lunes, 22 de febrero de 2016

CONDUCTA INCIVICA

"Tirar un papel al suelo te puede salir caro" Este fue el enunciado de una noticia que hace ya un tiempo considerable apareció en la prensa digital y ahora valiéndome de ella voy a escribir  a continuación algo que concierne a este asunto.  En principio, comentaros que la noticia guarda relación con una joven que se encontró en su coche una hoja informativa  sujeta por el parabrisas   y   sin reparar en ulteriores  consecuencias, despreocupada  la arrojó al suelo. Pero dio la   la maldita casualidad que en el momento de arrojarla, se hallaba en ese mismo lugar de la vía pública un policía municipal que la recriminó por su conducta impropia. A parte de la reprimenda y algún que otro intercambio de altisonantes palabras, el agente municipal le pidió su DNI y dirección del domicilio. A los pocos días después le llegó a su domicilio la notificación de una multa de 150 euros por haber arrojado al suelo el papelito de marras. Y en estos casos ya se sabe lo que te queda: recurrir por si tienes suerte de que te quiten la multa o en su defecto  reduzcan la cantidad a pagar. Es evidente que puede resultar discutible si se trata o no de una cantidad excesiva la multa, pero lo que yo personalmente considero incuestionable es el que resultan muy necesarias este tipo de sanciones contra las personas que muestran una conducta incívica en estos casos. A mí en particular  me cabrea mucho cuando veo a un irresponsable individuo que sin preocupación alguna arroja cualquier tipo de basura a la vía pública, con el agravante  de que tiene a su lado una papelera donde puede depositar ese objeto y para nada se molesta en hacerlo. No se si será por comodidad o  por vagancia la negativa de depositarlo dentro, aunque pienso que en la mayoría de veces se debe a que carece de esa conciencia necesaria por mantener la ciudad lo más limpia posible. ¿Qué se puede hacer frente a este tipo de individuos? Desde luego que lo más aconsejable sería que con buenos modales nos acercáramos a él y reprenderle  por su actitud, pero casi siempre  por el temor a cómo puede reaccionar este sujeto al que se le ha llamado la atención, renunciamos a censurar su conducta impropia. Está claro   que nuestra negativa se debe a no querer pasarnos un mal rato si a éste le da por reaccionar de manera agresiva ante nuestras reprimendas.
 
Por cierto, que no es tan sólo en el suelo de la  la urbe donde estos individuos suelen tirar la basura, también en un lugar tan emblemático como es la playa acostumbran a dejar la impronta de su conducta incívica. Me estoy refiriendo a las playas ubicadas en la costa cantábrica de la provincia de Vizcaya, zona donde resido en la actualidad. Pues bien, en estos arenales básicamente turísticos, durante la temporada estival tanto la Diputación Foral de Vizcaya, como los ayuntamientos a quien pertenecen las diferentes playas, colocan en todas ellas varios contenedores para depositar dentro de ellos las basuras oportunas. Pero estos sujetos, la mayoría jóvenes o adolescentes, pasan olímpicamente de los contendores por que para nada  son conscientes del mal que estamos causando entre todos al medio ambiente. Y para muestra un botón. Es habitual que en algún punto  determinado de la playa donde han estado a sus anchas   este grupo de  irrespetuosos con ese entorno natural, la visión que queda cuando  abandonan ese reducido espacio resulta indignante y de auténtico asco, por el hecho de que    toda la basura que fueron generando durante su estancia allí la han dejado  dispersa por la arena. Y lo más grave es que a escasos metros de esta basura desperdigada  se halla un contenedor. Pero como se ve estos "marranos" no se molestaron en recogerla  y depositarla dentro. A veces me pregunto si en sus casas se comportarán y actuarán de tan descuidada manera. Dudo que les permitan sus padres dejarlo todo hecho una auténtica porquería. Aunque la verdad,  ese  alto grado  de pasotismo e irrespetuosidad que caracteriza a una gran mayoría de jóvenes hoy en día, todo puede ser posible. No tengo la menor duda de que si a estos individuos se les llama la atención , tratarán de justificar su incivismo con eso de :" ¡Para esto están los limpiadores; que se jodan y hagan su trabajo" Y seguro que se quedan tan campantes y ufanos por tan atrevido comentario. En cambio al que se atrevió a censurarles su comportamiento, estoy seguro que es tanta la mala leche que le debe entrar,  que lo único que deseará es    soltarles  un buen sopapo   por su insolencia. Pero lo normal en estos casos, es contenerte y rumiar el cabreo en silencio por no verte involucrado en un violento altercado con estos descarados niñatos, por mucho que te indigne el desprecio que muestran por ese entorno natural.







Por otra parte, no sólo se trata de la suciedad y de la mala imagen que muestra la vía pública cuando sobre ella se va acumulando todo tipo de basura, sino las repercusiones posteriores que este contratiempo puede ocasionar. Sin ir más lejos, la obstrucción de sumideros y alcantarillas por culpa de la acumulación de las toneladas de basura que de manera inconsciente arrojamos al suelo y que  van adhiriéndose por toda  la red del alcantarillado  puede causar serias inundaciones  si esa oclusión   impide que todo el agua caído de la lluvia pueda desaguar con normalidad. Es obvio que para evitar correr riesgos de esta índole y a su vez procurar mantener limpio el entorno urbano hace falta informar y concienciar a la gente  y a su vez dictar normas al respecto que exijan ser cumplidas. A quien les importe un ardite las normas y no tengan la más mínima intención de cumplirlas y por ello prosigan con su conducta incívica, cuando se les pille infraganti se les pone  la multa correspondiente y problema resuelto. Seguro que de esta forma a la hora de intentar volver a arrojar cualquier objeto al suelo de la vía pública se lo va a pensar dos veces.

