martes, 24 de abril de 2018

He vuelto





Hoy traigo la palabra entre los dientes,
igual que faca afilada que sobre el miedo se perfila
y va mostrándose desnuda en mi garganta.
Vengo con este resumen de exilio y muerte
ocupando las arterias del silencio
y presiento que a través de la piel del dolor
todas las amapolas de mis huellas sangran.

Hay un lumpanar de crisantemos en la carne,
donde impúdicas las putas con los sueños se amanceban
y los borrachos en la entrepierna de la luna se beben
esa pasión de luz que por tanta fiebre se derrama.
Una abstinencia de siglos por mi sexo transita
para que en el útero infecundo del futuro
se engendren los hijos bastardos que parirá el olvido.

Regreso convertido en taciturno viajero del pasado
que a una balsa de nostalgia se aferra
para que la vida estrene cada día un pulso nuevo
y saciado de soledad voy del vacío hacia la nada.
Por detrás de mi inocencia preludia un amanecer
que, en el calor ausente de unos senos, despierta
ese temblor añejo que a mi lumbre adolescente aviva





domingo, 15 de abril de 2018

SOLEDAD


 
Los cambios socioculturales y económicos han dado lugar a un notable incremento de la soledad. Al parecer los mas vulnerables a esta problemática son las personas mayores, las cuales ganan en autonomía pero cada vez tienen menos vínculos afectivos a su alrededor. Resulta esto una  combinación que les expone de manera perjudicial a su salud.  La soledad no deseada, en especial a las personas mayores, según han llegado a la conclusión recientes investigaciones    puede generar numerosas patologías, como por ejemplo el deterioro cognitivo, la depresión, enfermedades cardiovasculares, falta de movilidad y lo más grave: mortalidad temprana. En referencia a esto último, el magistrado y jurista español, Joaquim Bosch, comentó que cada vez crece el número de  cadáveres en estado de descomposición que se encuentran en los domicilios.  Se trata de cadáveres de ancianos que además de haber estado viviendo solos, fueron olvidados y abandonados por familiares o por  la sociedad en general. Cuando sucede algo tan trágico y descorazonado como esto, deberíamos preguntarnos conjuntamente si merecemos el nombre de seres humanos con dignidad.  Por otra parte, lo que  debemos tener   bien claro es  que     la soledad que no se ha elegido  acarrea una problemática de nefastas  consecuencias que afectan a la salud física y mental.  En mi opinión no creo  que  estas consecuencias afecten en exclusividad a los ancianos,  también  los jóvenes  no se encuentran  libres  de sufrirlas  por  no estar inmunizados contra  la soledad,   la cual  socialmente no está bien vista; es más muchas veces está teñida de una sensación de fracaso social. Por esta razón  esta sociedad  tiende a no visibilizarlo porque es parte de nuestro fracaso como sociedad. Por cierto, en el Reino Unido   como la soledad ha alcanzado un asunto de Estado por que según un estudio reciente,  aproximadamente a  unos nueve millones de británicos  les afecta,  han creado una Secretaria de Estado contra la Soledad. No se hasta que punto este Ministerio podrá poner remedio a los   efectos nocivos que origina esta problemática generalizada,   pero es evidente que todos los medidas preventivas  que se pongan en práctica  para atenuar sus efectos serán altamente beneficiosos   para la salud mental y física.  En España, aunque no son datos fiables, se calcula que aproximadamente son dos millones de personas los que sufren la soledad no deseada y corre el riesgo de que vaya creciendo exponencialmente esta cifra.  Razón por la que se  vería con buenos ojos el que en este país también se  adoptasen planes estatales contra este fenómeno considerado ya por los expertos como una  epidemia del siglo XXI, que no entiende de clases y genera exclusión social y problemas de salud y con la que los humanos debemos acostumbrarnos a vivir.



 
 
El prestigioso autor brasileño, Paulo Coelho, ha dejado  escrita la siguiente frase   que dice lo siguiente: “El ser humano puede soportar una semana de sed, dos semanas de hambre, muchos años sin techo, pero no puede soportar la soledad”.  Aunque  resulte   una sentencia lapidaria esta frase escrita,  me voy a  toma la licencia de   disentir  acerca de que  el humano no puede soportar la soledad.  Supongo que el autor del enunciado se referirá a esa soledad no deseada que crea angustia y desesperación, y que a su vez literalmente invade de manera tóxica nuestro cerebro y lo habitual es acabar  envueltos en un mar de lágrimas con el fin de aplacar sus desgarradores efectos. Evidentemente  ésta sí resulta insoportable.  En cambio para quienes optan por elegir la soledad como forma de vida creo que para nada tendrán que soportarla, más bien todo lo contrario. Esta claro que unos eligen libremente esa forma de vida y la disfrutan; en cambio a otras personas la soledad por imposición les causa un terrible sufrimiento.   Vivir solos o acompañados generalmente es una elección personal, sobre todo entre los jóvenes, porque saben que pueden tener autonomía y por esta razón  consiguen llevar bien su situación elegida. Además vivir sólo no tiene que ser sentirse solo, sino que puede resultar una experiencia enriquecedora.  Tampoco nos creamos  que por el simple hecho de vivir acompañados estemos libres de los infortunios que genera  la soledad. En absoluto. Cuantas veces nos hemos visto en la situación  de estar rodeados de mucha gente, o en compañía de una única persona,   y tener la sensación de que estamos completamente solos. Para mí esta circunstancia me resulta deprimente y contradictoria por que nos hace sentir que no encajamos en ninguna parte, con el vacío interior y la insatisfacción vital que esta triste situación representa. Otro hecho que  a mí personalmente  me resulta bastante paradójico con relación al asunto del que hablo, es que  generalmente estamos más unidos que nunca merced a  los medios tecnológicos,   pero  en cambio cada vez estamos más solos. Y eso que a través de las redes sociales o el “inteligente” Smartphone  podemos contactar con cualquier persona del mundo y recibir respuesta inmediata. Resulta palmario el que la tecnología no deja de ser un medio de aislamiento y totalmente impersonal, y por consiguiente contribuyen a maquillar el problema de la falta del contacto  o acercamiento físico entre las personas y a esto lamentablemente se le debe considerar soledad profunda, por más que tecnológicamente tratemos de encubrirla. Cuanta tristeza y sensación de fracaso encierra que sean el teléfono móvil y el ordenador nuestros únicos acompañantes.  Cuando  deberíamos evitar  caer en la “tecnodependencia” por ese aislamiento que ocasiona y que tan asociado está a la soledad no deseada, por más que  tratemos de disfrazarla con los tropecientos mil amigos que tenemos añadidos  en Facebook y otros tantos seguidores en Twitter.  Tristemente el problema seguirá estando ahí, porque la soledad es un rasgo inevitable de la experiencia humana; todos la llevamos dentro  y cada uno trata de superarla como puede. A eso se le llama comunicación