lunes, 9 de diciembre de 2019

TIENDAS DE BARRIO


Es una evidencia el que la supervivencia de las pequeñas tiendas de barrio es cada vez más difícil. Para corroborarlo sólo es cuestión que te des una vuelta por la ciudad o pueblo donde vives.  Seguro que podrás  ver ese desolador paisaje que muestra un sin fin de comercios cerrados. Esta misma semana yo  he podido  omprobar in situ como habían cerrado dos establecimientos  cercanos a donde yo vivo; se trata de una frutería y una tienda de dietética. Pero como este hecho  es una realidad cotidiana, ya ni te das cuenta del influjo imparable de sus cierres.  Miro el susodicho paisaje y me transmiten una descorazonadora visión todos esos locales, donde otrora fueron utilizados como: panadería, tienda de golosinas, taller de reparación de bicicletas, papelería, etc. y ahora  están echadas sus persianas y en sus  escaparates cubiertos de polvo  se ven pegados  los típicos cárteles de : Se vende, Se alquila, Se traspasa. La mayoría de ellos indicando un determinado número de teléfono que corresponde a una inmobiliaria. Carteles que  ya han perdido su color por el tiempo que llevan allí adheridos  anunciando un imposible porque nadie parece interesarse por ellos.   No se a ustedes que sensación les causa esta circunstancia, a mí personalmente me produce mucha tristeza. Porque las tiendas, o pequeños comercios animaban la calles y al barrio lo vestían de un    un colorido especial . Ahora con el cierre progresivo de esos comercios la vida de los barrios parece que progresivamente se apaga y ese colorido especial que antes brillara, ahora  se muestra con tonos grisáceos. El color de la desolación y el olvido campea en sus aceras como un presagio oscuro  de algo que ya será arduo  de que vuelva. Resulta palmario que la desaparición progresiva del pequeño comercio  ha cambiado la fisonomía de las ciudades. Y lo triste de todo esto  es que este fenómeno de su desaparición parece que tiene pocos visos de disminuir, creo  que más bien lo contrario porque es una tendencia que va en aumento. Según un informe de la UATAE  se prevé  que cuando finalice  el  año en curso aproximadamente unos 13.000  pequeños comercios cerrarán. No debiera sorprendernos esta elevada cifra de comercios que al final de año echen su cierre porque están en caída libre, razón por la cual 22 tiendas cierran de media cada día en España desde julio de 2015. Así que hagan sus cálculos y multipliquen, verán como es una triste realidad la  cifra indicada. Aparte del  desolador vacío  que   queda en los barrios  con el cierre de los pequeños comercios, supone también una pérdida de empleo y una cotización menos a la Tesorería de la Seguridad Social de este sector que supone el sustento del veinticinco  por ciento de los trabajadores autónomos.   
 

 


 

No hay duda de que estamos siendo testigos directos de cómo el pequeño comercio está en caída libre. Y la causa de  su exponencial derrumbe  se debe a que no pueden competir con los precios y los horarios de los hipermercados, o grandes superficies.  Con lo cual  los nuevos  hábitos de la clientela es el de trasladarse a a los grandes centros comerciales que están normalmente ubicados en la periferia de las urbes y  son controlados por marcas y franquicias  multinacionales. En estos lugares, que a mi personalmente me parecen auténticos  santuarios del consumismo ,  es donde a día de hoy   las personas se concentran para hacer sus habituales compras. Allí dentro   suelen ser   atendidas  por dependientes cuyo trato  en mi opinión, subjetiva por supuesto,  es más bien impersonal.  Nada que ver con el trato  que se recibe en los pequeños comercios. En estos  no hay duda de que   resulta  más  amable  por el hecho de que  el comerciante conoce al dedillo a sus clientes de toda la vida y sabe perfectamente que cuidar de ellos es su mejor estrategia de marketing. Pero a veces esa  amabilidad en el trato con la clientela  no  es suficiente reclamo  para comprar en las tiendas del barrio. La comparación de los precios, al margen de la calidad, es quien  se impone, máxime  en la actualidad, que a causa de los exiguos salarios o pensiones que  entran en la mayoría de los hogares  se dispone de  una  economía doméstica de supervivencia; razón por la cual se adquiere el producto más barato por pura necesidad.  Lamentablemente  a día de hoy  no es sólo contra las grades superficies comerciales con quienes tienen  que batallar de manera desigual las tiendas de barrio, sino contra algo tan omnímodo como resulta ser la compraventa de productos y servicios por Internet. Resulta como un tsunami los portales de Amazón o Alibaba por que se llevan por delante todo cuanto encuentran a su paso, dejando a su paso un rastrojo de cadáveres, que no son otros que las víctimas del sector del pequeño comercio.  La problemática que se le presenta a día de hoy a estas pequeñas tiendas de barrio es de ardua solución y las perspectivas de futuro que se les presentan son totalmente desfavorables.   Ante esta profunda y perjudicial crisis, los protagonistas deberían     reagruparse para llevar  a cabo nuevas estrategias  que posibiliten hacer un frente común  cuya finalidad sea protegerse de la voraz competencia y también de un  sistema que parece haberse  ideado para acabar con un método tradicional a  fin de que las grandes estructuras mercantilistas se beneficien. Pero esto es lo que demanda     una sociedad cada vez más digitalizada y global, con una clientela superexigente que impone unas reglas muy duras, como es la competencia desleal,  para quines son propietarios de pequeños comercios. Unas reglas que palmariamente la mayoría de esos propietarios no pueden hacer frente, por tanto  la única alternativa que les queda, o se les obliga por razones obvias, es la de echar el cierre, para así dar la mayor credibilidad  a ese atinado refrán  que dice : "El pez grande se come al chico". Desgraciadamente el mensaje de este proverbio es la dura y  cruel realidad  que viven todas esas tiendas de barrio que a día de hoy se van a la ruina y no se renuevan.  

prueba

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