Es evidente que a cuenta de la deshumanización de
los servicios prestados por profesionales y empresarios, en la actualidad cada
vez que tienes que gestionar algún asunto a través del teléfono, se ponen en
marcha los dispositivos de voz indicando las opciones
correspondientes, que a mí personalmente me desesperan. No se a ustedes como
pasarán este trance, yo les comento que cuando llamo por teléfono
para solicitar información, o gestionar algún asunto, y me sale esa vocecita
robotizada me pone de muy mal humor. Porque no puedes
explicarla lo que quieres, y lo más que te permite es decir un número
determinado para elegir una opción. Y hay tantas ocasiones que lo que realmente
quieres gestionar en absoluto tienen que ver con las opciones que ofrece esa
condenada voz. ¿Y qué sucede? Pues como al no hallarse ninguna
persona detrás de la línea telefónica acabas colgando con
un cabreo de órdago. No es para menos por el agobio que suele
causar el no pulsar la opción correcta que te ha indicado
la vocecita de marras y por ende te vuelve a repetir como un mantra otra vez
todas las opciones desde el principio. Es tanto el hartazgo y el cabreo
que esto genera que terminas lanzando un sin fin
de improperios a esa voz metálica y mandándola
literalmente a la mierda, y perdón por esta expresión escatológica. Y por supuesto que
bruscamente la cuelgas. Pero es que no queda otra alternativa
cuando se está completamente harto de escucharla y no consigues ser atendido como realmente deseas. Luego
también para mayor desgracia esa voz metálica con frecuencia acostumbra a
emplazarte a una página de Internet que pertenece a la compañía o empresa de la
que solicitas información. Por esta lamentable circunstancia, pienso que a quien corresponda es merecedor de meterle una
querella por el Juzgado de Guardia. ¿Se creen que por encontrarnos
actualmente inmersos en la nuevas tecnologías todo
quisqui tiene acceso a ellas, o capacidad cognitiva para
entenderlas?. Aunque parezca mentira, por mucho que a día de hoy de manera
global estemos tecnológicamente conectados, todavía existen millones
de personas que son auténticos “analfabetos” en lo referente al
funcionamiento de las nuevas tecnologías. Por consiguiente, me parece
una falta de desconsideración hacia todas estas personas, por
el hecho de emplazarlas a cualquier www.com para formalizar asuntos personales
o solicitar información sobre los mismos, cuando tal como indico sus
conocimientos al respecto son nulos.

Yo particularmente prefiero ser atendido por una
persona que esté físicamente delante de mí cuando tengo que tramitar
algún asunto; lo mismo que cuando estoy hablando por teléfono
para solicitar información, o su defecto, gestionando
cualquier cuestión burocrática. Por esta razón, quiero que sea una voz humana
quien me atienda y pueda hacerla preguntas a fin de que me conteste con toda
normalidad. Para nada me gusta entenderme con máquinas; como tampoco con
las pantallas táctiles del smartfhope o el ordenador, por lo frías, distantes e
impersonales que éstas me resultan. Por otra parte, yo nunca
entenderé porque motivo a infinidad de personas les parece la plenitud de lo cool el
comprar vía online y que les traigan cómodamente a
casa determinados productos para abastecer la despensa de su hogar. Como por ejemplo
la fruta o la verdura. Hago este comentario porque yo prefiero acercarme
personalmente a la frutería y ver el producto que quiero comprar y
seleccionarlo yo mismo. Por mucho que cataloguen de antigualla esta
forma tradicional de adquirir los productos en el mercado. Para nada
lo veo como antigualla, más bien como un auténtico placer esta
forma que ha existido desde tiempos ancestrales el comprar la fruta y verdura en la tienda del barrio, o en el
supermercado de turno. Esta acción me da la posibilidad de relacionarme en vivo y en directo con otras personas. Por esta causa tan evidente, nada me motiva el hecho de que sin moverme
de casa, y con un simple tic enviado a través de un soporte digital, me
entreguen a la puerta del domicilio: las naranjas, manzanas, coles, tomates, patatas
etc. Resulta palmario que cada uno tiene sus
preferencias y deben ser respetadas, pero por supuesto que no tienen por qué
compartidas. Quiero que con estas consideraciones mías
no se me interprete mal. Para nada reniego de las nuevas tecnologías, sería una
estupidez supina por mi parte si así lo hiciera. No me cabe la menor
duda de que nos facilitan, y mucho, la vida pero a veces me
inquieta, o me preocupa más bien, de que terminen por
esclavizarnos en algunos casos sino ponemos remedio a tiempo. Y tal
como dice el atinado refrán: "es mejor el remedio que la
enfermedad". Volviendo al tema de las voces metálicas, según mi
criterio, no todo se puede o se debe automatizar. Por mucho que nos quieran
“vender la burra” de que el sistema automático es más efectivo que las personas
porque en ocasiones nos mostramos más sinceros con una máquina que con nuestros
semejantes, por el hecho de que a una persona podemos acabar
teniendo lástima o empatía hacia ella; en cambio con una máquina somos
normalmente objetivos. Puede que esta apreciación sea cierto, no lo discuto; aún así, podrán
decir al respecto lo que les plazca pero en mi opinión nunca
será lo mismo el comunicarse a través de una máquina que el hablar cara a
cara con una persona. Aunque el diálogo sea algo tan tópico y ramplón como es
el hacer referencias sobre el tiempo.