Según un último estudio realizado por la Asociación Humanitaria Cáritas, en España hay aproximadamente unas 40.000 personas sin hogar, de las cuales alrededor de 30.000 personas sin techo duermen en la calle. ¿ No os parece un contrasentido, y una gran iniquidad, el que haya en este país esa cifra de personas sin hogar, en cabio hay alrededor de 3,4 millones de viviendas vacías en España? Son datos que a mí personalmente me parecen espeluznantes por esa dramática dimensión humana que representa sobrevivir y dormir a la intemperie en plena calle. Yo no se ustedes, pero a mí me suele invadir una sensación de profunda tristeza y desaliento cuando veo a personas que llevan todas sus míseras pertenencias en uno de esos carros del supermercado ; o que durante la noche están durmiendo a la intemperie. Sobre todo en invierno cuando el frío y la humedad de las gélidas temperaturas nocturnas penetran hasta lo huesos y con ello el morir de hipotermia es una triste realidad que se suele dar a menudo entre las personas que viven en esta situación de desamparo. Aparte del serio riesgo para su vida que conlleva sobrevivir en estas trágicas condiciones, porque resulta palmario que quienes se encuentran en situación de desamparo son más vulnerables a los peligros y riesgos de la calle. La mayoría conocemos sobradamente sucesos que debido a la indefensión en que se encuentran, lo han pagado con su propia vida. En muchos casos en estos homicidios están envueltos niñatos que, por repugnante y perversa diversión, se dedican a agredir a indigentes que duermen en la calle, o dentro de los cajeros de un banco. Actos repudiables como puede ser el quemarles vivos, o matarlos a golpes; cuando no, cometer todo tipo de acciones vejatorias y grabarlas para luego subirlas a You Tube. Está claro que estos malnacidos consideran a sus víctimas como si fueran escoria humana que no tienen derecho a la vida. Si estuviera en mis manos el poder de la ley, a estos despreciables asesinos les aplicaría el mayor correctivo penal que se pueda imponer en estos casos y que apechuguen con las consecuencias jurídicas. Haber si es posible conseguir que se enmienden de una puñetera vez. Pero dudo mucho que lo consigan porque me temo que lleven en los genes tan perversa conducta. Lo lamentable de todo esto, es que no es únicamente al horror y al miedo que causan estos niñatos a los que tienen que enfrentarse quienes duermen en la calle, sino que también al desprecio al que se ven sometidos por parte de la sociedad en general que los condena a una marginal invisibilidad y a su vez los estigmatiza y acostumbra a identificarlos como alcohólicos o drogadictos. Creo que tal identificación a mi juicio es errónea, porque me parece que no suele ser el alcohol ni la la droga quienes les ha llevado a sobrevivir en la calle, más bien es la dramática condición en que viven la causante de que inevitablemente les haya conducido a ser adictos al alcohol y las drogas, y supongo que con el único propósito de olvidar y evadirse de las infinitas penurias que asedian al submundo donde sobreviven. El que se pongan todas la medidas paliativas o protectoras, habida y por haber, en forma de albergues municipales o comedores sociales, o se reclamen planes públicos para combatir la imperante problemática de los sin techo, en mi opinión el haber llegado a esta vergonzosa situación es un ostensible fracaso colectivo de esta sociedad que nos empuja a ser egoístas y faltos de empatía.
Estoy convencido que detrás de todas estas personas que se hallan condenados a infravivir en la calle, la mayoría de ellas ocultan tras de sí una dolorosa y diferente historia personal que les ha abocado a infravivir de tan trágica manera. Gente que de la noche a la mañana seguramente se les trucó la vida por culpa de cualquier circunstancia negativa y por esta razón ahora su existencia se encuentra de forma permanente tocando fondo, o en su defecto naufragando a la deriva en las aguas inhumanas de esta sociedad que los ha condenado a la invisibilidad y la marginación más absoluta. Pero cuidado, nunca las vayamos a tener todas consigo quienes estamos al margen de tan dramática situación. Nos puede venir de imprevisto su misma mala racha e irse al garete nuestra placentera vida y vernos también de la noche a la mañana tan excluidos de la sociedad del bienestar como lo están ellos y nos toque también conocer por experiencia propia los horrores que se sufren cuando se sobrevive en la calle . Estoy seguro que muchas de estas personas podrían contarnos que también gozaron en su momento de las comodidades, y demás privilegios, que proporciona el estado del bienestar , pero que debido a una fortuita y mala racha se les truncó todo su futuro. Esta situación que aludo, se dio con mucha frecuencia durante los años de la acentuada crisis que no hace mucho tiempo asoló a este atribulado país y la mayoría de veces la culpa radicaba en la gran estulticia como fue el de vivir por encima de nuestras posibilidades. Por tanto, lo más juicioso es vivir siempre a acorde con lo permitido económicamente. No hay duda de que será la mejor manera de estar medianamente protegidos en caso de que nos vengan maldadas. Me temo que toda prevención es poca en la actualidad por que según tengo entendido, tanto en España como en Europa, el fenómeno de los sin hogar ha aumentado un 20% durante la última década de recesión económica. Y desgraciadamente esta recesión es muy cambiante, como insistente, por depender del tipo de interés, de crédito o inflación. Con lo cual el riesgo siempre estará presente. Por otra parte, cuando veo este panorama social tan peliagudo a cuenta de la dificultad que hoy día tienen los jóvenes, y no menos jóvenes, para poder adquirir una vivienda y a esto le añadimos la problemática de los sin techo, sufriendo sus particulares penurias, me repatea hasta el hígado ese articulo 47 de la constitución que dice que todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna y adecuada. Autentica falacia y pantomima lo que recoge este artículo por resultar palmario el que no existe protección constitucional alguna para tanto desdichado en busca de un hogar o carente de él. Habría que exigirles con urgencia a los poderes públicos el cumplimiento de los compromisos legalmente contraídos. En relación a este asunto resultan del todo inoperantes por que como se ve para nada cumplen los requisitos establecidos en ese artículo correspondiente a la Carta Magna. Tampoco durante los debates y discursos en la última campaña electoral, o las anteriores , los candidatos de los diferentes partidos, han tenido en cuenta a los sin techo. Por lo cual, queda bien patente que para los políticos las personas sin hogar también se hacen invisibles. No es de extrañar que por esta razón a la mayoría de estas personas abandonadas a su suerte en el mar del desprecio y la ignominia se les haya olvidado que aún pueden vivir con esperanza y dignidad.