jueves, 30 de julio de 2015

EXTRAVAGANCIAS

Realmente lo que no deja de sorprenderme cada vez más es lo excéntricas que se vuelven algunas personas con relación a las extravagancias que perpetran y cuyas víctimas de las mismas son sus mascotas, o animales de compañía como suelen comúnmente denominarse. Todos esos  disparates que cometen los dueños de los animales, mayormente a los perros, me resultan incalificables por lo sobredimensionado de su excentricidad. Según mi criterio, va en contra de toda lógica con referencia a la naturaleza intrínseca del animal. Algo de sibilina crueldad hay en ese insólito comportamiento de los dueños hacia sus animales de compañía. Quizá suenen bastante duras mis palabras, pero es así tal como yo  percibo este hecho. Por desgracia no veo que la realidad  ofrezca  otra alternativa  cuya finalidad fuera el hacerme cambiar de opinión. Y es que cuando en los medios de comunicación aparecen publicadas noticias tan disparatadas como  ésta que dice que los tailandeses son tan apasionados con sus gatos que se casan con ellos en carísimas ceremonias, o  que en Singapur  los perros son tratados como a la aristocracia y cuentan con spas y también con estudios de yoga, más que cambiar de opinión lo que hace es ratificarme con mayor convencimiento en la idea. Y no sólo aparecen absurdas noticias como las dos citadas, también se publican otras tan ridículas, cuando no ofensivas, informando de que están construyendo lujosos hoteles para perros, también con spa claro; o que crean canales de televisión de pago exclusivamente para la raza canina, que tienen sus teléfonos móviles y que han creado para ellos en las redes sociales cuentas en Facebook y Twitter. Y así un suma y sigue de disparatadas ocurrencias. No cabe duda de que  aparte de resultar, bajo mi punto vista, claramente extravagante, lo que hay detrás de todo esto es un boyante negocio en un mercado que crece exponencialmente cada año, el cual mueve miles y miles de millones de dinero. Según las estadísticas los españoles se pulieron la friolera de 1750 millones de euros en el año 2013 en relación a sus animales de compañía. Pero esto es peccata minuta  si lo comparamos con los estadounidenses que se pulen 41.000 millones, es de suponer que de dólares, anualmente en estos menesteres. Uno que tiene tendencia a la empatía, se pregunta, ¿si no sería mejor, o desde luego más ético,  utilizar gran parte de ese dinero derrochado en cubrir las necesidades básicas de los millones de pobres de solemnidad que habitan este atribulado planeta y no dilapidarlos en ridículas frivolidades de este tipo?  Aunque la pregunta rezume  cierta retórica demagógica, se hace necesario plantearla cuando se percibe que la injusticia social impide sobrevivir con dignidad a los excluidos de este mal llamado sistema global del bienestar.







Es evidente que el lucrativo negocio es un filón que resulta muy prometedor, de ahí el que cada vez aparezcan nuevos "oportunistas" con innovadoras ideas asociadas a este mercado. Como por ejemplo la de los naturópatas de los animales, que parece que en Internet florecen como las setas en otoño. Individuos que dicen contactar telepáticamente con perros fallecidos. Increíble tal estulticia, pero cierta. Mientras sigan existiendo incautos, miel sobre hijuelas para todos estos embaucadores "telepáticos". Los que también se han apuntado a este lucrativo negocio de la extravagancia perruna son las clínicas de estética y cirugía canina para ofrecer servicios como pedicura para sus garras o  para imponer implantes de silicona en el escroto a machos esterilizados. ¿ Saben   ustedes  que hay en el mercado productos para su alimentación, tales como la sopa vegana de lentejas, pienso sin gluten, carne ecológica, etc.? ¡Que me vengan a mí ahora todos estos "raritos"  ofertándome productos ecológicos para alimentar a la familia canina, en mi opinión carnívora por naturaleza, es que me parto de risa tía Felisa! ¿Y sobre el tema de la repostería canina, ese invento de los norteamericanos que ya se ha implantado  en España, que puedo contaros? Que el producto estrella de esta frivolidad es la tarta de cumpleaños para celebrar el aniversario de la mascota. Así, como suena y sin añadidos. Quizá porque soy una persona que tengo un especial cariño a los perros tanta excentricidad me exaspera. Es obvio que no soy quien para autoerigirme en juez que debe conceptuar si es políticamente correcta o no la conducta de los dueños de un animal de compañía cuando actúan de esta manera. Yo lo único que trato es de dar mi opinión personal al respecto y no es otra que considerar que el abuso que se hace por tanta ridiculez a priori van un poco contra natura del animal.

Al parecer los animales de compañía por todo esos excesos en cuanto a extravagancias se están convirtiendo en fetiches y en muchas ocasiones en parejas sin hijos tienden a ser sustituidos por éstos. Por mucho que obsesivamente traten de humanizar a lo animales, además de parecerme una forma encubierta de maltrato animal, jamás podrán ser el sustituto de ningún miembro de la familia. Según los expertos en este campo el tratar de sustituir a lo animales por algún familiar es una tendencia que va prolongándose a medida en que la soledad y el aislamiento se acentúan. Tristemente me temo que irá in crescendo esa acentuación debido a esta sociedad actual tan saturada de comunicación digital que tanta reclusión en soledad origina. "Los animales deben ocupar el lugar que les corresponde y no reemplazar al humano", esto es lo que indica el médico veterinario y etólogo Rubén Mentzel, especialista en el comportamiento animal. Me resulta irrefutable a consideración de este veterinario argentino, aunque al parecer el 94% de los propietarios de un perro estén en desacuerdo porque afirman que sus animales son considerados como un miembro más de la familia. Opinión diametralmente opuesta, sin duda,   que para nada comparto. Yo de momento seguiré reafirmándome en la acertada reflexión de Rubén Metzel, por que ésta  me confiere mayor veracidad.

