Que la ultraderecha se está
abriendo pasos agigantados en Europa, es una obviedad. En especial desde la
crisis de los refugiados los partidos de la extrema derecha, debido a sus
postulados xenófobos que tanto calan en la opinión pública, han aumentando exponencialmente su
participación en casi todos los países del viejo continente. Por lo cual, su tendencia está en alza. Para cerciorarse de ello, sólo hay que ver el alto porcentaje de votos que han conseguido en los últimos comicios celebrados en Europa para
comprobar in situ que su avance es imparable. Resulta un axioma el que la
problemática actual de los refugiados ha conseguido otorgarle a la ultraderecha
auténtico oxígeno para entrar en varios de los parlamentos europeos y esa espectacular irrupción
parlamentaria en el escenario político
ha hecho saltar todas las alarmas sociales. No es
para menos conociendo sobradamente las posturas e ideas retrógradas
que promueven y sostienen, la cuales palmariamente están
vinculadas a prácticas antidemocráticas y totalitarias. Prácticas reaccionarias
que en este país, España, por desgracia conocemos sobradamente por haberlas soportado
y sufrido durante un largo periodo de cuarenta años. Todos estos partidos de la
extrema derecha se nutren de las mismas fuentes:
la crisis económica, malestar ante la inmigración y rechazo a la Unión
Europea. Normalmente están liderados por carismáticos individuos ultraconservadores y populistas, muchos de ellos de ideología neo nazi, los cuales acostumbran a lanzar
soflamas incendiarias que llevan implícitas postulados xenófobos y de identidad nacional y que
las vociferan con el único propósito de captar a potenciales votantes desencantados de las
políticas conservadoras que llevan a cabo los partidos
tradicionales. Precisamente el imparable auge que está
experimentando últimamente la recalcitrante
derecha española viene motivado por el desencanto general y el hartazgo
que causa esta especie de endogámico bipartidismo que casi desde
los principios del restablecimiento de
la Democracia ha estado gobernando
en contra de los ciudadanos de a pie. A mi juicio, y supongo que también será el
de la mayoría, este exponencial
incremento de la ultraderecha en
España no es más que un voto de castigo contra ese incompetente y apoltronado bipartidismo que se
ha establecido en el poder durante los últimos años.
Lamentablemente España ha dejado
de ser el único país de Europa occidental que no tenía ningún partido de
extrema derecha y además con el agravante de que también se está abriendo
paso a marchas forzadas como en el resto de Europa. Da fe de ello lo
que sucedió en las últimas elecciones celebradas en Andalucía al lograr
doce escaños parlamentarios el partido
Vox. Una formación política claramente de extrema derecha. Al
parecer a raíz de esta
espectacular irrupción en el parlamento andaluz su crédito está subiendo como
la espuma. Según el último barómetro del CIS,
los datos de las encuestas sitúan a
esta formación verde cerca del dos por ciento de los sufragios en las próximas
elecciones generales, con lo cual es muy probable que logren entrar
en el congreso. Es evidente que su espectacular crecimiento ha resultado inesperado, o de auténtica sorpresa, por el simple hecho de que cuando fue
fundado a finales del 2013 por personas que provenían directamente del Pepé era considerado como un partido residual, cuya
reaccionaria ideología la gran
mayoritaria siempre ha repudiado por sus connotaciones franquistas, la cuales
resultan de infausto
recuerdo porque supuso el que la recién estrenada España democrática lastrará un retraso de cuarenta
años de progreso con referencia a la
mayoría del resto de los países europeos. Ahora bien, ¿tendremos que estar obligados, o condenados,
a convivir con la misma
recalcitrante derecha que nos hundió en la más absoluta miseria y
totalitarismo durante cuarenta años seguidos? De repente nos llevamos
las manos a la cabeza como si estuviéramos aterrados. Como si el monstruo
hubiera emergido por generación espontánea. Aunque la hipótesis es que quizá el
monstruo haya estado entre nosotros siempre, acaso aletargado, y cuando ha
tenido la más mínima oportunidad de despertar lo ha hecho para poner
en jaque los principios democráticos. Lo que me resulta palmario es
que los fundadores de este partido han sabido embaucar a conciencia
a una masa amnésica con el pasado y
desencantada los actuales
gobernantes. Por esta razón Vox
forma parte de un fenómeno sociopolítico que paulatinamente va
agrandándose con su líder en cabeza, el
bilbaíno Santiago Abascal Conde.
Por cierto, según he leído este individuo que preside Vox ha estado de continuo
viviendo subvencionado por
del Partido Popular. Al parecer los
gerifaltes peperos solían designarle a dedazo sucesivos cargos
públicos. Si esto es verídico, no hay duda de que se lo sabía montar muy requetebién esta especie de macho
alfa nacionalista español que últimamente tantísimo apoyo ha encontrado entre la
masa indignada por los efectos
devastadores de la crisis y
también por la pérdida de la credibilidad de los partidos tradicionales, causantes directos de que la incertidumbre y la decepción se hagan insoportables. Por esta razón se han visto en la obligación de agarrarse a un clavo ardiendo . Otra
circunstancia que ha hecho que también estén
secundados por una multitud de personas guarda relación con la crisis que
se vive en Cataluña. Sus postulados radicales en defensa a la identidad nacional tienen mucho calado por ese concepto patrio tan profundo y dilatado
que existe en la actualidad en todo el país. Pero en mi opinión, creo que donde
más soporte encuentran y más votantes capta la extrema derecha es a consecuencia de la inmigración
descontrolada y masiva. Desde luego que es el tema central donde articulan sus
discursos, sabedores de que existe una gran masa xenófoba que culpa a los inmigrantes de la problemática social y laboral que sufre
este país. Y para nada resulta esto
cierto. Estoy convencido que la nefasta
e incierta situación socioeconómica y
laboral que sufre España no viene generada por la inmigración, sino más bien por culpa de la mala praxis de sus
políticos y también por la corrupción
institucionalizada y sistemática que se da a
nivel de estado. Todo lo que te cuenten de más es una mentira cochina
que acostumbran a emplear como interesada diatriba xenófoba los ultra populistas de turno. Tanto de derechas como de izquierdas. Aconsejo que si nos sois de la misma ideología que estos políticos incendiarios, no os dejéis engañar por ellos.
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