A raíz de la condena de dos años y medio de cárcel impuesta al ex tenista alemán Boris Becker, ganador de seis Gran Sland, por haber ocultado tres millones de euros al Fisco británico, me ha dado por pensar acerca del comportamiento de todos esos ídolos de masas: famosos deportistas que una vez finalizadas sus carreras profesionales, a cuenta de llevar una vida bastante caótica han acabado en el sumidero del desdoro y la ignominia. La verdad es que uno no puede evitar sentir cierta lástima por este tipo de personas que han sido ídolos de masas y acaban de esta forma tan deplorable. Boris Becker durante toda su vida ha tomado no muy buenas decisiones, tanto profesionales como sentimentales, por tanto de aquellos polvos han venido estos lodos. Ahora recluido, a ver si aprende la lección y encarrila su vida. Aunque dudo mucho si podrá rehabilitarse o no dentro de esa prisión inglesa donde ya ha comenzado a purgar su condena penal. Por cierto, Wandsworth la prisión donde se encuentra encerrado, es una de las cárceles más duras violentas y temidas de Inglaterra. El sobrevivir a diario dentro de la hostilidad y violencia de estos muros, seguro que le supondrá un ejercicio diario de resistencia al límite. Otra persona que también ha salido a la palestra en los medios de comunicación hace poco, también por haber caído en desgracia tras su retirada como deportista profesional, es el ex boxeador Poli Díaz Arévalo, popularmente conocido como “El potro de Vallecas”. Un púgil que ganó una auténtica fortuna enfrentándose a los mejores boxeadores del mundo, pero que no pudo evitar caer en el pozo de los excesos. Tras su retirada, ha sido un verdadero infierno su existencia y una recaída constante de problemas con la justicia. Acaba de salir hace pocos días una sentencia que le condena a estar preso en el talego durante dos años por maltrato habitual a su pareja y lesiones en el ámbito familiar. Me parece increíble que este par individuos de los que estoy hablando, uno fraudulento y el otro maltratador, tuvieran en su momento de gloria una legión de fans que los admiraban, cuando sus vidas han acabado yéndose por el sumidero del infierno. ¿Qué ejemplo pueden dar a futuras generaciones de deportistas con el final tan triste y penoso que muestran sus carreras profesionales?
Por desgracia muchos de nosotros hemos sido testigos de multitud de personajes famosos que han terminado sus vidas en condiciones parecidas a la de estos dos sujetos, muchas veces por no haber podido, o no haber sabido, batallar contra sus mentes. Si la fama, el dinero y la presión mediática son muy complicados o difíciles de digerir para una persona, por mucho estatus o reconocimiento que albergue su nombre y su apellido, el que te sientas un “don nadie” tras una vida jalonada por el éxito y la abundancia más que difícil puede resultar traumática. La vida de un deportista gira en torno a su actividad que de repente desaparece y entonces cuestiona el sentido de su vida, y se refuerza el sentimiento de que ya no tiene nada que aportar a la sociedad. Según tengo entendido, el sentimiento que más relatan los deportistas retirados es el vacío. Cuando se da esta circunstancia de vacío interior, la mente juega un papel determinante. Si se ve capaz de poder hacer frente a ese vacío , o por el contrario se manifiesta débil y por ello verte superado por la adversidad. Una circunstancia negativa que hará que que acabes en una espiral de autodestrucción física y descenso a los infiernos. Por otra parte, existen también muchos casos de famosos que pasan de ser ricos a estar involucrados en conflictos judiciales y otro tipo de enredos que les llevan a perder todo su dinero. El saber administrar con acierto esas fortunas cuando se ha estado nadando en la abundancia, es la mejor forma de inmunizarse contra la bancarrota. Pero está claro que el despilfarro incontrolable del dinero acumulado, es la forma perfecta para acabar arruinado. Por tanto no es de extrañar que aparezcan a menudo en los medios de comunicación noticias sobre ex deportistas de vida caótica y dilapidadora que acaban teniendo graves problemas con el Fisco.
Hay otros casos más penosos con relación a deportistas famosos ya retirados y que ha acabado en auténtico drama su vida porque han sido incapaces de digerir el final de sus carreras. Varios de ellos se han suicidado; otros en cambio viviendo en la más absoluta indigencia. Seguro que a la memoria nos vendrá ahora el nombre de alguna de estas desdichadas personas, entre ellas varios deportistas españoles de alta competición que tocaron con sus dedos la gloria del triunfo y que por un mal golpe de la vida todo se les fue al traste. Cuando ocurre tan terrible un drama, como el suicidio, me pregunto ¿dónde están las instituciones públicas o políticas que animan o apoyan a los deportistas, y que se aprovechan de sus triunfos haciéndoles como propios para sus intereses?. O ¿dónde están todos aquellos que aplauden y jalean al ídolo una vez que ya no se escuchan himnos, las luces se apagan y termina la fiesta del patriotismo? Nadie responde. Nadie aparece. La única constancia que queda es la crueldad con la que esta sociedad trata a sus ídolos cuando abandonan el podio y dejan de ser rutilantes estrellas a los que los aficionados pedían autógrafos y hacerse un "selfie". Una vez que esta sociedad los relega a la indiferencia y al olvido, seguimos necesitamos nuevos ídolos, y los buscamos donde haga falta sin importarnos lo más mínimo su futuro cuando terminen su carrera profesional y sientan la angustiosa problemática del vacío o la pérdida de su identidad tal como los psicólogos indican.
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