jueves, 25 de enero de 2018

MENOS LOBOS, VILLALOBOS.

La carismática  diputada del Pepé y Presidenta de la Comisión del Pacto de Toledo, Celia Villalobos para más señas, con el estilo habitual que la caracteriza, días atrás vociferó  con gran jactancia   en un programa de Televisión que con sus 68 tacos de almanaque dice estar físicamente  divina de la muerte y que quiere jubilarse a los 80 años.  Así como lo oyen . Con un par.   No te fastidia  la tiparraca ésta,  con esos cargos de privilegio  que  ostenta cualquiera se apunta a currar hasta llegar a ser octogenario. No hay duda de que existen otras muchas más personas   de la misma opinión  porque casualmente como ella tienen trabajos privilegiados, que resultan cómodos, bien retribuidos y personalmente satisfactorios. ¿Con este chollo laboral quien va a querer jubilarse para luego perder prestigio social, lisonjas, prebendas, etc.?. Por supuesto que nadie está dispuesto a prescindir voluntariamente de esa vida tan atrayente. Pero por desgracia todos sabemos que ésta no es la realidad común. Como tampoco este tipo de individuos son el  espejo donde pueden mirarse los trabajadores con empleos normales y que   son retribuidos con exiguos salarios. Así que no venga ahora esta tiparraca que dispone de un enorme patrimonio y tiene una pensión de lujo garantizada  con estas sandeces de querer trabajar hasta cumplir los ochenta años para tratar de que sigamos su ejemplo. Que  le cuente esta milonga  a un currante que se pasa ocho horas, o las que tercien, encima de un andamio poniendo ladrillos a la intemperie  en pleno invierno. O a cualquiera desventurada trabajadora   del servicio doméstico que al final de su jornada acaba exhausta.  Estoy seguro ambos que la mandarían a la mierda, y con perdón.  Para esta clase de trabajadores no tengo ninguna duda de que les resulta una liberación cumplir los 67 tacos, jubilarse, con el fin de  cobrar la pensión y  poder vivir tranquilos; porque después de tantos años desempeñando una ocupación laboral nada gratificante y agotadora, no creo que les quede un cuerpo divino de la muerte, sino más bien para el desguace.  A mi juicio este desbarre verbal   de la Sra. Villalobos  es una ofensa para quienes tienen un trabajo de lo más normal y una retribución exigua.      Esta claro que  le falta delicadeza y sensibilidad cuando habla con esa displicencia de clase alta sobre este escabroso asunto. Al final lo que  pretenden todos estos politicastros  afines al gobierno  es que sigamos  trabajando cuantos más años mejor  a ver si  morimos antes y   evitarse pagarnos pensión alguna para que ellos sin problema y escrúpulo alguno puedan subirse todos los años esos sueldazos que trincan. Lo tienen bien estudiado los canallas. Desde luego que su presencia en el plató de televisión no ha dejado indiferente a nadie y  sobre todo al colectivo de pensionistas de todo el Estado cuando con actitud de "bocachancla" soltó unos cuantos incendiarios disparates que originó un grandísimo enfado y convulsión a los pensionistas.
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( Aquí tenemos a la Sra. Celia Villalobos dormida y jugando al Candy Crush en el Congreso con su iPad. Todo un ejemplo de darnos esas lecciones de trabajo que tanto la gusta ofrecer)

