La España vaciada es un término que hace referencia a esas zonas del país que sufrieron emigraciones masivas durante el éxodo rural allá por las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo pasado. Desgraciadamente a comienzos del presente siglo XXI la España vacía ocupa un 90% por ciento de su territorio. Un territorio mayormente formado por pequeños municipios que se encuentran situadas a lo largo y ancho del territorio hispano y donde apenas llegan al centenar de habitantes. Con el problema añadido de que estas poblaciones sufren un notorio proceso de envejecimiento por que sus habitantes están en la etapa de la ancianidad y la escasa juventud que queda, ante el funesto panorama de futuro que se les presenta, tienden ir a las grandes urbes para labrarse el porvenir. Y si a este problema demográfico se le añade el que no exista un bar abierto en esas pequeñas poblaciones donde residen, la situación social obviamente empeora, en especial a la hora de relacionarse. Puede transcurrir tranquilamente un mes, y alguno de ellos ni han tenido contacto visual o verbal con algún vecino, al no tener un sitio donde poder reunirse para conversar. El edificio de la iglesia parece haberse convertido en una especie de “centro social” porque allí se reúnen cuando asisten a algún acto religioso que en su interior se celebre. Este hecho me transmite una sensación desoladora y de abandono total. Por esta razón se hace de imperiosa necesidad que haya un bar abierto en el pueblo. Resulta de importancia vital el que exista este tipo de establecimiento público en las poblaciones que están ubicadas dentro de la España vaciada porque de alguna manera se transforma en un torrente de vida que genera ilusión y alegría y además sirve como nexo de unión entre los vecinos. En consecuencia, es importantísima su existencia con la finalidad de que, a través de él, consiga ahuyentar cualquier espectro moribundo que asedie al pueblo, y de esta manera permanezca siempre presente su espíritu vital. Además se hace de imperiosa necesidad su existencia para sentirte acompañado en un entorno tan cargado de soledad, porque en este caso es fundamental psicológicamente. En este local público, no solo podrás desguarecerte del frío en su interior, sino también de ese aislamiento que acostumbra a imperar en los pueblos casi vacíos. Pero lamentablemente, a pesar de la importante función un tanto social, y desde luego necesaria, que hacen, por causa de la problemática de la España vaciada progresivamente están desapareciendo. Uno percibe con toda notoriedad, y muy a mi pesar, que esta especie de templos sociales están en vía de extinción si a quienes compete dentro de la Administración del Estado no buscan medidas urgentes para poner fin a su desaparición. Pero es tanto el abandono y el desinterés que muestran las instituciones políticas correspondientes hacia la España vaciada, que uno se teme lo peor, o lo inevitable. Y todos sabemos que cuando se cierra un bar se quiebra con él parte de la vida del pueblo donde está ubicado. Esta especie de bares son como escuadrones de resistencia que desde su pertinaz resilencia luchan contra la despoblación. Sin duda es la última trinchera que dispone la España vacía para que la soledad agonizante no acabe por adueñarse del entorno y todos sabemos sobradamente que de eso a la despoblación total está a un solo paso.
Nadie en su sano juicio creo que este en la disposición de discutirme que un pueblo sin un bar abierto se muere. Y un pueblo necesita sentirse vivo a través de su bar, porque es el epicentro de la vida social. Un lugar de encuentro, convivencia y sobre todo que te hace compañía. Allí dentro, entre botellas de licores, refrescos, cervezas, partidas de cartas todo sucede y los vecinos aprovechan para ponerse al día de lo que ocurre en el mundo, o cerca de su entorno. Es como su refugio y su punto de referencia. De esta circunstancia debieran darse cuenta los gobernantes y crear políticas que beneficien la existencia y la actividad de este tipo de bares. Según tengo entendido, la Comunidad de Castilla y de León están llevando a cabo una iniciaba muy esperanzadora como es subvencionar hasta con 3.000 euros a los bares de poblaciones inferiores a 200 habitantes para financiar gastos. La verdad que aplaudo esta iniciativa, este compromiso con los rincones de la España despoblada, y me gustaría que en otras comunidades se pusieran en marcha semejantes iniciativas con el fin de salir al rescate de las tabernas de estos pequeños municipios, muchos de ellas medio olvidadas en un punto determinado de la geografía del país. . Pero me temo que la mayoría de políticos actuales no están por esta labor y nada van a hacer al respecto para que cambie a mejor la situación de la España vaciada.. Les interesa un ardite estas pequeñas poblaciones porque no garantizan rédito electoral alguno. Por un raquítico puñado de votos para qué van a molestarse. Y mientras la desidia de toda esta chusma política siga en su lamentable indiferencia, los pueblos que carecen de un bar abierto, continúan inmersos e su particular agonía, su riesgo de quedarse completamente vacíos a corto plazo por que resulta obvio que el primer síntoma de la despoblación aparece cuando el símbolo de su pasado como es la escuela desaparece, razón por la cual se hace de vital importancia que el bar del pueblo permanezca abierto porque es la única forma de que el presente resista y proyecte futuro.