Al
parecer el último informe presentado por la Red Europea de Lucha contra la
Pobreza y la Exclusión Social en España revela que el catorce por ciento de las personas que
trabajan en este país se hallan en situación de riesgo de penuria. Es decir, que las están pasando canutas porque apenas ganan lo suficiente para llegar a fin de mes, y muchas veces ni eso. Son datos verdaderamente terroríficos los cuales revelan que ni aún teniendo una ocupación laboral
estás a salvo de ser pobre. Se suponía que las penurias económicas sólo alcanzaban a
sectores de la población desempleada. Pero por lo visto andábamos mal encaminados ya que no hace falta perder el trabajo para ingresar en
el grupo de riesgo. Es obvio que a día de hoy el tener una ocupación laboral
reenumerada no es
salvoconducto para evitar la demoledora pobreza. No tengo ninguna duda de que toda la culpa de este infortunio se debe a los
exiguos salarios que como normal general perciben los trabajadores, que unido a la precariedad
laboral que existe en la actualidad, ambos han contribuido a que se de tan oprobiosa situación. Lo triste de
todo este escenario es que exponencialmente la tasa de la pobreza de los trabajadores se ha incrementado drásticamente en varios puntos porcentuales los últimos años. Yo atribuyo
este incremento al aumento de la población ocupada a tiempo parcial, así como
la disminución en el tiempo que duran sus contratos, circunstancia negativa
ésta que contribuye a que se reduzca el poder adquisitivo de los trabajadores. Si a esto añadimos que la subida del IPC no va acorde para nada con la subida de
los salarios, el que los trabajadores puedan salir de ese infame círculo de pobreza
resulta casi una utopía.
Otra circunstancia desesperante
al respecto, de la cual he
tenido conocimiento muy recientemente,
tiene como referencia los últimos datos publicados por la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y dice lo siguiente: España es el
séptimo país del mundo con mayor proporción de trabajadores pobres. Así como lo
oyen. Esto es como para “mear y no echar gota”, tal como diría un castizo.
Al parecer hay en el mundo 194 países soberanos, reconocidos por la ONU, y por
desgracia en el escalafón donde se encuentran los currantes más pobres le
corresponde a España y está situada en el séptimo lugar. Y lo más grave de este
escalofriante asunto es que es el único país de la unión europea que aparece en los primeros diez puestos entre
miembros de la OCDE. Con el agravante de que no se trata únicamente de un país con pésimas condiciones de trabajo, sino que
también es donde el crecimiento de la precariedad laboral ha sido mayor durante
los últimos años. Es evidente que España, en lo que concierne a todo cuanto contribuye a mejorar las condiciones laborales y salariales de
los trabajadores siempre va en la cola del pelotón; en cambio cuando se trata de que la clase trabajadora está sufriendo todo tipo de agravios y situaciones vejatorias, en este caso siempre está situada en
primerísima fila. Para que luego toda
esa chusma política que nos gobiernan y algún que otro preboste autóctono con tendencia a darse ínfulas, fuera de
nuestras fronteras a menudo fanfarroneen con la Marca España y vociferen a diestro y siniestro, allá donde se tercie, lo “guay del Paraguay” que es este país. Y
como se puede comprobar en lo que concierne a la situación que vive la clase
trabajadora, resulta ser éste un país que va de culo y cuesta bajo, y además
sin freno. Así que a aconsejo a todos esos patrióticos vende humos que dejen de una vez de
llenarse la boca con su fraudulento chovinismo y muestren la realidad de
este país que rezuma desaliento y
desesperación, lo mires por donde lo
mires, por mucho patriotismo exacerbado
que se exhiba al compás del “Viva España”. Y ojo, que nada tengo contra esta canción ya
convertida en himno patrio. Digo esto para no herir susceptibilidades y sobre todo aclarárselo a los mal pensantes por si alguien se llama a engaño Porque desde luego
mal pensantes como la meigas, haberlos
haylos. Y sobre todo en los tiempos que corren con este escabroso asunto del independentismo, y contra independentismo, enquistado en el devenir
político y en la opinión pública. Solo he dicho este comentario porque me fastidia y me
indigna en cantidades industriales el que este dilatado y exultante patriotismo
acabe por encubrir la triste realidad laboral del país.
Lo
que resulta palmario es que con los datos revelados por OCDE nos obligan a cuestionar esa idea
generalizada que teníamos de que el mejor antídoto contra la pobreza es el
trabajo, cualquier trabajo. Como se ve es una idea equivocada y a las pruebas me remito. Esta circunstancia
resulta descorazonadora debido a que la sobre explotación a la que se ven sometidos los trabajadores por parte del empresario, no es suficiente para que consigan
liberararse de esa demoledora espiral de pobreza. Que trágico resulta el trabajar para
seguir siendo pobres por no tener garantizado una
estabilidad acorde con la carestía de la vida. Se hace urgente el que se promuevan iniciativas en favor de esta problemática laboral y social por parte de el Gobierno, los sindicatos, los medios de comunicación, y hasta la sursum corda si hace falta, y que no sólo quede en palabras vanas y falsas promesas como, por desgracia, viene siendo la costumbre. Cuanto antes se debe
acabar con esta oprobiosa situación. También urge hacer de forma colectiva una presión social a todos esos sujetos que, por su falta de escrúpulo , explotan y empobrecen a los
trabajadores para que éstos se den por aludidos. Se necesita un serio compromiso con el fin de parar este proceso de empobrecimiento y la
precariedad de los asalariados con el fin de erradicar tan extendida pandemia en forma de pobreza.
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