 
Efectivamente su desbarre verbal  ha sido el centro de las iras de los jubilados que  estos días atrás se han manifestado delante del edificio del Congreso de los Diputados  para protestar contra el gobierno por  la vergonzosa y mísera subida  de sus pensiones. Para corroborar  que se trataba de una mierda la subida, portaban un lazo color  marrón.  Puede que  resulte una tanto escatológica la iniciativa  del lazo marrón, pero por otra parte lleva implícita esta decisión un axioma por el hecho de que no es de recibo de que suban la pensiones el mísero 0,25 y el IPC haya subido el 1,30.  Ante esta  injusta circunstancia que en mi opinión  es el origen de su  empobrecimiento crónico,  estoy convencido de que quienes cobran míseras  pensiones para poder hacer frente a los gastos que requiere cubrir las necesidades básicas tendrán que  hacer malabares de  auténtico “tiburón financiero” con los cálculos  de su economía doméstica, pero   seguro que  ni aún así conseguirán  llegar a fin de mes  holgadamente.  Resulta muy triste ver que  las personas mayores después  de haber  estado  cotizando toda su vida laboral se vean en esta dramática situación por culpa de tanto chorizo de guante blanco y  tanto sinvergüenza. También aprovechando la coyuntura catódica, la ínclita Sra. Villalobos, a la que la gusta echar gasolina al fuego para apagar incendios,  emitió un preocupante "aviso para navegantes" que iba destinado a los jóvenes y a los actuales trabajadores entre 40 y 50 años a los cuales advertía que sus pensiones públicas en el futuro no están aseguradas.  Me temo   que con el tiempo cada vez  estarán menos aseguradas  si toda esa chusma política continúa saqueando la hucha de las pensiones.   Pero no se preocupen que esta señora  ya  ha propuesto una esperpéntica solución   para  el cobro  de las pensiones en un futuro . La propuesta   no es  otra que  exhortar  a los jóvenes   que comiencen a ahorrar para su jubilación unos dos euros al mes, menos de los que cuesta una cajetilla de tabaco. Como se ve,  les está diciendo de forma sibilina  que  se vayan pensando en contratar  planes de pensiones privadas con los bancos.  ¿ Pero  qué leches de  contratos de este tipo  pueden hacer los jóvenes currantes  de hoy en día si la mayoría de ellos tienen trabajos precarios o temporales,  exiguamente reenumerados y con la incertidumbre de si podrán o no continuar trabajando el mes siguiente?.    Por otra parte, a mí personalmente me  causa  una tremenda indignación saber que  todos esos sujetos  a los que les han designado   pensiones vitalicias por haber estado unos pocos años desempeñando cargos políticos no van a tener ni el más mínimo problema en seguir cobrándolas en un futuro. Que  Porca miseria  es el  que   una  minoría selectiva y elitista haya nacido  con estrellas  y   esa  mayoría que somos el común de los mortales,   por obra y gracia de sujetos como la diputada de marras que gozan de un  status social de gran nivel nos hayan condenado a nacer   estrellados. Ante esta  terrible  situación vivida y sufrida, no nos queda más alternativa que rebelarse y denunciar todo aquello  que  siga resultándo  injusto y deleznable
 
 

sábado, 6 de enero de 2018

NEGLIGENCIA

 A finales de diciembre del pasado año apareció en los medios de comunicación una  sobrecogedora noticia que a mí personalmente  me causó   tristeza  e indignación.  Y no es para menos, cuando lees que una mujer de 64 años de nacionalidad rumana   fallece después de pasar 12 horas esperando sola en una camilla en la sala de urgencias del hospital San Juan de la Cruz de Úbeda (Jaén). ¿Cómo fue posible que  llevaran en camilla  a esta mujer mayor  al hospital  y nadie fuera  capaz de observarla durante todo este tiempo?  Desconozco cual es el protocolo que hay en  urgencias, pero desde luego lo que  no debiera faltar  es algún sanitario que haga revisiones a los pacientes que esperan su turno para que no ocurran casos como de esta índole.  Creo que   alrededor de  la tres de la madrugada y durante un cambio de turno  el cuerpo  de Aurelia, así se llamaba la infeliz, lo descubrió un celador cuando éste se dio cuenta que la  mujer ya  no respiraba.  Según cuentan,  esta mujer al no atender  a los requerimientos  por megafonía y de viva voz del personal sanitario dieron por hecho  que se había marchado. Excusas de los responsables del hospital a los que debía caérseles la cara de vergüenza.   Hay que ser un perfecto caradura y   auténtico negligente para estar convencido de  que    una mujer que ha sido    trasladada en camilla desde la residencia de mayores donde estaba ingresada al área de urgencias    pueda largarse  del hospital sin más.    A otra que también debería caérsele   la cara de vergüenza y no salir impune de este trágico suceso es la auxiliar de  la residencia donde se encontraba esta mujer  ingresada por haberla dejado sola   en el área de urgencia del hospital en tan lamentable estado.  Es obvio que    la  auxiliar   se  limitó lisa y llanamente  a cumplir el protocolo de la residencia,     despreocupándose de concederle cualquier     gesto humanitario,  como hubiera sido el de esperar a que algún familiar se incorporara junto a aquella mujer  seriamente enferma.  Su falta de empatía  hizo que quedara abandonada a su suerte. Un abandono y olvido  que se prolongó durante doce horas de sufrimiento y que concluyó en el momento que llegó su muerte   en la más  terrible soledad y olvido. Por otra parte, ¿no habría dentro del personal sanitario alguien  con dos dedos de frente para sospechar  de que si la  paciente  hacia caso omiso  a los requerimientos  pudiera deberse a  que no se encontraba en condiciones de atenderlos? Es de suponer que conocerían sobradamente en que grave  situación   acudió a urgencias, por eso es inaceptable creer que  se hubiera marchado. Aunque desgraciadamente se ve que sí que se lo creyeron y ocurrió el trágico desenlace. En mi opinión tanto el personal sanitario   como  la auxiliar de la residencia por su palmaria negligencia son responsables  del fallecimiento de esta persona, aunque   estoy seguro que no habrá condena  alguna para ninguno de ellos.  Lo último que leí sobre este caso, es que estaba bajo investigación judicial   para determinar el por qué   esta mujer  estuvo tantas horas sin ser atendida o cual fue  la causa de su fallecimiento. Me temo que  al final como de costumbre ocurre en estos casos donde ha habido mala praxis por parte de los correspondientes profesionales sanitarios, que  debido a    la protección  del poder político y judicial con que cuentan las instituciones que integran,  lo normal es que todos acaben impunes.   Y si no al tiempo.
 
