REFLEXIONES DISPERSAS (Noviembre)
El sentido de la vida.
Se supone que en algún momento tod@s nos hemos planteado la pregunta de si tiene sentido o no la existencia. Esta vida que resulta tan compleja e impredecible y que de continuo nos pone a prueba. Obviamente cada uno tendrá su particular y certera respuesta. De lo que estoy seguro, es que tal como está el mundo en la actualidad con: guerras, devastadoras catástrofes naturales, egoísmo, falta de empatía…la vida no tiene mucho sentido pero es necesaria vivirla como si lo tuviera. Porque pesar de todos sus imponderables, es la única que tenemos y por ende hay que vivirla, disfrutarla. Aunque sea en este “valle de lágrimas”, tal como hacer referencia una oración cristiana. A pesar de las vicisitudes negativas del susodicho valle que nos encontramos a menudo por nuestro transitar existencial, la vida también tiene sus momentos luminosos, exultantes o destellos de felicidad que aparecen de vez en cuando y nos llenan de gratitud, y a mi juicio estos destellos son quienes palmariamente dan sentido a la vida. Pero está claro que cuando el dolor, la impotencia, la desesperación… y en especial la soledad profunda aparecen en nuestra vida, tenemos la sensación de que no tiene ningún sentido vivirla. Muchas personas cuando perciben que la vida carece de sentido buscan consuelo en la religión, pero cuando no se comulga con creencia alguna, resulta ardua tarea tratar de buscar cualquier alivio al respecto. Imagino que abandonarse al culto de las adicciones y convertirte en “yonki” del dinero, del trabajo, del sexo, del poder, de las operaciones estéticas, de los millones de likes en las redes,...en definitiva abrazar a cualquier espejismo que sirva para dar sentido a la vida. A esta vida, que es la única que tenemos, razón por la cual hay que vivirla antes de que nos vayamos tod@ a criar malvas. Estoy convencidos de que aunque singan sonando tambores de guerra y la naturaleza se comporte como el Karma- lo que recibe da- seguiremos encontrando todos esos momentos maravillosos que nos harán que la vida en su plenitud tenga sentido.
Fracaso.
Yo soy de los que piensan que el fracaso resulta una positiva experiencia para que en algún momento podamos conseguir triunfar. Lo que no admite duda es que el fracaso te pone delante mismo de todas las dificultades que arrastra la vida; como también es el indicador perfecto de ese talento innato que solo a través de la perseverancia y la reiterada decepción se puede demostrar. Por tanto, fracasar en principio no lo veo como un hecho frustrante, o negativo, generalmente te brinda nueva oportunidad para alcanzar el objetivo deseado. Obviamente siempre que pongas en marcha la perseverancia y no tengas miedo a fallar. Tanto de los fracasos como de los errores se aprende porque son sabias experiencias vitales. Por ende, nunca te rindas, aunque compruebes que otras personas sin talento alguno de forma inmerecida logran el éxito, en cambio a ti se te niega una y otra vez, conocedora de tu sobrada capacidad. Recuerda que en estos casos, muchas veces la suerte, siempre tan voluble e impredecible, juega un papel clave con todos nosotros. Pero si ves que la suerte de seguido te es esquiva, entrégate a la obstinación y a ese prurito deseo de desafiar el destino. Resulta un alivio saber que a pesar de los imponderables de la vida, el que la persigue al final la consigue. Dice el tópico popular que “lo que no mata te hace más fuerte”, con lo cual, si no “te mata el fracaso”, hablo en sentido figurado, te fortalece. Por ende, fracasar no es el fin, sino el principio de algo que puede resultar maravilloso como es el éxito, solo es cuestión de levantarse de tan dura caída y volver a intentarlo para que al final se pueda conseguir todo aquello que uno se propone.
Las trampas del amor.
Dejarse guiar por el corazón no siempre es aconsejable. En el amor suele equivocarse muchas de veces. Sobre todo cuando uno se enamora apasionadamente y pierde el oremus con facilidad por esa bajada de la serotonina, hormona que controla las emociones y estado de ánimo. Como este hecho hace que acabes renunciando a ti y vivas por el otro. Pero ojo, con entregarse a ese otro por completo, cuando resulta ser éste un estúpido o estúpida de tomo y lomo; o un canalla confeso que te puede amargar la vida, pero que no lo intuyes por que ese estado de enajenación a cuenta del enamoramiento te nubla la razón y todo lo ves de color de rosa y parece que estás viviendo en el país de las maravillas, como Alicia. Porque estoy plenamente convencido de que en el curriculum amatorio personal de cada uno no falta algún imbécil por el que en su momento morías o mataba por retener su amor y que una vez pasada esa tapa de hechizo pasional te has preguntado, ¿pero que he visto yo en este tipo; cómo puñetas me he podido enamorar hasta el extremo de este sujeto con lo cretino que es?. Y te das cuenta que todo fue horripilante. La vida y el amor es evidente te va pasando lecciones. Lo importante es que se vaya aprendiendo de cada una de ellas, para no cometer los mismos errores. Aunque por desgracia con relación al amor, solemos tropezar dos veces, o más. Y muchas más.