Estoy plenamente convencido de que la música es intangible y muy poderosa su función, lo mismo consigue hacer cosas a gran escala como pueden ser los conciertos benéficos, o simplemente te puede ayudar a superar una mala situación personal. Tiene a su vez una gran capacidad de conmover dependiendo claro está de las circunstancias que la rodean, como por ejemplo dónde o cuando se la escucha y por supuesto en compañía de quién se la escucha. Lo que resulta bastante palmario es que la música regula nuestras emociones, que estimule o calme, estará subordinada a la situación mental que se viva en los momentos que llega a nuestros oídos. Parece ser que muchas investigaciones han demostrado que la música tiene un efecto positivo sobre nuestra conducta afectando a nuestro estado de ánimo. Desde luego que para calmar comportamientos o situaciones agresivas la música que suena, digamos que en tono relajante, resulta muy efectiva y por ende genera efectos positivos, con lo cual no me extraña que afecte el estado anímico, en este caso para bien. De ahí mi total acuerdo con las investigaciones y sus conclusiones finales. Y cuando hablamos, o nombramos la palabra música, lógicamente nos estamos refiriendo a las canciones que son la esencia de la misma y estoy seguro que también la mayoría de ellas forman parte intrínseca de nuestra existencia. Por norma general también acaban convirtiéndose en “la banda sonora de nuestra vida”, por la simple razón de que a veces nos traen recuerdos y otras nos hacen soñar. Y es que las canciones muchas de ellas resultan altamente motivadoras. Tienen el poder suficiente de darnos un subidón de autoestima y confianza de manera instantánea. Y qué decir de esa canción que repentina escuchas y es justamente la que necesitabas oír en ese momento, con lo cual su mensaje es un extra en forma de “chute de positivismo” que has logrado y ello felizmente pueda que te haga sentir menos solo, o más comprendido; o tal vez más motivado. Y venirte arriba. Supongo que a todos nos gustaría escuchar cada mañana una de esas canciones que sirven para que muchos de los obstáculos de la vida resulten más salvables y de esta forma concebir, o ver, la propia existencia desde una perspectiva más optimista. Lo maravilloso es que las canciones siempre están ahí y dispuestas a poner en marcha de inmediato su magia, y a veces, su terapéutica función en el preciso momento que las necesitemos. Y esto equivale lo mismo para subirnos el estado de ánimo con su optimista y alentador mensaje, como también para hacer que descaigamos en un estado de melancolía total si es lo que realmente en ese momento necesitamos. Lo que resulta bastante axiomático es que las canciones de una u otra forma acaban por salvarnos la vida.
Resulta palmario el que una canción sin ningún problema te puede llevar directamente a una emoción de un momento concreto. Y refugiarte en ella por imperativo de las circunstancias. Esto es lo que ocurrió con la célebre y popularizada canción de “Resistiré”, compuesta e interpretada a principio de la década de los ochenta del pasado siglo por el "Dúo Dinámico". Esta canción más que un placer por escucharla, fue una necesidad en el contexto del duro y angustioso confinamiento que sufrimos meses atrás a cuenta de la Covid-19. Aparentemente a lo largo de todo el país generó una especie de entereza colectiva para resistir a la pandemia patógena cuando a diario puntualmente a las ocho de la tarde sonaba en la mayoría de los balcones. Por aquellos inquietantes días escuchar el mensaje que lleva implícito esta canción era recibir fuerza e ilusión suficientes para seguir resistiendo. Durante el angustioso confinamiento, fue versionada por distintos intérpretes que la subieron a las redes sociales y se hizo viral. Todo un himno atemporal resulta esta canción que para nada hay que considerarla pesimista ya que se trata de un canto para soportar la adversidad. También nos lanza un aviso a fin de recordarnos que tras los momentos de la tormenta, llega la calma. No hay duda de que es una canción que celebra el regreso a la vida. Por tal motivo debiéramos tenerla siempre muy presente cuando nos venga mal dadas, es garantía de superar adversidades y de generar confianza a fin de reforzar la autoestima.
Otra cosa de la que quiero hablar con relación al tema en cuestión tiene como referencia la música reivindicativa la cual está unida normalmente a una circunstancia concreta y dura y por esta razón nos llega doblemente. Me estoy refiriendo a la canción como arma de protesta y que a lo largo del tiempo a dado paso al fenómeno musical conocido como “Canción protesta”. Era así como se conocía allá por la década de los sesenta y setenta del siglo pasado la canción de autor que versaba sobre la situación social y política, en especial de habla hispana, porque concretamente la mayoría de los países que tenían en común el susodicho habla, incluyendo España, sufrían por aquellas décadas autoritarias y crueles dictaduras. Un "arma" que había por entonces para luchar contra toda aquella infame y extendida tiranía era el uso de la canción protesta como denuncia, entre otras reivindicaciones. Obviamente a día de hoy ya no se canta este tipo de canciones como se hacía antes, aún así, continúan en la actualidad vigentes y siguen protestando contra el orden instalado desde una voz personal sus intérpretes. Por lo tanto en el presente siglo XXI, los cambios tecnológicos y el modo de consumir música han transformado el canon establecido de lo que se supone debe ser esencialmente una canción protesta, pero su concepto intrínseco sigue imperante por que las injusticias sociales y políticas persisten. Por esta necesaria razón la música y sus respectivas "canciones combativas" no deben faltar nunca a fin de que prosigan denunciando las injusticias cometidas a cuenta de los excesos y abusos del poder establecido, o también reivindicando causas justas, todo con el propósito de crear conciencia en el ser humano.
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