miércoles, 22 de julio de 2015

CUESTION DE ACTITUD

Parece ser que las personas con carácter optimista viven un 19% más que los pesimistas y también que la salud no depende sólo de valores físicos, sino de la actitud con la que enfrentamos la vida. Esto es lo que comparten investigadores de la clínica Mayo de Nueva York, tras haber realizado alrededor de treinta años un estudio a casi un millar de personas. La verdad que tan contundente afirmación, uno que tiene cierta tendencia nihilista, le deja bastante preocupado por esa inquietante reducción de años de vida que origina el pesimismo. Por lo tanto, habrá que cambiar de inmediato de chip para ver de forma permanente el que la botella está medio llena y no medio vacía porque esta observación incuestionablemente es la de un optimista. Supongo que   esta actitud  positiva ayudará  a mejorar el estado de salud tanto la mental como la física y ello contribuir a alargar los años de vida, ateniéndonos claro está  a ese estudio llevado a cabo por los investigadores estadounidenses porque así lo demuestran sus datos. También en referencia al tema que concierne, los expertos en el campo de la psicología y medicina, atestiguan que quienes tienen un carácter optimista presentan niveles bajos de cortisol, la llamada hormona del estrés. Lógicamente una tasa elevada de esta hormona puede hacer que se activen desencadenantes de mala salud y aparecer diversas patologías, siendo las cardiovasculares las  de más común aparición y de mayor riesgo para la salud. Y ésta es otra, hay estudios que confirman que quien disfruta de una visión positiva de las cosas en general, en caso de ser intervenido quirúrgicamente, tendrá menos complicaciones posoperatorias. Resulta palmario que tal como los expertos en esta materia nos lo cuentan y aseveran, es condición sine qua non cumplir con sus preceptos para conseguir mostrarnos ante la vida con una actitud muy positiva y de esta manera a todos seguro que nos vendrá de perlas. 







 
Pero me temo que no resulta nada fácil mostrarnos de continuo con un carácter positivo y así poder observar de manera prolongada el que esa metafórica botella sigue estando medio llena. Hay circunstancias en la vida, tanto personales como colectivas, que son diametralmente opuestas a generar optimismo y éstas nos suelen afectar con bastante facilidad. Sin ir más lejos las nefastas noticias que a diario nos llegan desde los medios de comunicación, la mayoría de ellas relacionadas con la crisis global que atraviesa el planeta, las cuales no son precisamente portadoras de ilusiones que contribuyan a que siga dilatándose nuestro carácter optimista, sino más bien que persevere el pesimismo en  estado puro. Luego lógicamente dependerá mucho del grado  de  compromiso y  empatía  con que cada persona reaccione ante este desalentador panorama social del que nos informan. Aparte del modo particular de sensibilizarse con la correspondiente problemática social, lo que debe  resultar fundamental es levantarnos  de la cama cada mañana con un semblante que rebose optimismo en plenitud, porque ante la vida a priori quienes tiene un carácter positivo son los que consiguen disfrutar antes de los desafíos de ésta. Luego si aparece un imprevisible hándicap que trate de menguarnos el grado de optimismo, será cuestión de hacerle frente en las mejores condiciones vitales con el fin de que la reducción sea lo más mínima posible. Si hay una cosa que resulta evidente es que la actitud optimista ayuda a salir hacia adelante en la vida en las mejores condiciones factibles y sobre todo a resolver con mayor facilidad todos los problemas que se nos presenten, que como es lógico a lo largo del trascurso de nuestra compleja existencia son muchos y  éstos acostumbran a surgir de forma progresiva y de muy variada proporción. Además su predisposición a la alegría hace que el sufrimiento disminuya. Por contra, el desalentador pesimismo mentalmente  nos limita bastante, razón por la cual  impide ver  los problemas en general con mayor claridad  y a su vez  proporciona reducidas esperanzas a la hora de tener que enfrentarnos a ellos. Esta circunstancia que genera tanta negatividad inevitablemente hace que la preocupación vaya creciendo tanto que acaba imposibilitando encontrar las necesarias soluciones. Es obvio que un pesimista está muy falto de estímulos y cuando su cerebro se encuentra atrapado dentro de una espiral rebosante de emociones negativas, le resultará ardua tarea encontrar estímulo alguno. Supongo que asumiendo su funesta condición, se regodeará en sus miserias, las cuales sospecho que pasarán a formar parte consubstancial de su  existencia.

En mi opinión, subjetiva claro está, tanto el pesimismo como el optimismo son ambos contagiosos y no se por qué razón, a la mayoría de nosotros  nos contagia con mayor facilidad   todo cuanto envuelve al pesimismo, a pesar de que son sensaciones nocivas las que nos transfiere. Supongo que todo cuanto haya de cierto en esta particular hipótesis perfectamente podrían darnos su explicación  los expertos en el campo de la psicología. Lo que debemos tener siempre bien claro es que la actitud pesimista cuanto más lejos esté de nosotros, mucho mejor. De esta manera podremos  disfrutar de una buena salud mental ya que el optimismo acostumbra a adoptar hábitos de vida saludables y sobre todo nos ayuda a sentirnos mejor con nosotros mismos, no sólo en lo puramente físico, sino también en lo emocional. Termino indicando que el optimismo según mi criterio es sinónimo de felicidad con lo cual habrá que procurar ser lo más feliz posible por que es una forma de resistir.

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