 
 
 
(Toda negligencia médica siempre tendrá que enfrentarse  a  la indignación popular)

Desconozco si al final  quedará o no todo este asunto en agua de borrajas una vez que concluya   en los juzgados, en cambio lo que es una palmaria   realidad es que  una persona ha fallecido en causas aterradoras y eso ha originado una indignación generalizada entre la opinión pública.  Como también deja bien a las claras el modus operandi de  la Sanidad  en España, a la  que por  cierto, por intereses espurios la chusma política cuando tienen la oportunidad de hacerlo  se jacta en encumbrarla para presumir de ella  y a mi juicio en este patético caso resulta de auténtico tercermundismo. No cabe la menor duda de que el motivo por el que a veces la atención sanitaria española resulte tercermundista  se debe  a los recortes  que ha aplicado el Gobierno de Rajoy  al sistema sanitario de este atribulado  país. Esta permanente disposición  al  "pernicioso tijeretazo" conlleva      a que falten profesionales de la medicina con lo cual  es de prever que     la saturación en urgencias sea algo  habitual.   Pero este denunciable hecho no sirve de excusa para que ocurran dramáticos casos como el que aquí  traigo a colación.   Al margen, de  las antipopulares y dañinas medidas  que a lo largo de todos estos últimos años  el gobierno del Pepé  ha llevado a cabo contra la sanidad pública en España,   lo que quiero dejar constancia es que las situaciones que se dan como las que concierne al asunto del que hablo,  dan mucho que pensar y reflexionar acerca del por qué aparentemente nos estamos deshumanizando.  Parece que no sentimos ningún interés por la gente que se encuentra a nuestro alrededor. Y sobre todo si estamos absortos y aislados dentro  del universo táctil  de Smarfhone. Como forma habitual  nos mostramos con absoluta frialdad y  faltos de empatía. Lo que resulta muy   preocupante es que cada vez es más una realidad   la perdida de valores. Es evidente que esta alarmante situación donde  aparece de forma bastante  generalizada  la deshumanización,  quienes más se ven afectadas son las personas mayores. Por desgracia los ancianos cada vez están más solos y  como podéis comprobar a raíz de este lamentable asunto, las residencias donde suelen pasar la mayoría de ellos sus últimos años de vida,  la frialdad y la burocracia  desprovista la mayoría de veces de lo esencialmente humano, con que los atienden son un claro  síntoma de preocupación. Además tampoco les pueden garantizar una asistencia de calidad porque la mayoría de las residencias están muy justas del personal que profesionalmente los atiende.


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