 

miércoles, 22 de julio de 2015

CUESTION DE ACTITUD

Parece ser que las personas con carácter optimista viven un 19% más que los pesimistas y también que la salud no depende sólo de valores físicos, sino de la actitud con la que enfrentamos la vida. Esto es lo que comparten investigadores de la clínica Mayo de Nueva York, tras haber realizado alrededor de treinta años un estudio a casi un millar de personas. La verdad que tan contundente afirmación, uno que tiene cierta tendencia nihilista, le deja bastante preocupado por esa inquietante reducción de años de vida que origina el pesimismo. Por lo tanto, habrá que cambiar de inmediato de chip para ver de forma permanente el que la botella está medio llena y no medio vacía porque esta observación incuestionablemente es la de un optimista. Supongo que   esta actitud  positiva ayudará  a mejorar el estado de salud tanto la mental como la física y ello contribuir a alargar los años de vida, ateniéndonos claro está  a ese estudio llevado a cabo por los investigadores estadounidenses porque así lo demuestran sus datos. También en referencia al tema que concierne, los expertos en el campo de la psicología y medicina, atestiguan que quienes tienen un carácter optimista presentan niveles bajos de cortisol, la llamada hormona del estrés. Lógicamente una tasa elevada de esta hormona puede hacer que se activen desencadenantes de mala salud y aparecer diversas patologías, siendo las cardiovasculares las  de más común aparición y de mayor riesgo para la salud. Y ésta es otra, hay estudios que confirman que quien disfruta de una visión positiva de las cosas en general, en caso de ser intervenido quirúrgicamente, tendrá menos complicaciones posoperatorias. Resulta palmario que tal como los expertos en esta materia nos lo cuentan y aseveran, es condición sine qua non cumplir con sus preceptos para conseguir mostrarnos ante la vida con una actitud muy positiva y de esta manera a todos seguro que nos vendrá de perlas. 







 
Pero me temo que no resulta nada fácil mostrarnos de continuo con un carácter positivo y así poder observar de manera prolongada el que esa metafórica botella sigue estando medio llena. Hay circunstancias en la vida, tanto personales como colectivas, que son diametralmente opuestas a generar optimismo y éstas nos suelen afectar con bastante facilidad. Sin ir más lejos las nefastas noticias que a diario nos llegan desde los medios de comunicación, la mayoría de ellas relacionadas con la crisis global que atraviesa el planeta, las cuales no son precisamente portadoras de ilusiones que contribuyan a que siga dilatándose nuestro carácter optimista, sino más bien que persevere el pesimismo en  estado puro. Luego lógicamente dependerá mucho del grado  de  compromiso y  empatía  con que cada persona reaccione ante este desalentador panorama social del que nos informan. Aparte del modo particular de sensibilizarse con la correspondiente problemática social, lo que debe  resultar fundamental es levantarnos  de la cama cada mañana con un semblante que rebose optimismo en plenitud, porque ante la vida a priori quienes tiene un carácter positivo son los que consiguen disfrutar antes de los desafíos de ésta. Luego si aparece un imprevisible hándicap que trate de menguarnos el grado de optimismo, será cuestión de hacerle frente en las mejores condiciones vitales con el fin de que la reducción sea lo más mínima posible. Si hay una cosa que resulta evidente es que la actitud optimista ayuda a salir hacia adelante en la vida en las mejores condiciones factibles y sobre todo a resolver con mayor facilidad todos los problemas que se nos presenten, que como es lógico a lo largo del trascurso de nuestra compleja existencia son muchos y  éstos acostumbran a surgir de forma progresiva y de muy variada proporción. Además su predisposición a la alegría hace que el sufrimiento disminuya. Por contra, el desalentador pesimismo mentalmente  nos limita bastante, razón por la cual  impide ver  los problemas en general con mayor claridad  y a su vez  proporciona reducidas esperanzas a la hora de tener que enfrentarnos a ellos. Esta circunstancia que genera tanta negatividad inevitablemente hace que la preocupación vaya creciendo tanto que acaba imposibilitando encontrar las necesarias soluciones. Es obvio que un pesimista está muy falto de estímulos y cuando su cerebro se encuentra atrapado dentro de una espiral rebosante de emociones negativas, le resultará ardua tarea encontrar estímulo alguno. Supongo que asumiendo su funesta condición, se regodeará en sus miserias, las cuales sospecho que pasarán a formar parte consubstancial de su  existencia.

En mi opinión, subjetiva claro está, tanto el pesimismo como el optimismo son ambos contagiosos y no se por qué razón, a la mayoría de nosotros  nos contagia con mayor facilidad   todo cuanto envuelve al pesimismo, a pesar de que son sensaciones nocivas las que nos transfiere. Supongo que todo cuanto haya de cierto en esta particular hipótesis perfectamente podrían darnos su explicación  los expertos en el campo de la psicología. Lo que debemos tener siempre bien claro es que la actitud pesimista cuanto más lejos esté de nosotros, mucho mejor. De esta manera podremos  disfrutar de una buena salud mental ya que el optimismo acostumbra a adoptar hábitos de vida saludables y sobre todo nos ayuda a sentirnos mejor con nosotros mismos, no sólo en lo puramente físico, sino también en lo emocional. Termino indicando que el optimismo según mi criterio es sinónimo de felicidad con lo cual habrá que procurar ser lo más feliz posible por que es una forma de resistir.