viernes, 5 de febrero de 2016

COCINA INTELIGENTE

El visionario escritor estadounidense, Ray Bradbury, en la década de los ochenta del siglo pasado, escribió una colección de relatos incluidos en una de su famosa obra conocida como "Crónicas marcianas". Entre esta serie de relatos se encuentra el que lleva por título "Vendrán lluvias suaves". En él cueta la historia de un hogar de California(EE.UU.) después de una guerra nuclear que a pesar de que todos los miembros de la familia están muertos, los robots que trabajan en la casa continúan con su ocupación doméstica. Se trata de una de las historias cortas más famosas relacionadas con la ciencia ficción y que a pesar de que el autor la escribió en 1950, los hechos a los que se refiere ocurren en el año 2026. Efectivamente que se trataba de pura ciencia ficción en el momento de ser escrita esta fábula futurista, pero nada más lejos de la realidad. Aunque falten diez años para llegar a la fecha exacta en que acontecen los hechos narrados y tampoco de momento se ha desencadenado ningún conflicto nuclear que ponga al borde de la extinción a la raza humana en el Planeta, la utilización de los robots es un hecho constatado. Están creados a base de una sofisticada tecnología con el fin de que se encarguen de cocinar para nosotros. Por ahora están sólo a prueba. Pero estoy convencido que cuando los consideren suficientemente perfeccionados, se comercializarán. Al parecer dispondrán de unas dos mil recetas incorporadas y la capacidad de cocinar infinidad de platos. En principio el problema radica en su elevado coste, pero estoy convencido de que acabará siendo económicamente accesible. No hay duda de que quien tenga en su hogar una de esta sofisticada máquina tecnológica que cuenta con brazos y manos articulares capaz de cocinar con la precisión de un cocinero profesional, y que tiene a su vez más de una centena de sensores que imitan los movimientos humanos, dispondrá a su capricho de un "Teconochef" las 24 horas del día sin que muestre síntomas de agotamiento alguno. 
 
 
 
 ( ¡Son el futuro las cocinas inteligentes, como ésta, y no se si podremos vivir sin ellas!)
 
Al parecer, no es únicamente el robot quien dispone de inteligencia electrónica dentro del hogar, también cuentan con  un alarde de alta tecnología algunos electrodomésticos, con lo cual han conseguido que la propia cocina se haya vuelto inteligente. Y no es para menos cuando parece ser que te permite chatear con el horno, o que el frigorífico te sugiera recetas  para esos alimentos que están a punto de estropearse debido a su caducidad. ¡Alucinante todo este súper  nivelazo de inteligencia que poseen! Y esto no queda sólo aquí porque ya hay compañías que están desarrollando una tecnología tan depuradísima, que permite interactuar con los electrodomésticos Via Line, algo similar a los WhastsApp. Como siga evolucionando tan perfeccionada innovación, ¿alguien duda de que nos acabaremos enviando mensajes a la lavadora o al frigorífico? Estoy seguro que no se le pondrá límite alguno a esta forma tan sui géneris de interactuar. En fin; que es cómo para volverse uno loco con todo este  asunto. Aunque bueno, siempre hay personas en estos casos que a esta especie de entelequia lo consideran muy importante. Opinan que esta visión de la tecnología ayuda a decidir que menú preparar con los ingredientes que en ese momento cuentas. De resultar esto cierto, no cabe duda de que contribuirá de forma vital a eliminar todo ese estrés que acostumbra a generarse cuando se está pensando de continuo en el menú que debemos cocinar durante la semana. Pero a mi juicio el súmmum de todo este invento guarda relación con una empresa catalana, concretamente la Reimagine Food, que trabaja con impresoras 3D capaces de imprimir la comida que ingerimos, aparte que manejan robots que rastrean nuestros datos personales en la red para sugerirnos que comer, basándose en nuestros gustos y a su vez atendiendo el valor nutricional de los alimentos. ¡Vamos, que aquí al parecer todo quisqui resulta ser un experto en nutrición...! La verdad es que me descoloca mentalmente este complejo asunto de la denominada cocina inteligente. Supera con creces mis precarios conocimientos tecnológicos, por consiguiente limita bastante mi capacidad de opinión al respecto. Aunque esto no quita para que dude acerca de si tan sofisticada y rápida manera de cocinar podrá conservar en su totalidad las propiedades nutritivas de los alimentos. En lo que no tengo ninguna duda es en lo concerniente a su sabor por el irrefutable hecho de que cocinar los alimentos de manera convencional es un proceso que aporta sensaciones más ricas a nuestro paladar. Y no digamos la manera tradicional en que antaño se cocinaba en las zonas rurales. La exquisitez que proporcionaba su cocción lenta a través de los rudimentarios fogones en cacharros exclusivamente para este cometido, seducían al paladar.  Lo que  cada vez voy teniendo más claro es que nuestra estresante forma de vida actual, donde proliferan los alimentos precocinados, cuando no  ultracongelados, y las preferencias de ocio, cada vez más nos distancian de los  pucheros tradicionales y los platos sanos.
 
Es un hecho incuestionable que en aras del progreso todo va evolucionando y en lo referente a la tecnología, es una evolución que se percibe con más apremio. Aunque uno siente el que aún permanecen agazapadas en la memoria emotivas reminiscencias del pasado, las cuales se resisten a desaparecer, tiende a adaptarse a cuanta propuesta innovadora de futuro va apareciendo en el mercado. En muchas ocasiones su clara connotación visionaria aparentemente nos suena a ciencia ficción, pero cuando  menos se los espera o se lo cree es ya una realidad, como personalmente considero que está resultando los robots y las cocinas inteligentes. Desde luego que son el futuro  y no se si al final  conseguiremos vivir sin ellos.