domingo, 6 de junio de 2021

RESPONSABILIDAD AMBIENTAL


Al parecer los expertos prevén que en el año 2050 seremos aproximadamente unos 10.000 millones de personas los que habitarán el planeta. En estos momentos nos acercamos bastante a esta cifra porque  a día de hoy  parece ser que andamos por los 7.800 millones. La verdad que de forma exponencial va creciendo de manera alarmante. Para muestra, comentar  que en el año 1970 del siglo éramos unos 3.700 millones, con lo cual en la actualidad se ha duplicado esa cifra. Muy preocupante resulta  este progresivo crecimiento de habitantes porque esto se traduce en estómagos que alimentar  y obviamente supone a su vez alimentos que hay que producir para alimentar a tantísimo estómago.   Por desgracia a muchos no les llega, o si lo hace es insuficiente.  Aparte de las corruptelas políticas o las injusticias en el reparto equitativo de los productos alimenticios por parte de los gobiernos de turno,   lo que está deja bien a las claras que la superpoblación del planeta supone a su vez  la sobreexplotación de la agricultura  y esto conlleva a una palmaria carga sobre el ecosistema. Porque la elaboración de esos productos alimenticios genera una gran huella del C02, que según tengo entendido es el gas que más contribuye al calentamiento global, auténtica  amenaza para el planeta. Porque queramos o no, la grave problemática del medio ambiente sigue latente, con su interminable  riesgo,  por mucho que la letal pandemia del coronavirus involuntariamente la haya relegado a un segundo plano: como si nos hubiéramos  olvidado de ella hasta aparentar   que no existe.  Por razones  de vida   el último año nos hemos preocupado  más a salvarnos el pellejo  que a responsabilizarnos o  comprometernos con el cuidado el medio ambiente. Y resulta evidente que si se genera una hecatombe de grandes dimensiones trágicas  proveniente de la Naturaleza, todo por  causa de las constantes agresiones que recibe por parte del humano, no va a ver ni medidas sanitarias ni restrictivas,  ni vacunas que nos salve el pellejo. Sino al tiempo. Así que ojito con esa nuestra  falta de responsabilidad con el medio ambiente porque  acabará convirtiéndose en una especie de Karma; ya saben: lo que das recibes.

 




Un reciente estudio llevado a cabo en la Universidad de Santiago de Compostela y publicado en una revista científica,   nos informa de las proyecciones climáticas y sus gigantescas olas de calor las cuales prometen  que de seguir con la insostenibilidad que sufre el planeta,  cuando transcurran unos 30 años en España podremos alcanzar las mismas asfixiantes temperaturas que hoy se dan en Irak.  Son muchos los expertos que advierten  del peligro de una situación catastrófica que aún está por llegar. Por esta  razón  intentan dar  con alguna receta que trate de poner freno el  avance. En ello deberían implicarse los gobiernos, que son los que tienen la responsabilidad de elaborar y ejecutar políticas salvadoras, pero por desgracia no están actuando con contundencia. Por lo cual,  todo cuanto esté a nuestro alcance debiéramos poner en práctica todo a fin de que sirva de ayuda a los susodichos expertos.  Como por ejemplo la reducción de la ingerir   carne, en especial de origen vacuno y de oveja.  No se trata  ahora de convertirnos de la noche a la mañana en vegetarianos o extremistas veganos.  Simplemente se trata de  dejar de consumir un día o dos a la semana carne de esta procedencia.  Además de ayudar al planeta también sirve para mejorar la salud de la personas.  Está claro que una dieta que limitara el consumos de carne, reduciría las emisiones de carbono a la mitad, en comparación con lo que supone consumir este producto a diario, así   de esta manera estaríamos haciéndole frente al cambio climático y sus efectos desastrosos. El sistema de alimentario sostenible que ha habido durante siglos debido a que el planeta no sufría de superpoblación, se ha ido desequilibrando de manera progresiva y en estos momentos es el responsable de una cuarta parte de las emisiones de gases con efecto invernadero en todo el mundo. Más de la mitad de esas emisiones corresponden a productos de origen animal, en especial los que provienen de las vacas y ovejas porque   todo el proceso que se lleva a cabo  para la obtención de su carne  resulta de lo más contaminante. No es únicamente por el gas metano que liberar con sus flatulencias, sino por la deforestación que provoca el cultivo de forraje y pastos, tan necesarios para su alimentación. Obviamente con sencillos cambios que lleven implícitos compromiso y responsabilidad de forma generalizada es posible que podamos reescribir de forma positiva el futuro. La realidad nos obliga a pasar a la acción porque nuestra forma de vida(y de consumir) está acabando con los recursos naturales y poniendo en jaque mate la supervivencia del planeta.  Es posible alimentarnos cuidando el entorno natural, por eso  no hace falta dejar de consumir carne, o comprar  en tiendas  cuyos alimentos han sido procesados industrialmente, todo por creer que ésta resulta  una forma más eficaz y más  responsable con la sostenibilidad del planeta.   Como ya he comentado, son los pequeñas acciones compartidas a favor del medio ambiente quienes pueden conseguir frenar ese preocupante avance del calentamiento global que como espada de Damocles pende sobre el entorno de este atribulado  planeta llamado Tierra que sigue estando al borde del abismo porque lo que antes eran amenazas se está transformando en hechos consumados en estos momentos. Lo que queda bien claro es que un simple cambio de hábitos puede tener una repercusión importante sobre el medio ambiente y eso es algo que esta al alcance de todos.