viernes, 17 de diciembre de 2021
jueves, 9 de diciembre de 2021
VACUNAS
Seguramente que todos hemos escuchado en alguna ocasión que el impacto de la pandemia hará que ofrezcamos nuestra mejor
cara como individuos y, también, como sociedad y que saldríamos mejor una vez que terminara la crisis sanitaria. Con total ingenuidad nos lo hemos ido creyendo
firmemente. Pero de forma progresiva nos estamos llevando un gran chasco porque
el egoísmo que caracteriza a los
países que se encuentran englobados dentro del capitalismo de Occidente cada vez queda más contrastado. Siguen en las mismas treces de insolidaridad
demostrándolo de forma palmaria en lo que concierne a las vacunas contra el Covid-19. Todos esos eslóganes de contenido
compasivo que nos invitaban al optimismo
y a reconciliarnos con la humanidad se han ido al traste en lo que atañe al asunto de las vacunas. Y es que la desigualdad
del reparto de las mismas creo que se gestó incluso antes de que estuvieran
para su administración. Los países ricos en su desmedido afán acaparador, incluso antes de que
aparecieran las primeras vacunas aprobadas para su uso, se adelantaron y se
hicieron con el mercado consiguiendo la mayor parte de las dosis. Los 27 estados
miembros de la unión europea junto a otros países ricos al principio reservaron
aproximadamente la mitad de las vacunas disponibles. Los meses han ido
transcurriendo y el porcentaje no solo
se ha mantenido sino que ha ido aumentando. En la actualidad todos estos países ricos han acaparado casi la totalidad de las dosis. Por lo tanto los
países económicamente menos pudientes les van a tocar esperar. Y como de costumbre
la espera va a ser larga. Me temo que excesivamente prolija a cuenta del summun egoísta
instalado en los opulentos países occidentales por que la grana mayoría de su población ha
recibido ya tres dosis de la inoculación
del suero anti covid, y por cierto ya están “trabajando” para que reciban una
cuarta dosis. Por el contrario, hay millones de personas residentes países pobres, que todavía siguen a la espera de recibir la
primera dosis. Garantizar el acceso
universal a las vacunas es una prioridad que a día de hoy está muy lejos
de ser una realidad según revelan las
pírricas cifras de los países menos desarrollados.
Por otra parte, por mucho que los negacionistas sigan “dándonos la brasa” con sus discursos ambiguos que nada demuestran con cierta fiabilidad, y así día tras días estén echando pestes por sus infundadas sospechas conspiratorias contra todo lo vinculado al acto de vacunarse. Las vacunas han traído la solución que desde principio de la crisis sanitaria enconadamente se estaba buscando, aunque visto los visto hasta ahora, no son la panacea deseada, más bien un parche. Aún así, es evidente que las vacunas nos ayudan a limitar los contagios. Lo que resulta de vital transcendencia es el asegurarnos de no dejar vías libres a la infección. Como también es necesario, y de justicia, el que hay que repartidlas sabiamente a fin de que se reduzcan las opciones de mutación del Covid-19. Porque no hay la menor duda de que los virus mutan, es lo que mejor hacen, y se puede decir que viven mutando. Da fe de ello lo que a día de hoy está ocurriendo en Sudáfrica, por el descubrimiento de una nueva variante del Coronavirus la cual ha desatado una alerta mundial ante sus eventuales riesgos. Comentas los científicos que esta variante es más virulenta que las anteriores, con mucha más capacidad de transmisión y más resistente a las vacunas empleadas hasta le fecha. Por el continente africano parece ser que ya se ha propagado de forma rápida .Lo peligroso o más bien preocupante de esta nueva variante aparecida en Sudáfrica denominada órmicron, es que las personas universalmente están en continuo movimiento trasladándose de un lugar a otro, por ende resulta muy fácil que el virus vaya saltando también de forma constante de continente en continente.
Lo
que resulta bastante evidente es que el injusto reparto de las vacunas está
retrasando el fin de la pandemia. Mientras la vacunación masiva no se extienda
por todo el planeta, lo que está lejos de suceder en estos momentos, ningún
país estará blindado ante el
Coronavirus. Nadie estará a salvo por completo mientras haya países con
su amplia parte de la población sin proteger; por mucho que se haya recibido la
tercera dosis del suero anti Covid. Resulta especialmente escandaloso el caso
del continente africano, donde sólo el 7% de los ciudadanos han sido vacunados.
De nada va a servir el que prácticamente la totalidad de los ciudadanos que
residen en los países ricos estén vacunados si continúan sin tener acceso a la
vacuna la población de los países pobres. Este hecho de egoísmo palmario por
parte de los países ricos lo único que
va a generar es que aparezcan nuevas variantes como la ya citada de Sudáfrica y las vacunas inoculadas estarán en peligro de que no sirven para nada
y acabaremos entrando en un círculo vicioso y tendremos que actualizarla una y
otra vez para las nuevas variantes. Que el virus siga circulando por el mundo a
sus anchas por nuestro egoísmo resulta
contraproducente, no solo deja en
riesgo a las personas más pobres y vulnerables, sino que prolongará la
pandemia, las restricciones necesarias para contenerla y el sufrimiento humano
y económico. Por lo cual resulta
incuestionable que la inmunidad debe ser global o de lo contrario no se va a
terminar nunca esta angustiosa situación de pandemia.