. Recibiéndote con generosidad una vez que todo lo hemos  perdido y nadie te ofrece algo por nada.  Es algo habitual que con el paso del tiempo  van desapareciendo progresivamente los amigos y al final lo único que te queda es la familia para buscar a través de ella, bien el  consuelo o el afecto que necesitas. Con lo cual esta circunstancia me da a entender que de poco sirve el que a los amigos se escogen  por elección  propia si éstos desaparecen y muchos de ellos acaban olvidándote. En cambio la familia siempre permanece inalterable en todos los momentos y situaciones, sin importar que te distancies  físicamente o que el tiempo transcurra. La sucesión de tiempo no tiene la fuerza suficiente de fragmentar los  lazos consanguíneos   que se originan con relación a   la génesis de nuestras vidas. Aunque lamentablemente si que hay algo que puede hacer correr el riesgo de quebrarse  los intrínsecos   vínculos  familiares y acabar convirtiéndolos en pequeñas moléculas de polvo dispersos en el aire de la enemistad.     Me estoy refiriendo al tema de las herencias y de como  hacer posible el que,  familias que siempre han convivido en perfecta y feliz armonía, como acaba resquebrajándose esa convivencia en el momento de fallecer los progenitores, todo a cuenta de  las polémicas  y  enfrentamientos que se originan  entre   hermanos a la hora de   la repartición de  los bienes materiales que les legó sus padres. Es muy  triste y lamentable comprobar que es muy habitual  que    se den estos desagradables  episodios. A mi personalmente me resulta deprimente  que la relación fraternal entre hermanos se haga añicos y que se crea una perdurable inquina entre ellos por culpa del ese vil materialismo que está fuera de toda ética y actúa sin  escrúpulo alguno.   Sobre todo si se entrometen en el asunto de la repartición hereditaria   personas ajenas al vínculo familiar, pongamos cuñados,  porque éstos son  las que acostumbrar a meter  más cizaña todo afín de salir  mejor beneficiado.    Por suerte aún sigue habiendo personas que se posicionan más a favor de la  concordia fraternal  y huyen de todo enfrentamiento aunque eso suponga quedar más desfavorecido a la hora de heredar. Es obvio que al respecto cada actúa en consecuencia  a su particular escala de valores dándoles la prioridad que más crea conveniente.

Lo que está claro es que cuando hablamos del núcleo familiar  nos referimos a la familia conviviente formada por los padres y sus hijos. Estos últimos entre ellos están unidos por un vínculo consanguíneo  muy sólido. Y es que la relación entre hermanos llega a convertirse en única e irreemplazable que acostumbra a ir fortaleciéndose con el paso de los años, las experiencias personales vividas y esa especie de complejidad forjada son un factor determinante que se haga más consistente la relación fraternal. La relación con los padres dentro del concepto familiar resulta palmario que es muy diferente a la que se tiene con los hermanos, a pesar que sea el mismo nexo sanguíneo que los vincule. Pero es evidente que la generosidad infinita  y el amor incondicional que los padres muestran hacia sus hijos están muy por encima del afecto fraternal que se da entre   hermanos. Lo que me queda bien claro es que la madre desde el principio cuida de nosotros hasta el final de sus días; el padre de por vida nos protegerá siempre. Por esta razón la deuda de gratitud y amor que tenemos con ellos debería resultar eterna.  Por desgracia no siempre es así. Y es que una vez los  hijos va creando su proyecto de vida alejado de la compañía de los padres,  de forma paulatina se va  reduciendo casi  a la mínima expresión esa deuda de gratitud. Así que   todo el esfuerzo, sacrificio y amor que han tenido para nosotros progresivamente se va difuminando y en apariencia va quedando en nada. Pero a pesar de todo, como familia que son y a la que pertenecemos, ellos  siempre estarán ahí, esperando para apoyarte o ayudarte de forma desinteresada cuando te vengan mal dadas.