domingo, 12 de enero de 2025

REFLEXIONES DISPERSAS (Enero)


 

Amigos.

 

Acabo de enterarme de que tener amigos nos alarga la vida en siete años, así como lo oyen. Con lo cual, nada de pócimas o dietas milagrosas para alargar nuestra existencia, es suficiente con tener buenos amigos. No se hasta que punto será cierto o no esta afirmación; o en que datos se habrán basado quien haya hecho este razonamiento.  Pero lo que no admite mucha duda es que cultivar ese valor maravilloso y esencial como es la amistad aporta beneficios para nuestra salud, en especial la mental. Por que la amistad hace que  suba nuestra estima y además aporta su granito de arena a favor de la felicidad. Cuando nos rodeamos de verdaderos amigos podemos compartir no sólo las alegrías sino las luchas.  Es obvio que no podemos evitar las adversidades que nos tiene reservada la vida, pero estoy plenamente convencido de que si tenemos próximo a nosotros esos amigos que provienen de una amistad sana y auténtica los infortunios de la vida se nos harán menos duros, además nos aportarán   el suficiente coraje para enfrentarnos a ellos, o para superarlos. Pero como digo, debe ser una amistad sana, totalmente desinteresada para que surja el efecto beneficioso y deseado, si por el contrario existe cierta toxicidad, nada beneficioso nos aportará, más bien  psicológicamente  nos afectará de forma negativa. Por consiguiente, en aconsejable eliminar de nuestra vida toda amistad toxica  y   cultivar el mayor tiempo posible las  amistades  gratificantes porque tienen un impacto directo para bien  en nuestra salud física y mental. No se ustedes que pensarán, pero yo al respecto opino que desde la infancia hasta el final de nuestro trayecto existencial, la calidad de nuestra vida se mide por la calidad de nuestras relaciones sociales. En definitiva, lo que verdaderamente importa es que los amigos estén siempre disponibles cuando los necesitamos. Considérense auténticos privilegiados  todos  aquellos que puedan  disponer de sus amigos cuando la necesidad los requiera  porque  esta circunstancia  a buen seguro  les permitirá ver la vida con mayor optimismo.






 

El sentido de la vida.

 

Se supone que en algún momento tod@s nos hemos planteado la pregunta   de si tiene sentido o no  la existencia. Esta vida que resulta tan   compleja e impredecible y que de continuo nos pone a prueba. Obviamente cada uno tendrá su particular y certera respuesta. De lo que estoy seguro, es que tal como está el mundo en la actualidad con: guerras, devastadoras catástrofes naturales,  egoísmo, falta de empatía…la vida no tiene mucho sentido pero es necesaria vivirla como si lo tuviera. Porque  pesar de todos sus imponderables, es la única que tenemos y por ende hay que vivirla, disfrutarla. Aunque sea en este “valle de lágrimas”, tal como hacer referencia una oración cristiana.  A pesar de las vicisitudes  negativas del susodicho valle que nos encontramos a menudo por nuestro transitar existencial, la vida también tiene sus momentos luminosos, exultantes o destellos de felicidad que aparecen de vez en cuando y nos llenan de gratitud, y a mi juicio  estos destellos son quienes palmariamente dan sentido a la vida. Pero está  claro que cuando el dolor, la impotencia, la desesperación… y en especial la soledad profunda aparecen en nuestra vida, tenemos la sensación de que no tiene   ningún  sentido vivirla. Muchas personas cuando perciben que la vida carece de sentido buscan  consuelo en la religión, pero cuando no se comulga con creencia alguna, resulta ardua tarea tratar de buscar cualquier alivio al respecto. Imagino que abandonarse al culto de las adicciones  y convertirte en “yonki” del dinero, del trabajo, del sexo, del poder, de  las operaciones estéticas, de los millones de likes en las redes,...en definitiva abrazar a cualquier espejismo que sirva para dar sentido a la vida. A esta vida, que es la única que tenemos, razón por la cual hay que vivirla antes de que nos vayamos tod@ a criar malvas.  Estoy convencidos de que aunque singan sonando tambores de guerra y la naturaleza se comporte como el Karma- lo que recibe da-  seguiremos encontrando todos esos  momentos maravillosos que nos harán que la vida en su plenitud tenga sentido.

 

Amores.

 

Los amores tanto en la madurez como en la ancianidad se acostumbran a  considerar  grotescos y patéticos y verdaderamente no lo son. Hay que desterrar esa equívoca idea de que el amor apasionado únicamente se da entre las personas jóvenes, de  entre veinte o treinta años.  Esto resulta injusto. Aunque progresivamente vayamos envejeciendo y por esta razón tengamos el cuerpo lleno de dolencias   a cuenta de una salud renqueante, seguiremos amando de por vida. Y se puede demostrar claramente  que podemos desear y vivir plenamente un amor apasionado en la madurez. Nadie debiera renunciar a enamorarse de manera pasional de quien sea y a la edad que sea. Es obvio que ante una desgracia, o una catástrofe social,  tanto si eres joven como anciano,  la única manera de seguir realmente vivo  es sentir el  amor en cualquier circunstancia.

 

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