martes, 28 de noviembre de 2023

Humanitarios


domingo, 19 de noviembre de 2023

APOSTEMOS POR LA PAZ

 

Lamentablemente la historia se repite y nos hace guiños para que aprendamos. Pero  sucede  que nosotros no aprendemos; o más bien no queremos aprender, y seguimos con insistencia cometiendo los ancestrales errores de costumbre. Porque desde la noche de los tiempos continuamos arreglando nuestras disputas a base de violencia. Y la Ley del Talión nuca ha sido, ni será la solución, sino más bien el problema. Por desgracia los millones de muertos, y la devastación de Europa a raíz de la primera y segunda guerra mundial no nos sirvió de escarmiento, porque seguimos inmersos en una espiral de muerte y destrucción.  Es evidente que las guerras son la constatación del fracaso y error del ser humano, la victoria del egoísmo de unos pocos y la devastación de los valores más básicos de la humanidad.  Su  violencia innata  siempre  arrasará a gentes que no tienen culpa ni control sobre las causas del enfrentamiento. Como ya indico,  la guerra se trata de un máximo  error del humano y que  lo único que  genera son horribles tragedias porque la pérdidas atroces de vidas civiles, desplazamientos masivos y violaciones del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos son execrables hechos constatados. Cabe recordar que muchos de las más graves violaciones de los derechos humanos se cometen en los conflictos bélicos y que  en determinadas  circunstancias,  pueden constituir  genocidio y crímenes de guerra o  crímenes de lesa humanidad. Otro suceso que lamentablemente se da   en los conflictos armados es que los bandos enfrentados suelen utilizar la violencia sexual como arma de guerra. Por otra parte,  las consecuencias de la guerra no se limitan exclusivamente sobre el terreno, sino que nos irán lastrando sus perniciosos efectos durante décadas. Da fe de ello la colocación de minas antipersona  que puedan durar activas más de cincuenta años después  del finalizado el  conflicto. Por lo tanto, aunque la guerra haya terminado, seguirán durante muchos años más estos “invisibles enemigos”  dispuestos  a seguir ejercitando su perniciosa función que no es otra que la de mutilar a las personas.  Bombas que son arrojadas al futuro, francotiradores que siempre estarán al acecho y cuando menos te lo esperas, disparan para amputar el porvenir y continuar perpetuando la guerra. Sin ir más lejos, más de 1.660 personas fallecieron y otras 3.040 resultaron heridas el pasado año por minas antipersona en medio centenar de países.




 

Pero tampoco nos llevemos a engaño, ni pequemos de ilusos.  Todos conocemos sobradamente   que las guerras actualmente   existen por intereses económicos de las élites de los países que en ellas están involucrados. Y es que   la  industria armamentista ante pone  su lucrativa codicia  por encima de la destrucción y la muerte. La ética o la empatía se lo envainan y lo único que le importa al lobby de la  industria armamentista es facturar, y cuantas mayores cifras de dinero consigan,  mucho mejor para su rentable negocio. Los muertos no cuentan, ni la destrucción, ni la violación de los derechos humanos: solo interesa  el Money, Money. Su deplorable  manera  de actuar me resulta de una crueldad supina por el hecho de  hacer negocio con las desgracias humanas.

 

Visto el panorama tan beligerante que a día de hoy se vislumbra,  es  necesario, o más bien urgente, apostar por políticas pacifistas; que sea a través del diálogo y la diplomacia como se puede hallar la solución a los conflictos armados. Siempre se puede encontrar soluciones pacíficas para todos los conflictos, sólo debemos buscarlas.  A lo largo de la Historia han surgido  importantes pensadores y filósofos   que se han opuesto a la guerra y nos  han dejado como legado profundas y trascendentales reflexiones   pacifistas, pero se ve que no han calado  lo suficiente  entre la mayoría de todos esos   individuos  que mueven los hilos del mundo y que   por causa de su beligerante fanatismo están destruyendo la concordia entre los seres humanos.  Entre el elenco de  personas famosas que a lo largo del tiempo  han expresando con rotundidad su discurso pacifista,  se encuentra el celebérrimo  artista y músico  John Lennon, al que por cierto a pesar de su firme compromiso en favor de la paz, paradójicamente  fue asesinado el 8 de diciembre de 1980 en Nueva York ,    por uno de sus  fanáticos seguidores. Pues bien, este músico dejo una mítica canción pacifista que ha quedado para la historia “ Give Peace a chance”,  que traducido al castellano viene a decir:  “darle una oportunidad a la paz”. Esta  conmovedora canción rápidamente se convirtió en un himno en su momento.  Desgraciadamente para  nada ha servido la  canción o himno,   porque a día de hoy  se sigue sin darle  oportunidad alguna a la Paz.   Lo lamentable es que son   los señores de las guerras, esos extremistas tanto religiosos como políticos o militares, causantes de los mayores males a los que se enfrenta la humanidad,  quienes faltos de toda empatía, quienes  instigan  las guerras, pero luego es la población civil     quien de  forma colateral o directa sufre sus terroríficas consecuencias, que no son otras que, dolor, miseria y sufrimiento. Decía el célebre fotógrafo alemán Erich Hartmann” que la guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”. Cuanta razón tiene  este señor al afirmar  que como corderitos obedientes,  los jóvenes van sumisos al matadero, obedeciendo las órdenes de  esos vejestorios y malditos canallas.