A finales de diciembre del pasado año apareció en los medios de comunicación una sobrecogedora noticia que a mí personalmente me causó tristeza e indignación. Y no es para
menos, cuando lees que una mujer de 64 años de nacionalidad rumana fallece después de pasar 12 horas esperando
sola en una camilla en la sala de urgencias del hospital San Juan de la Cruz de
Úbeda (Jaén). ¿Cómo fue posible que
llevaran en camilla a esta mujer
mayor al hospital y nadie fuera
capaz de observarla durante todo este tiempo? Desconozco cual es el protocolo que hay
en urgencias, pero desde luego lo que no debiera faltar
es algún sanitario que haga revisiones a los pacientes que esperan su turno
para que no ocurran casos como de esta índole.
Creo que alrededor de la tres de la madrugada y durante un cambio
de turno el cuerpo de Aurelia, así se llamaba la infeliz, lo
descubrió un celador cuando éste se dio cuenta que la mujer ya
no respiraba. Según cuentan, esta mujer al no atender a los requerimientos por megafonía y de viva voz del personal
sanitario dieron por hecho que se había
marchado. Excusas de los responsables del hospital a los que debía caérseles la
cara de vergüenza. Hay que ser un
perfecto caradura y auténtico
negligente para estar convencido de
que una mujer que ha sido trasladada en camilla desde la residencia
de mayores donde estaba ingresada al área de urgencias pueda largarse del hospital sin más. A otra que también debería caérsele la cara de vergüenza y no salir impune de este trágico suceso es la auxiliar de la residencia donde se encontraba esta mujer ingresada por haberla dejado sola en el área de urgencia del hospital en tan lamentable estado. Es obvio que la auxiliar
se limitó lisa y llanamente a cumplir el protocolo de la residencia, despreocupándose de concederle cualquier gesto humanitario, como hubiera sido el de esperar a que algún
familiar se incorporara junto a aquella mujer
seriamente enferma. Su falta de empatía hizo que quedara abandonada a su suerte. Un abandono y olvido que se prolongó durante doce horas de sufrimiento y que concluyó en el momento que llegó su muerte en la más terrible soledad y olvido. Por otra parte,
¿no habría dentro del personal sanitario alguien con dos dedos de frente para sospechar de que si la
paciente hacia caso omiso a los requerimientos pudiera deberse a que no se encontraba en condiciones de
atenderlos? Es de suponer que conocerían sobradamente en que grave situación
acudió a urgencias, por eso es inaceptable creer que se hubiera marchado. Aunque desgraciadamente
se ve que sí que se lo creyeron y ocurrió el trágico desenlace. En mi opinión tanto el
personal sanitario como la auxiliar de la residencia por su palmaria negligencia son responsables del fallecimiento de esta persona, aunque estoy seguro que no habrá condena alguna para ninguno de ellos. Lo último que leí sobre este caso, es que
estaba bajo investigación judicial para
determinar el por qué esta mujer estuvo tantas horas sin ser atendida o cual
fue la causa de su fallecimiento. Me
temo que al final como de costumbre
ocurre en estos casos donde ha habido mala praxis por parte de los
correspondientes profesionales sanitarios, que
debido a la protección del poder político y judicial con que cuentan
las instituciones que integran, lo normal es que
todos acaben impunes. Y si no al tiempo.
Desconozco si al final quedará o no todo este asunto en agua de
borrajas una vez que concluya en los
juzgados, en cambio lo que es una palmaria realidad es que una persona ha fallecido en causas
aterradoras y eso ha originado una indignación generalizada entre la opinión pública. Como
también deja bien a las claras el modus operandi de la Sanidad en España, a la que por
cierto, por intereses espurios la chusma política cuando tienen la
oportunidad de hacerlo se jacta en
encumbrarla para presumir de ella y a mi
juicio en este patético caso resulta de auténtico tercermundismo. No cabe la
menor duda de que el motivo por el que a veces la atención sanitaria española
resulte tercermundista se debe a los recortes que ha aplicado el Gobierno de Rajoy al sistema sanitario de este atribulado país. Esta
permanente disposición al "pernicioso tijeretazo" conlleva a que
falten profesionales de la medicina con lo cual
es de prever que la saturación en urgencias sea algo habitual. Pero este denunciable hecho no sirve de excusa para que ocurran dramáticos casos como el que aquí traigo a colación.
Al margen, de las
antipopulares y dañinas medidas que a lo
largo de todos estos últimos años el
gobierno del Pepé ha llevado a cabo contra
la sanidad pública en España, lo que
quiero dejar constancia es que las situaciones que se dan como las que
concierne al asunto del que hablo, dan
mucho que pensar y reflexionar acerca del por qué aparentemente nos estamos
deshumanizando. Parece que no sentimos
ningún interés por la gente que se encuentra a nuestro alrededor. Y sobre todo
si estamos absortos y aislados dentro
del universo táctil de
Smarfhone. Como forma habitual nos mostramos
con absoluta frialdad y faltos de
empatía. Lo que resulta muy preocupante
es que cada vez es más una realidad la
perdida de valores. Es evidente que esta alarmante situación donde aparece de forma bastante generalizada
la deshumanización, quienes más
se ven afectadas son las personas mayores. Por desgracia los ancianos cada vez
están más solos y como podéis comprobar
a raíz de este lamentable asunto, las residencias donde suelen pasar la mayoría
de ellos sus últimos años de vida, la
frialdad y la burocracia desprovista la mayoría de veces de lo esencialmente humano, con que los atienden son un claro síntoma
de preocupación. Además tampoco les pueden garantizar una asistencia de calidad porque la mayoría de las residencias están muy justas del personal que profesionalmente los atiende.
No hay comentarios:
Publicar un comentario