martes, 8 de enero de 2019

¡CUIDADO QUE LLEGA EL LOVOX!

 
Que la ultraderecha se está abriendo pasos agigantados en Europa, es una obviedad. En especial desde la crisis de los refugiados los partidos de la extrema derecha, debido a sus postulados xenófobos que tanto calan en la opinión pública,  han aumentando exponencialmente su participación en casi todos los países del viejo continente. Por lo cual, su tendencia está en alza. Para cerciorarse  de ello,  sólo hay que  ver el alto  porcentaje de votos que han conseguido en los últimos  comicios  celebrados en   Europa  para comprobar in situ que su avance es imparable. Resulta un axioma el que la problemática actual de los refugiados ha conseguido otorgarle a la ultraderecha auténtico oxígeno para entrar en varios de los parlamentos europeos y esa espectacular  irrupción parlamentaria  en el escenario político ha hecho saltar todas  las alarmas sociales. No es para menos conociendo sobradamente  las posturas e ideas retrógradas que promueven y sostienen, la cuales  palmariamente están vinculadas a prácticas antidemocráticas y totalitarias. Prácticas reaccionarias que  en este país, España, por desgracia  conocemos sobradamente por haberlas soportado y sufrido durante un largo periodo de cuarenta años. Todos estos partidos de la extrema derecha  se nutren de las mismas fuentes: la crisis económica, malestar ante la inmigración y rechazo a la Unión Europea.  Normalmente están liderados por carismáticos  individuos ultraconservadores y populistas,  muchos de ellos de ideología  neo nazi, los cuales    acostumbran a  lanzar  soflamas incendiarias que llevan implícitas postulados  xenófobos y de identidad nacional y que  las vociferan con el único  propósito  de captar a  potenciales votantes desencantados de las políticas conservadoras que llevan a cabo los partidos tradicionales.   Precisamente el imparable auge que está experimentando  últimamente la recalcitrante derecha española viene motivado por el desencanto general y el hartazgo que causa esta especie de endogámico bipartidismo que casi desde los  principios del restablecimiento de la Democracia  ha estado gobernando en contra de los ciudadanos de a pie. A mi juicio, y supongo que también será el de la mayoría,  este exponencial incremento   de la  ultraderecha en España no es más que un voto de castigo contra ese incompetente y apoltronado bipartidismo que  se ha establecido en el poder durante los últimos años.




 
 
Lamentablemente España ha dejado de ser el único país de Europa occidental que no tenía ningún partido de extrema derecha y además  con el agravante de que también se está abriendo paso a marchas forzadas como en el resto de Europa.  Da fe de ello   lo  que sucedió en las últimas elecciones celebradas en Andalucía al lograr doce escaños parlamentarios  el partido Vox. Una formación política   claramente   de extrema derecha.  Al  parecer a  raíz de esta espectacular irrupción en el parlamento andaluz su crédito está subiendo como la espuma.  Según el último barómetro del CIS, los datos de las encuestas   sitúan a esta formación verde cerca del dos por ciento de los sufragios en las próximas elecciones generales, con lo cual es muy probable que  logren entrar en el congreso. Es evidente que su espectacular crecimiento ha resultado inesperado, o de auténtica sorpresa,   por el simple hecho de que cuando fue fundado a finales del  2013 por personas que provenían directamente  del Pepé     era considerado como un partido residual,  cuya reaccionaria ideología   la gran mayoritaria   siempre ha  repudiado  por sus connotaciones franquistas, la cuales resultan de infausto   recuerdo porque   supuso el que la recién estrenada España  democrática lastrará un retraso de cuarenta años de progreso   con referencia a la mayoría del resto de los países europeos. Ahora bien,  ¿tendremos que estar obligados, o condenados,  a convivir  con la misma  recalcitrante derecha que nos hundió en la más absoluta miseria y totalitarismo  durante cuarenta años seguidos?  De repente nos llevamos las manos a la cabeza como si estuviéramos aterrados. Como si el monstruo hubiera emergido por generación espontánea. Aunque la hipótesis es que quizá el monstruo haya estado entre nosotros siempre, acaso aletargado, y cuando ha tenido la más mínima oportunidad de despertar lo ha hecho para poner en jaque los principios democráticos.  Lo que me  resulta palmario es que los  fundadores de este partido han sabido embaucar a conciencia a una masa amnésica con el pasado y  desencantada  los actuales gobernantes. Por esta  razón   Vox forma parte de un fenómeno sociopolítico que paulatinamente va agrandándose  con su líder  en cabeza,   el bilbaíno  Santiago Abascal Conde.  Por cierto, según he leído este individuo que preside Vox  ha estado de continuo viviendo subvencionado  por del Partido Popular. Al parecer  los gerifaltes peperos  solían designarle a dedazo sucesivos cargos públicos. Si esto es verídico, no hay duda de que  se lo sabía montar  muy requetebién   esta especie  de macho alfa nacionalista español   que últimamente tantísimo apoyo ha encontrado entre la masa  indignada por los efectos devastadores de la crisis y  también por la pérdida de la credibilidad de los partidos tradicionales, causantes directos de  que la incertidumbre y la decepción se hagan insoportables. Por esta razón se han visto en la obligación de agarrarse a un clavo ardiendo  .  Otra circunstancia que   ha hecho que también  estén  secundados por una multitud de personas  guarda relación con la crisis que se vive en Cataluña. Sus postulados radicales en  defensa a la identidad nacional  tienen mucho calado por ese  concepto patrio tan profundo y dilatado  que existe en la actualidad en todo el país.  Pero en mi opinión, creo que donde más soporte encuentran y más votantes capta la extrema derecha es  a consecuencia de la inmigración descontrolada y masiva. Desde luego que es el tema central donde articulan sus discursos, sabedores de que existe una gran masa xenófoba que culpa a los inmigrantes  de la problemática social y laboral que sufre este país.  Y para nada resulta esto cierto. Estoy convencido que  la nefasta e incierta situación  socioeconómica y laboral que sufre España no viene generada por la inmigración, sino  más bien por culpa de la mala praxis de sus políticos  y también por la corrupción institucionalizada y sistemática que se da a nivel de estado. Todo lo que te cuenten de más es una mentira cochina   que acostumbran a emplear como  interesada diatriba xenófoba los ultra populistas de turno. Tanto  de derechas como de  izquierdas. Aconsejo que si nos sois de la misma ideología que estos políticos incendiarios, no os dejéis engañar por ellos.
 
 

prueba

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