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Bien
es cierto que muchos de nosotros sentimos un gran alivio cuando al fin pudimos
libramos de las medidas antipopulares
que imponía el Gobierno del Pepé a
cuenta de la austeridad de sus políticas. Como también
es muy cierto que les pasó factura la corrupción sistemática dentro del
partido y su mala praxis en cuanto a la gestión económica. Esta circunstancia no me cabe duda de que ha sido la razón principal por lo
que Mariano Rajoy y su
séquito fueran desalojados de la poltrona del Gobierno. Como
sobradamente conocéis, fue a principios de verano cuando se llevó a cabo este desalojo después que la moción de censura, capitaneada por el advenedizo Pedro Sánchez, saliera
adelante. Por lo tanto, esa obsesiva ansia de querer ser presidente del
gobierno de la nación a toda costa, pactando sin el menor recato hasta con la sursum corda para lograrlo, le quedó
complacida. Y ahí está apoltronado Pedro Sánchez, más ancho que largo, gobernando en minoría y aguantando
el temporal como puede ya que le llegan vientos huracanados de todas partes.
Hay un refrán que dice que los favores se pagan. Esto es lo que le sucede en la
actualidad, porque en mi opinión los
políticos quienes le ayudaron a trepar hasta tan excelsa poltrona ahora le
están viniendo con exigencias por que las alianzas nunca salen gratis al haber muchos negocios e intereses políticos de por medio. Es obvio que si no
atiende a los requerimientos que demandan sus aliados en el complot de la moción de censura, me temo que el Pesoe con su mandamás a la cabeza van a tomar de la misma medicina que el
anterior Gobierno defenestrado. Y sino al tiempo. Y es que cuando se toma el poder con
tan controvertidas formas, por mucho que resulte exquisitamente democrático y constitucional, la espada de
Damocles va estar siempre pendiendo sobre sus cabezas. Pero hay que reconocer que
a pesar de la políticamente incorrecto que resulta
el ser nombrado presidente de la nación no a través de la urnas, sino por medios nada ortodoxos como el acoso y derribo, la mayoría queríamos
y necesitábamos un cambio de Gobierno con el fin de revertir la situación
social que tan adversa y tan dramática resultaba para los más desfavorecidos de
la sociedad. Y todo por culpa de las políticas torticeras que aplicaba el anterior Gobierno.
A día de hoy, quien más o quien menos se halla expectante y esperanzador con los aires de cambio que es de suponer nos lleguen del actual Gobierno presidido por el líder del Pesoe Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Bien es cierto que lleva poco tiempo en el
cargo, por lo cual no se puede valorar
ni juzgar debidamente la brevedad de su mandato. Además es un hecho de que está
condicionado por esa falta de mayoría parlamentaria sólida y estable para poder
apoyarse en ella. Pero está circunstancia no es óbice para analizar la
situación social y económica que vive en la actualidad este atribulado país y comprobar que aparentemente
nada ha cambiado en estos cien días de mandato del nuevo gabinete y que “la vida sigue
igual", tanto con el Pepé como con el
Pesoe. La supuesta recuperación
económica de la que tanto se jactan en vociferar los políticos de uno u otro
bando, lo único que ha generado es una desigualdad aún mayor que antes de la
crisis y ha favorecido por triplicado
más a los ricos que a los pobres. Por desgracia los más pobres siguen estando excluidos de la sociedad del bienestar y sufriendo
con idéntica virulencia las mismas penurias de costumbre. Luego están los
catalogados como “clase media”, la mayoría de ellos haciendo malabares de
tiburón financiero para conseguir que el mísero salario que perciben pueda llegar a fin de mes. Pero sucede que la mayoría ni aún estirándolo al máximo, casi hasta quebrarse, consiguen llegar. Está claro que se continúa aplicando las injustas políticas económicas, fiscales y
laborales, razón por la cual sigue aumentando la pobreza
severa en España. Los
niños son a quienes más afecta esta problemática ya que por desgracia en este país tres de cada
diez niños se hallan en situación de extrema pobreza. Lo más triste de este escenario es que nos
hemos acostumbrado a ver titulares sobre la pobreza y a leer datos estadísticos
acerca de la misma que ya no sorprende en demasía y la realidad es que
todavía queda mucho que mejorar en España. Como por ejemplo el tema de los jubilados. El hecho de haberles aumentado de forma ridícula e indignante la cuantía de
sus pensiones estoy convencido de que al comienzo del otoño volverán a tomar la calle en defensa del cobro de
unas pensiones dignas. Por consiguiente los nuevos inquilinos de la poltrona del
Gobierno sospecho que van a recibir la llegada del otoño con de esta “patata caliente” entre las manos, la cual no es más que un maldito legado
que les dejó el Pepé. Así podrán compatibilizar este conflicto social de los pensionistas con el de la pesadilla de los
independentistas catalanes que siguen erre que erre montados a lomos de su
quimera y no hay quien los apee. A mi juicio,
a la postre lo único que lamentablemente están consiguiendo los separatistas es mantener esa cortina de humo donde poder ocultarse los políticos para no atender los verdaderos compromisos que urgen a
este país. Por descontado que también esta problemática secesionista es otro legado que como "dádiva envenenada" a todos
nos dejó el ínclito Mariano Rajoy y sus séquito de peperos. Por consiguiente, según mi criterio, la problemática situación social, económica y laboral de este país continua
transitando por los mismos derroteros que los del destituido Gobierno. Poco, o casi nada, confío en las huestes del
Pesoe, con Pedro Sánchez acodillándolas, para revertir a corto plazo tan nefasta situación por mucho que se llenen la boca públicamente de buenos propósitos y mejores intenciones. Me temo que toda su engañosa charlatanería es simple y llanamente demagogia y postureo con fines electoralistas. De sobra saben que su actual legislatura es un "tente horno mientras cobro". Por otra parte, hasta el más incauto sabe que lo único que persiguen los políticos es exclusivamente el de medrar para
enriquecerse, y a la mayoría les importa
un ardite el que sea a través de intereses espurios la manera de lograr sus
objetivos. Hay una frase imperecedera que escribió el periodista y escritor
norteamericano, Ambrosie Bierce, la cual define
de forma atinada la política con una frase que dice lo siguiente: “La política es la lucha de intereses
disfrazada de debates de principios. Gestión de los asuntos públicos con vistas al beneficio privado”. Sin duda acertó de pleno con su definición.
Es obvio que la ambición y el engaño forma parte de la naturaleza de toda esa heterogénea caterva política que a día de hoy se ha instalado dentro del
hemiciclo del Congreso de los Diputados y hacen que la mentira sea un instrumento más a su servicio.